ERP. Probablemente cuando nació don Augusto Bernardino Leguía y Salcedo, en Lambayeque, un 19 de febrero de 1863, nadie intuyó que se perfilaría a través de él a uno de los protagonistas que ha dejado huella en la historia nacional, al punto de ser uno de los gobernantes más nombrados de nuestra historia. Para su obra de gobierno, el historiador Jorge Basadre dedica casi tres tomos de su Historia de la República.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia de la DNEF del Jurado Nacional de Elecciones
Afirmado por unos, y negado por otros, hemos leído escritos que lo ensalzan y otros que lo destrozan, siendo los juicios más ecuánimes los de quienes de manera objetiva hacen juicios del pasado sin buscar intencionadamente convertir a los ángeles en demonios, y a los demonios en ángeles.
En varios artículos publicados en El Regional Piura, hemos mencionado lo que ya se sabe de él, fue un político peruano, y Presidente Constitucional de su patria: de 1908 a 1912 y de 1919 a 1930, por las reelecciones y confianza de sus partidarios y de muchos peruanos, gobernado un quincenio en total, como diría su hija Enriqueta Leguía Olivera.
Se sabe que hizo estudios mercantiles en Chile; y que oyendo el llamado de su patria, participó en la defensa de Lima, durante la guerra del Pacífico. Sin embargo no era esto lo que lo haría trascendente, sino su obra de gobierno, en cuyo período se definieron las fronteras del Perú, aun a costa de cesiones dolorosas, como la pérdida de Arica que quedó en poder de Chile.
En el universo político fue presidente del Consejo de Ministros del primer gobierno de don José Pardo y Barreda, entre 1904 y 1907; y al final de este gobierno, ganó las elecciones presidenciales de 1908, desarrollando una labor positiva hasta 1912, pese a tener serias discrepancias con los partidarios de Nicolás de Piérola.
En 1919, participó en las elecciones presidenciales de ese año, y temiendo se frustre su triunfo, ante la evidencia de no quererse respetar el veredicto popular, tomó el gobierno, el 4 de julio de 1919, apoyado por la gendarmería. Asumió el poder como presidente provisorio y el Parlamento lo eligió Presidente Constitucional el 12 de octubre de 1919.
Su gobierno es conocido como la «Patria Nueva», por su visión de modernizar el país, y por pensar en aquellos que vivían fuera de las cifras oficiales y en la pobreza, pues era una época de profundas reflexiones con respecto a los indígenas, instituyéndose incluso un día, para reflexionar sobre el significado del indio en la economía nacional, y como debería considerársele e incorporársele, a la estructura y dinámica de la economía. En 1924 salió a luz el libro Nuestra Comunidad Indígena de Hildebrando Castro Pozo, de contenido reflexivo y crítico para la legalización de las comunidades indígenas.
Durante su segundo mandato fue la conmemoración del Centenario de la Proclamación de la Independencia Nacional, y posteriormente los de las batallas de Junín y Ayacucho. La conmemoración fue extraordinaria, con la presencia de delegaciones llegadas desde diferentes rincones del mundo.
En Piura, su obra de gobierno está vinculada profundamente a la modernización de los sistemas de riego, y a la reconstrucción urbana de los lugares afectados por las lluvias de 1925 y 1926, entre ello se cuenta el ensanchamiento y revestimiento con cemento del antiguo canal de los incas; y obras similares en el Bajo Piura. Los sullaneros lo recuerdan por la Ley 1441, de creación de la Provincia de Sullana.
Como llevamos dicho, Augusto Bernardino Leguía y Salcedo nació el 19 de febrero de 1863 en la ciudad de Lambayeque, fue hijo de Nicanor Leguía y Haro y de María del Carmen Salcedo Taforo. Falleció el 6 de febrero de 1932.