ERP. Si bien en Piura no hay registro de encuentros bélicos memorables, por la causa de la independencia, eso no significa una ausencia en esa fase de la historia nacional. Los piuranos y las piuranas contribuyeron a la causa de la independencia nacional, con dinero, especies, y no pocas veces con sus propias vidas.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia de la DNEF del Jurado Nacional de Elecciones.
En “Piura y la independencia”, libro de mi autoría que salió a luz en 1994, dimos a conocer detalles de lo acontecido en Piura entre 1810 y 1824, de los meses previos a la proclamación de la independencia, y a lo sucedido posteriormente, entre ellos lo relacionado con la celebración por la victoria de Junín, y pocos meses después, por la victoria de Ayacucho, tanto como dimos a conocer una relación de biografías, entre las que se contó a los piuranos presentes en Ayacucho.
Faltan dos años para la conmemoración del bicentenario de la batalla de Ayacucho, y la ocasión es propicia para evocar a quienes hicieron posible esta gloria que consolidó la independencia nacional, con la sangre de muchos peruanos y americanos, y unos pocos de otros continentes, que coadyuvaron para alcanzar un logro que se quedó para siempre en la memoria colectiva.
En cada país hay batallas memorables por su independencia, Ayacucho y Junín están en la memoria colectiva de los peruanos, Chacabuco y Maipú lo están entre los chilenos, y la batalla de Pichincha en Ecuador; en Perú también hay otras batallas que como Zepita y Moquegua, en el 2023 se acercan al bicentenario de su protagonismo, aunque, quizá por haber sido derrotas para los patriotas, no se recuerdan colectivamente, como las de Junín y Ayacucho.
-Quizá es dable señalar, que la lucha por la libertad e independencia del Perú, tuvo en la victoria de Ayacucho, el comienzo para la delegación de poder a sus autoridades a través de mecanismos democráticos, como ya se había ensayado en 1810, 1812, y 1822. Después de 1824 se asomaría la democracia como una práctica azotada por muchas sombras, pero que al fin, triunfante, sigue presente en el desarrollo nacional.
La batalla de Ayacucho fue un suceso protagonizado el 9 de diciembre de 1824 en Pampa Quinua, en las alturas de Huamanga, ubicada a más de 3000 metros sobre el nivel del mar, en las cercanías de la ciudad de Ayacucho. Y tal fue su trascendencia, que se convirtió en uno de los hechos más memorables de la gesta por la independencia del Perú y de América, tomándosele como una coyuntura, para hablarse de antes de Ayacucho, y, después de Ayacucho.
En el encuentro, protagonizado en el contexto de las guerras por la independencia, se enfrentó el ejército patriota bajo el mando del mariscal Antonio José de Sucre, con fuerzas patriotas amigas, que en conjunto se enfrentaron a los realistas americanos y españoles, reacios a aceptar la independencia que ya resultaba indetenible.
Es conocido que al final de la batalla, el triunfo fue de los independentistas, con la consiguiente derrota de las fuerzas realistas, con lo que se aseguró la independencia de Hispanoamérica, como se informó de inmediato al general Bolívar. Se acababa así el dominio hispano, el continente fue liberado, en medio del triunfo de los patriotas que vieron coronada su victoria en Pampa Quinua.
Trascendencia de Ayacucho
Antonio José de Sucre es el personaje mayor, el general Simón Bolívar, protagonista de Junín en agosto de 1824, no se encontró presente en el gran suceso del 9 de diciembre de ese año, la gloria estaba reservada para Sucre, cuya corta vida no fue obstáculo para que su figura creciera hasta alcanzar la dimensión por la que se le recuerda, como civil, y como militar.
Tan presente se mantiene esta gesta, que no solo hay calles y avenidas con el nombre de Ayacucho. Hay clubes, organizaciones culturales, en Lima uno de los principales paseos capitalinos se llama 9 de Diciembre, y el nombre de sus principales protagonistas también está en la nominación de las calles.
Ayacucho siempre estará presente en la memoria nacional, generación tras generación siempre tendrá en el recuerdo los sucesos del 9 de diciembre de 1824, no solo porque la memoria de los combatientes, así lo demanda, sino, porque la gratitud motiva ese reconocimiento, a quienes, inspirados en el ideal del romanticismo, hicieron suya una causa, para ver brillar un sol pleno de la igualdad que afloraría tras la independencia.
Sin embargo, la esperada igualdad se retrasaría tanto, que aún, para algunos no llega esa consideración, después de 200 años de proclamación de la independencia nacional, pese a que en los últimos tiempos se ha luchado y se logrado concesiones para los no considerados en el ejercicio de la ciudadanía, por ejemplo.
A casi 200 años, después de Ayacucho, ya votan las mujeres, los iletrados, los militares en ejercicio, los peruanos en el extranjero, los sacerdotes y las religiosas, se ha considerado cuotas de representación para jóvenes en los municipios, indígenas, mujeres, y otros logros asociados a la paridad y alternancia, situaciones que hasta fines del siglo pasado, eran parte de las luchas con logros inalcanzables, y que no se pudieron contar en la conmemoración del centenario, en 1924.
Los americanos y las batallas por la independencia
Dentro de la historia del Perú independiente, se protagonizó un conjunto de batallas y otros hechos memorables, que se han quedado para siempre en la memoria de los peruanos, y en los registros sobre estos sucesos. Hasta fines del siglo XIX se anota que existieron en Lima y otras ciudades, varios sobrevivientes de Junín y Ayacucho, y de otras glorias asociadas a la independencia del Perú y de América.
Cuando la patria americana convocó a sus hijos para luchar por su libertad, acudieron a su llamado retoños del continente desde todos sus rincones, y Ayacucho, gesta heroica por la independencia de América no fue la excepción, ya que en esta memorable batalla, como ocurrió en Junín hacía unos meses, los americanos actuaron en bloque.
La lucha por la libertad y la democracia convocó a los americanos que se habían propuesto obtener una situación de igualdad frente a otras naciones del mundo. Y fue esa conducta inspirada en el romanticismo, lo que los llevó a luchar en Pichincha, Moquegua, Zepita, Junín y Ayacucho, como en otras batallas por la libertad de su patria.
El Centenario de Ayacucho generó la organización desde el gobierno, que en una serie de actos buscó destacar la trascendencia de lo rememorado, siendo la inauguración del Panteón Nacional de los Próceres, quizá el acto más llamativo, en medio de los debates que se vivían por el indigenismo que valoraba el rol de la población nativa en la sociedad peruana, en todos los campos del quehacer social.
Sin embargo pasaría mucho tiempo para que se entronice junto a los otros, a los peruanos de oriundez nativa, con el reconocimiento que se les debió tributar desde el comienzo, por haber dado sus vidas junto a los mestizos y criollos, por la libertad e independencia del Perú. En lo que va del siglo XXI, son varios los próceres que ya cuentan con ese reconocimiento oficial, y la divulgación de sus vidas heroicas, es tarea que compromete la voluntad de personas e instituciones.
Piuranos en Ayacucho
Murieron en la batalla, según se lee en sus fojas de servicio en el Archivo Histórico Militar del Centro de Estudios Histórico Militares del Perú, un conjunto de peruanos, sin embargo hoy destacaremos a algunos de los piuranos que estuvieron en esa épica jornada, no todos murieron, hubo muchos que ostentaban con orgullo las heridas recibidas.
Francisco Alvarado Ortíz, paiteño, nacido en 1798, y fallecido en 1878, llegó a general de brigada; se había incorporado al Ejército Patriota desde el 14 de noviembre de 1821, peleó en las batallas de Pichincha y de Zepita, y en las de Junín y Ayacucho; también se encontró en Ayacucho, terminó su carrera como teniente coronel, había nacido en Piura en 1803. Otro combatiente de ese apellido fue el huaquillano Pedro Alvarado Siáncas quien fue declarado Benemérito de la patria en grado eminente.
Se cuenta entre los combatientes a Juan Álvarez, premiado con medalla y diploma; Tomás Arellano Gallo, quien fue condecorado por su participación en Junín y Ayacucho; a Bartolomé Atocha; Mariano Bermejo Vásquez, Santiago Carrillo, José María de la Cruz, Tomás Farfán Farfán, Tomás Farfán Manzanares, Gerónimo Garrido del Castillo, Manuel Godos, Manuel Godos Niño, y Agustín Guarnizo Villano.
Con ellos participaron, Tadeo Herrera Ruiz, el huancabambino Manuel Jibaja, el sullanero Bernardo Mogollón, Ramón Olivos Dioses, Gregorio de la Paz Córdova, el amotapeño José Antonio Peña Flores, Juan Ramírez Crisanto, Idelfonso Ramos, José María Raygada Gallo, Manuel Eugenio Raygada Gallo, Juan Ruiz Villarreal, y José María Saldarriaga Huaca.