ERP. (Rossana Vera Jiménez). La Universidad de Piura (UDEP) está de fiesta. Este año cumple sus bodas de oro y hoy lo celebra a través del reencuentro de egresados, estudiantes y sus familias. Esta casa de estudios es un símbolo de nuestra Región; pues, desde sus inicios apuntó a la formación de profesionales que dediquen su vida a ser ejemplo en nuestro país y en el mundo.
Como egresada de la facultad de Derecho de la UDEP me es grato escribir estas cuantas líneas, para en nombre propio y de muchos egresados que hoy no podremos estar presentes en el tan esperado “Encuentro de Oro”, saludar y felicitar a toda la comunidad universitaria de mi alma mater; y también, realizar un pequeño recordatorio de lo que fue mi etapa de formación universitaria en sus aulas y que marcaron en mí el lema de la universidad “Mejores personas, mejores profesionales”.
Rondaba el año 2002, en mi último año de educación secundaria, me preguntaba qué estudiar y dónde. En conversaciones con mi familia, llegué a decidirme por estudiar la carrera de Derecho y mi deseo era hacerlo en la Universidad de Piura pues tenía las mejores referencias académicas. Averigüé lo necesario para saber de qué forma ingresar y en el mes de enero del año 2003 postulé a través del Concurso de Becas y Semibecas y logré obtener una de las vacantes para iniciar mis estudios en marzo del 2003.
Mi hermana mayor estudiaba ingeniería civil en la UDEP y parte de su experiencia me la compartió en una recomendación; la universidad, me dijo, “Es exigente si quieres terminar bien tu carrera debes ser constante y preocuparte por aprender. Tienes la oportunidad de egresar de una de las mejores universidades de nuestro país. Así que adelante.”.
Quienes me conocen saben que considero a mi etapa universitaria como una de las mejores de mi vida. Las razones son diversas, personalmente terminé de formar el carácter que me define, logré conocer a personas maravillosas con quienes formé una amistad que perdura en el tiempo, compañeros de estudios y profesores y obtuve una formación de una calidad humana inconmensurable y de una calidad profesional de alta valía, que me llevaron a optar por cursar mis estudios de posgrado en esta casa de estudios.
Después de once años de egresar de la carrera conservo los mejores recuerdos de mi Universidad. El bello campus universitario, que hoy ha cambiado para mejor, al generar mayor infraestructura para recibir a muchos jóvenes que, como yo en el año 2003, tienen el deseo de estudiar en esta casa de estudios. El recuerdo de las clases en las aulas del edificio de ingeniería, en el cual éramos inquilinos; la disciplina de todos los docentes de no perder ni una sola clase y exigirnos ser personas valiosas pues solo esto nos aseguraría ser profesionales de calidad.
El decir “Mi alma mater” o el “Siempre UDEP” refleja el cariño inmenso que conservo por mi universidad, pues fue mi segundo hogar por seis años de pregrado y dos de posgrado y sé que sigue siéndolo y que nos espera con los brazos abiertos cuántas veces deseemos regresar. Este sentimiento se genera por la buena disposición de todos los docentes y administrativos que han dejado huella en nuestras mentes y en nuestros corazones, quienes siguen brindado su atención y formación a las nuevas generaciones.
Una breve mención de las personas que hicieron mi estancia en la universidad una de las mejores de mi vida, sin que ella sea limitativa. Como no recordar a nuestra secretaria académica, Anita Saavedra, a quien llegabas y siempre estaba dispuesta a apoyarte y te brindaba o una solución o un consejo. Lo mismo hizo Toña Calopiña cuando le cedieron la posta en el cargo. Unas personas de un corazón grande y siempre atento con los jóvenes que nos formábamos.
Por su parte los docentes de planta, quienes al inicio nos daban temor, pero después se esmeraron en hacernos querer el derecho, por ejemplo, la Dra. Rosario de la Fuente, el Dr. Luis Castillo Córdova, la Dra. Susana Mosquera, el Dr. Carlos Hakkanson, la Dra. Karla Vilela, la Dra. Lorena Ramírez, el Dr. Percy García, el Dr. Antonio Abruña, el Dr. Víctor Baca, la Dra. Karen Peña, la Dra. Claudia Morán, el Dr. Álvaro Zegarra, el Dr. José Valle, el Dr. José Gonzáles, entre muchos más que han brindado su vida entera a formar a jóvenes de todo el país. Como bien dije esta lista no es limitativa pues no terminaría nunca de nombrar a todos los docentes que me brindaron un granito de arena en la formación profesional propia y de terceros.
La Universidad de Piura ha sido, es y será un referente académico en todas las carreras que ofrece y de una invaluable formación personal, la cual es necesaria para afrontar los desafíos de nuestra sociedad. A sus 50 años con dos campus universitarios, en Piura y en Lima, sé que renueva su compromiso con nuestra ciudad y con nuestro país para formar “Mejores personas, mejores profesionales”.
Desde lo más profundo de mi corazón: ¡Felices Bodas de Oro! Muchas gracias por realizar la noble labor de formar a jóvenes profesionales, quienes estamos decididos a servir a nuestro país desde cualquier tribuna. Uds. han inculcado en nosotros el deseo de ser mejores y dar lo mejor para nuestra sociedad.