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Alan García Pérez, la ruta del dinero de la corrupción de su gobierno y el suicidio

Andrés Vera Córdova
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ERP. Alan Gabriel García Pérez, falleció perorando su inocencia en los casos de corrupción de Lava Jato. La información última y que se encuentra descrita en la resolución judicial de detención preliminar de los 10 días que se emitió en el día el suicidio, lo señaló como el presunto líder de una red criminal que recibió solo por los dos proyectos el Metro de Lima y de la Interoceánica del Sur el monto de 24 millones de dólares.

Vi a García Pérez cuando diputado retando a Manuel Ulloa Elías, increpando a Pedro Pablo Kuczynski quien era en ese lustro Ministro de Energia y Minas y muchos más discursos que lo mostraban en su excepcionalidad. Escuché el mitin cuando Carlos Roca Cáceres con su voz grave y de buen orador lo presentaba en un estrado en la avenida Grau de Piura y lo reemplazaba él con su voz meliflua; como presidente visitó Tambogrande donde estuve presente, vino a la promulgación de la Ley de Regionalización en Tangarará y luego sus visitas a Piura y Sullana, sobre todo para anunciar el financiamiento de la tercera etapa el proyecto Chira Piura.

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Pudo la historia ser más benevolente con él; sin embargo, terminó su primer gobierno envuelto en una crisis económica insuperable producto de su impericia en temas económicos; después acusado por actos de corrupción y perseguido por el gobierno que ayudó con sus acciones a ganar en el año 1990 buscó asilo en Colombia para después ir a vivir con mucha comodidad en París. Retornó para participar en política 10 años después y para dejar en un segundo plano sus ideas de un nuevo Perú. Fue poco lo que hizo en su primer gobierno, casi nada en el segundo y fueron mínimos los votos que logró cuando intentó el tercer mandato.

El caso Lava Jato, nos demuestra la precariedad del estado peruano. La corrupción estatal se enraizó y no son casos casuales, sino al contrario forma parte de su estructura y al menos en lo que se conoce, ha comprometido de manera directa a los gobiernos del expresidente Alejandro Toledo, Alan García Pérez, Ollanta Humala y al mismo Pedro Pablo Kuczynski pero como ministro de Economía en el lustro de Toledo.

García Pérez sobre su implicancia en el caso Lava Jato, negaba siempre, decía no haber recibido dinero alguno, echaba la culpa a todos y se sustraía de su responsabilidad. Cuando encontraron las iniciales AG en las anotaciones de Marcelo Odebrecht, negó serlo, cuando el empresario confirmó que se refería a él modificó su argumento al decir que sí, pero que no mencionaba dinero alguno y cuando repetía "Otros se venden, él no" le descubrieron un pago pequeño por una exposición que tuvo que aceptar. 

El fiscal José Domingo Pérez y el coordinador Rafael Vela Barba, asumieron con con enteresa la difícil misión de ir develando la verdad de los hechos; entre oposiciones y resistencias, han logrado abrirse paso y erigirse por encima de la oposición política y conciliábulos para dejar que las cosas sigan allí y no se conozcan. Es así que se ha suscrito un acuerdo con la empresa corruptora Odebrecht para obtener confirmaciones que permitan identificar plenamente a los corruptos.

Pese a las investigaciones realizadas por el grupo Lava Jato, existió una percepción de impunidad y sobre todo tras conocer los resultados de la Comisión del Congreso la cual descartó su nombre. Sin embargo, tanto la comisión Pari como la presidida en su momento por Sergio Tejada y que el Poder Judicial impidió se continuara investigando.

El primer momento de la pérdida del poder real de García Pérez, se percibió cuando se solicitó impedimento de salida del país, tras allanarse al siguiente día buscó asilo diplomático que semanas después se lo negaron. Ya resignado a su nueva realidad se dedicó a cuestionar a Martín Vizcarra y recordar lo que según él eran sus logros de gobierno, aunque en realidad era solo parte de sus sueños más que realidades.

Respecto de Martín Vizcarra se dice mucho y se exagera igual. Es un personaje que llegó al gobierno por casualidad, no tiene ninguna dimensión de estadista, adolece de conocimientos profundos de cómo funciona el Estado y en ese contexto es respetuoso de la división de poderes, entre ellos el judicial. De manera interesada y quizá amparados en sus equívocos se le quiere asociar con la estrategia del Ministerio Público. Es improbable que lidere alguna asociación para procesar a enemigos políticos. 

Asimismo, tras el inesperado suicidio de García, se ha pretendido cuestionar la prisión preventiva y más aún descalificar la labor de fiscales y jueces, en complemento a la decisión del exmandatario, no tanto como la consecuencia de un problema de trastorno mental sino como la decisión soberana de su libertad. Muchos suicidas forma parte de las causas de muerte de nuestro país y el mundo y en realidad es demasiado complejo.

Respecto a la prisión preventiva, se dice que es excepcional y en definitiva debería ser así. Actualmente, son cerca de 36 mil presos en las cárceles que se encuentran sin sentencia, pero pocos lo sintieron tanto como para pedir que se deje sin efecto y se juzgue en libertad como debería corresponder.

Igualmente hace un buen tiempo el Poder Judicial determinó que Ollanta Humala y Nadine Heredia cumplan prisión preventiva por una presunta responsabilidad por dineros recibidos de Odebrecht. Los que levantaron su voz de protesta fueron pocos y tuvo que recurrir al Tribunal Constitucional para lograr su libertad y obtener el derecho de ser juzgados en libertad. La conducta de quienes ahora reclaman los excesos fue permisiva en este caso.

Las críticas furibundas contra la prisión preventiva se hicieron mucho más comunes cuando el Poder Judicial envió a la cárcel a Keiko Fujimori y otros y sobre todo cuando se especuló que era el camino de Alan García Pérez. Sin duda que la detención preliminar del exmandatario podría haberlo llevado a la condición de esos 36,000 presos que se encuentran en la misma condición por decisión judicial.

La situación actual ha conllevado que se hable de fascismo en un Perú, de la inquisición aunque solo se investiga a comprometidos en actos de corrupción promovida por Odebrecht y no pocos creen que se está buscando el aplauso fácil y se viene actuando para agradar a la masa. Opiniones sin duda, impropias para una realidad que es diferente. Lo único que existe es investigación de líderes políticos que delinquieron.

Lo real y es probable que la historia lo registre así; García Pérez se suicidó cuando su historia de inocencia era insostenible, que las pruebas aportadas por Barata lo ubicaba como el líder de la organización criminal y que pasaría sus últimos años encerrado en una cárcel. Frente a ello decidió su propia muerte que igualmente fue el consecuente de una depresión irreversible. 

Diario El Regional de Piura
 

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