ERP. Aún recuerdo la emoción con la que mi hermana mayor, Juana, refirió haber escuchado por primera vez en Piura al doctor José Agustín de la Puente Candamo y a Mario Vargas Llosa en Piura, lo dijo de tal manera cuando regresaba a Sullana un viernes mientras cursaba estudios superiores en esa ciudad, le parecieron oradores extraordinarios, y así los recordaría siempre.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia de la DNEF del Jurado Nacional de Elecciones
Hace 100 años exactamente nació un gran historiador del Perú, el doctor José Agustín de la Puente Candamo, suceso registrado en Lima, un 22 de mayo de 1922, cuando en nuestra patria aún se mantenían los sabores conmemorativos del Centenario de la Proclamación de la Independencia Nacional, situación que se mantendría hasta 1924.
Si bien para los peruanos e hispanoamericanos, la figura de don José Agustín de la Puente Candamo resulta memorable, por su vinculación con organismos académicos del mundo hispanohablante, para los piuranos esta figura es muy recordada, no solo entre los exalumnos de la Universidad de Piura, UDEP, a la cual estuvo ligado, sino también para toda la colectividad de lectores, que más de una vez conocieron de sus publicaciones a través de la Colección Algarrobo, y de diversas editoriales, desde donde los hizo conocer los frutos de su investigación.
El año pasado vivimos la sensación extraordinaria del Bicentenario de la Independencia Nacional, y nos sigue emocionando su evocación, que sin lugar a dudas irá más allá del 2024, y su carácter tendrá un sentido más afectivo, cuando ya los rigores impuestos como consecuencia de la pandemia nos hayan liberado de todos los temores que afectaron a todo el mundo.
Ya he rememorado en un artículo, lo emocionante que fue para mí tener en 1964, la colección “Hombres del Perú”, que sin lugar a dudas, hoy, por los considerandos de este tiempo, se llamaría “Hombres y Mujeres del Perú”, y fue emocionante porque se asomaron de un solo golpe, las biografías de peruanos y de peruanas ilustres, que al tenerlas en casa, producían un efecto, como el que ahora se genera por internet, cuando consultamos sobre la vida de un personaje.
Tras la lectura de su publicación en la mencionada colección, vendría la de uno de los discursos inaugurales en el año académico de la UDEP, y el tomo VI de Historia General del Perú, referido a la independencia, publicado en 1993, entre otros de su autoría, y así sucesivamente varios artículos que ubicaban magistralmente a los lectores, en el universo temporal al que se referían los hechos.
Leer la obra del doctor José Agustín de la Puente Candamo, me llevó a verificar en él, no solo su pasión por la historia, sino a conocer al historiador ecuánime e imparcial, que sin apasionamientos, y de manera objetiva recreaba el pasado, tal como lo decía el historiador César Pacheco Vélez, cuando se refería a la necesidad de ubicarse en el contexto temporal, para juzgar los acontecimientos, tal como fueron.
José Agustín de la Puente Candamo fue hijo de José de la Puente Olavegoya y de Virginia Candamo Álvarez-Calderón, y nieto de uno de los gobernantes del Perú de comienzos del siglo XX, el presidente Manuel Candamo Iriarte, a quien hace unas semanas le dedicamos un artículo, compartido a través de El Regional Piura.
Hoy valoramos la ligadura del doctor de la Puente con los estudios sobre la independencia nacional, mencionando su investigación sobre Planes monárquicos de San Martín, extraordinario motivo para recordarlo aún más en estas evocaciones que se hacen en el Perú, con motivo del Bicentenario.
Al doctor de la Puente lo conocí en el Instituto Riva Agüero de la Pontificia Universidad Católica, y en la Academia Nacional de Historia, que llegó a presidir; también coincidimos en actividades organizadas por el Instituto Sanmartiniano del Perú, en la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia, y en el Centro de Estudios Histórico Militares del Perú, a las que perteneció.
Como llevo referido, el doctor de la Puente Candamo estuvo vinculado a la Pontificia Universidad Católica y a la Universidad de Piura, entidades que como la Academia Nacional de la Historia guardaran su memoria y continuaran difundiendo su obra. Nos consta que muchos de sus exalumnos guardan el grato recuerdo de un investigador de la Historia y de un gran humanista, y como lo hemos leído, de un “amante del país”, a través de las luces que dio sobre el pasado histórico peruano.