ERP. (Econ. Juan Aguilar Hidalgo) Nuestro país, El Perú, se define como un Estado unitario y descentralizado, conformado además por 25 regiones, 190 provincias y más de 1860 distritos. Sin embargo somos un país altamente centralizado. Por ello, desde finales del siglo pasado e inicios del presente siglo, se ha venido implementando la descentralización como una política orientada a superar la asimetría en el desarrollo entre Lima y los departamentos.
Lima representa, casi el 30% de la población nacional, aproximadamente el 50,4% del PBI se genera en el departamento de Lima, de los cuales el 41,9% se origina en la Provincia de Lima, el 4,8% en la Provincia Constitucional del Callao y el 3,7% en Lima Provincias. Le siguen muy de lejos Arequipa (5.7%), La Libertad (4.7%) y Piura (4.6%) respectivamente. Es decir, Lima “es un monstruo grande y pisa fuerte”.
Pero el centralismo no solo se expresa en la concentración poblacional o del PBI en Lima, sino también en el Presupuesto de la República. Para el 2016, el presupuesto se distribuía de la siguiente manera 75.3% Gobierno Central, 13.9% Gobierno Regionales y 10.8% gobiernos locales. Esto hace que las autoridades regionales y municipales dediquen gran parte de su tiempo en viajes a Lima a los diferentes ministerios y organismos del gobierno central con la finalidad de conseguir recursos para sus propios gobiernos, en vez de estar gobernando sus territorios. En algunos casos se convierten solo en gestores más que gobernantes. Según el Presupuesto 2017, el 74.1% corresponde al gobierno central, 15.3% a los gobiernos regionales y 10.6% a los gobiernos locales. En ese sentido, Gobernadores Regionales y Alcaldes deberán continuar con sus periplos a Lima para gestionar más recursos.
Pero, ¿De qué se trata la descentralización? En términos simples debe ser entendida “como la transferencia de poder del nivel nacional de gobierno a los niveles descentralizados”, es decir, les reconoce a los gobierno sub nacionales, “la potestad para decidir sobre el desarrollo y gestión de sus territorios respetando el carácter unitario del Estado. Es por ello que se “eligen autoridades regionales y locales mediante votación popular”. Debo hacer hincapié que la descentralización trata de Transferir PODER, para GOBERNAR en base a nuestras propias DECISIONES.
¿Cuánto hemos avanzado? Muy poco, el proceso de descentralización solo ha transferido competencias y funciones y dotado de mayores recursos a los gobiernos sub nacionales, pero ha cedido muy poca capacidad de decisión. Pero lo que es peor, estas trasferencia de competencias y recursos sin decisión han llevado a una falsa percepción de gobiernos sub nacionales incapaces e ineficientes en los nuevos roles que se les han asignado. La aparente ineficiencia de los gobiernos sub nacionales se explica básicamente en los bajos niveles de ejecución del gasto de inversión, que en promedio durante el 2015 llegó al 91% en los gobiernos regionales y 74% en los gobiernos locales. Cuánto ejecutó el gobierno central este mismo año 92%. Para el 2014 los resultados fueron los siguientes: gobiernos regionales 77%, gobierno central 87%. Del mismo modo el 2013 los resultados fueron: gobiernos regionales 58% y gobierno central 54%. Como podemos ver el gobierno central no es tanto mejor ejecutando el gasto de inversión que los gobiernos regionales, esto con el agravante que muchas veces los sectores (gobierno central) transfieren los recursos entre los meses de junio y noviembre, lo cual complica la ejecución a los gobiernos sub nacionales porque los procesos de gasto no son sencillos.
Para La Contraloría en un estudio sobre descentralización publicado el 2014, indica: “No obstante, el proceso de descentralización no se realizó tal como lo determinaba la ley; no se utilizó la combinación adecuada de los principios establecidos en la Ley de Bases de Descentralización. Por el contrario, fue un proceso acelerado y a pesar de los distintos esfuerzos, el Estado no ha sido capaz de delimitar las competencias y distribuir funciones de las entidades públicas para una eficiente gestión de los distintos niveles de gobierno”. Por otro lado señala, “Uno de los principales problemas de fondo en el proceso de descentralización ha sido la falta de liderazgo y fiscalización de los entes rectores tanto en los temas funcionales o sustantivos de línea, como en los temas administrativos. Estos entes dictan normas que han sido elaboradas en Lima, sin un diagnóstico de lo que pasa en el interior del país y sin previa consulta pública.
A lo apresurado del proceso y la falta de liderazgo señalados por La Contraloría yo añadiría la falta de interés de los Gobiernos Regionales y Locales, más aun de los Congresistas provincianos por retomar el proceso de descentralización y darle un nuevo impulso conquistando la tan ansiada capacidad de que las regiones (departamentos) decidamos nuestro propio futuro.