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José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, en el injusto olvido

Miguel Arturo Seminario Ojeda
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ERP. Sin lugar a dudas, no todos los personajes de la independencia están en la memoria colectiva, y algunos su recuerdo se reduce a los círculos intelectuales que se vinculan con sus figuras o su campo de trascendencia, como lo fue José de la Riva Agüero, quien es solo recordado mayoritariamente a nivel oficial, y no popular, como sucede con otros patriotas de su misma época, que si son populares.

Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia de la DNEF del Jurado Nacional de Elecciones

José Mariano de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, nació en Lima el 3 de mayo de 1783, y falleció en la misma ciudad el 21 de mayo de 1858. Fue hijo de José de la Riva Agüero y Basso Della Rovere, y de Josefa Sánchez Boquete y Román Aulestia. Casó con la princesa belga Carolina Arnoldina Irene de Looz Corswarem, con la que tuvo 5 hijos.

Inició sus estudios en Lima, y los continuó en Europa, tomando contacto con los americanos que a través de las logias masónicas promovían la independencia de la América hispana. Regresó al Perú en 1810, vía Montevideo y Buenos Aires, donde los realistas lo tuvieron por sospechoso, instalado en Lima, se enteró de la formación de la Junta de Gobierno en Buenos Aires y de los sucesos en el Alto Perú y Chile.

Fue un patriota que estuvo en comunicación con el general San Martín, haciéndole conocer a través de cartas, sobre la situación militar de los realistas en su patria, y sobre la necesidad de venir primero al Perú, y no al Alto Perú (Bolivia), como se había planificado inicialmente, y cuando el virrey Pezuela tuvo conocimiento de este comportamiento, en 1819 ordenó su prisión en Tarma, y su posterior traslado a España, deportación que no se realizó, por la llegada de la expedición libertadora al Perú.

El espíritu patriótico de Riva Agüero lo llevó a escribir en 1816, lo que dos años después se publicó en Buenos Aires, como “Manifestación histórica y política de la revolución de América”, donde abiertamente proclama que era necesaria la salida de los hispanos que quisieran continuar en el ejercicio del poder, porque la negación de participar en la toma de decisiones a los hijos del país, era la causa principal de la insurgencia de los americanos, que en todos los dominios coloniales se levantaban contra España.

Aun estando preso, Riva Agüero continuó con su trabajo persuasivo a la oficialidad y tropa realista, su espíritu patriótico lo llevó incluso a tener contacto con el Batallón Numancia, completamente realista, y que a fines de 1820 ya era patriota, generando esperanzas entre el ejército libertador, y desconcierto entre los partidarios del rey. Riva Agüero se presentó ante el general San Martín en Huaura, y entró con el Libertador, a Lima, días antes de la proclamación de la independencia, tras lo cual fue investido con el grado de coronel de milicias.

El historiador de la república, Jorge Basadre, lo considera como el primer presidente que tuvo el Perú, y que fue nombrado por el Congreso el 28 de febrero de 1823, hasta junio de ese año, su nombramiento ocurrió después del motín de Balconcillo, tras el cual, los militares de alta graduación que lo protagonizaron, entre ellos Santa Cruz y Gamarra, pidieron al Congreso la destitución de la Junta Gubernativa que presidía el general La Mar. Riva Agüero lució la banda presidencial con los colores patrios mientras fue gobernante del Perú.

Por todos estos acontecimientos, Basadre lo ubica dentro de la corriente de caudillos que se iniciaba en el Perú, tras la proclamación de la independencia. Sin embargo, el mismo Congreso que lo elevó a tan alto cargo, lo destituyó prontamente, en junio de 1823, tras conceder a Antonio José de Sucre, facultades como las de presidente de la república, Sucre se adelantó a su viaje al Perú, por disposición de Bolívar, quien recién llegaría en setiembre de ese año.

Riva Agüero estuvo tras un armisticio con el virrey La Serna, buscaba un entendimiento a ese nivel, pese a que no hubo un acuerdo previo tras las conferencias de Miraflores y Punchauca, procuraría de esta manera, un tiempo de paz, en medio de la guerra, porque pese a la declaración de independencia en 1821, los realistas no se habían ido del país. Igualmente solicitó auxilios a la Gran Colombia, que tuvieron como resultado la llegada del general Sucre a Lima.

Después que Sucre se instaló en el país, Riva Agüero fue deportado a Guayaquil, salvándose de ser fusilado, porque el general Gutiérrez de la Fuente no acató la orden que recibió. Pasó a Europa, y en 1831 regresó al Perú, donde por razones políticas sufrió destierro más de una vez. Su descendiente directo, José de la Riva Agüero y Osma, si es más conocido que su ilustre antepasado.

Diario El Regional de Piura
 

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