ERP. Aunque no hacía falta para los sureños del Perú, lo oficial es necesario, y al fin, el 4 de abril pasado, dos heroínas peruanas han sido declaradas precursoras de la independencia nacional, Cecilia Túpac Amaru, y Tomasa Tito Condemayta, mujeres ligadas a la gesta del precursor Túpac Amaru.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia del Jurado Nacional de Elecciones
Los nombres de estas mujeres a más de existir en la memoria de los cusqueños y puneños, solo eran conocidos por los académicos y por los estudiosos de la Historia, que como Juan José Vega, hicieron oportunamente biografías de estas dos mujeres vinculadas a la epopeya por la independencia del Perú.
En el panteón Nacional de los Próceres se ha develado dos placas recordatorias durante la gestión del General Herrmann Hamann Carrillo, Presidente del Centro de Estudios Histórico Militares del Perú, una, en homenaje a las patricias de la independencia, que en 1822 fueron reconocidas por el general San Martín, entre las que se encontró la madre del pintor piurano Ignacio Merino, y en el que debió encontrarse Luisa Godoy, por los servicios prestados a la patria, en la campaña de la libertad del actual Ecuador, que partió desde Piura hasta Pichincha.
La otra placa fue develada, en homenaje a las Mártires de la Caravana de la Muerte, es decir, en memoria de las mujeres tupacamaristas condenadas a destierro perpetuo, entre las que se encontraron mujeres emparentadas con José Gabriel Condorcanqui, y otras de amistad muy cercana a él. Este gesto demuestra que la mujer dentro de la historia del Perú ha tenido un gran rol protagónico.
Cecilia Túpac Amaru, de acuerdo a la publicación de Juan José Vega, y de Guido Amílcar Ancóri Cervantes, nació en Sicuani, Cusco, en 1742, con el nombre de Cecilia Escalera, quien trasladada a Surimana, fue adoptada por Marco Túpac Amaru y Marcela Castro, tíos de Túpac Amaru, quienes le prodigaron crianza como hija propia, por lo que se consideraba prima hermana de Túpac Amaru. Tempranamente se unió en matrimonio a Pedro Mendiguri, quien también se destacaría en la gran rebelión del sur.
Cecilia Túpac Amaru, fue una especie de administradora en la rebelión, y encargada de la logística junto con Micaela Bastidas, y se le considera motivadora de los rebeldes, para que se mantengan firmes y fieles a la causa que habían hecho suya, y a no dejarse atemorizar por las amenazas de los españoles del Cusco.
Tras el triunfo de los realistas, las mujeres no fueron excluidas de las condenas en igual grado que se dio a los hombres, las sentencias de muerte no las exceptuaron, pereciendo junto a los dirigentes, ya fueran esposos, hermanos o familiares cercanos. Micaela Bastidas, Marcela Castro, la madre adoptiva de Cecilia, y Tomasa Tito Condemayta fueron condenadas a muerte terrible.
A Cecilia Túpac Amaru la llegaron a exhibir desnuda, a más de hacerle azotar públicamente con 200 latigazos, y sentenciada a diez años de exilio en México, pero murió en prisión antes de la salida de la Caravana de la Muerte, como da parte el párroco de Cusco Buenaventura Loayza, quien escribió el 19 de abril de 1783, que murió el día anterior, y fue enterrada en el Sagrario de la Catedral, en la ciudad imperial. El Visitador Antonio de Areche la sentenció el 14 de julio de 1781, acusándola de complicidad con Túpac Amaru, fue él quien determinó lo de los 200 azotes, y su destierro por 10 años a México.
De Tomasa Tito Condemayta, se sabe que fue descendiente de la nobleza incaica, hija del cacique Sebastián Tito Condemayta, y de Alfonsa Hurtado de Mendoza, y que de adulta tuvo mucho poder económico. Nació en Acos en 1740, y murió en Cusco el 18 de mayo de 1781, ejecutada junto al inca rebelde y a su esposa.
Desde el comienzo de la rebelión, fue partidaria de ese desafío a los realistas, defendiendo los ideales de su pueblo. Se considera que fue la mujer de más alto rango en la campaña. Fue capturada por los realistas junto a Micaela Bastidas y a Túpac Amaru, y condenada a muerte por estrangulamiento, sufriendo previamente el corte de la lengua, vejámenes y torturas. Finalmente su cuerpo fue descuartizado y dispersado.
Hay otras mujeres que esperan igual reconocimiento; y aún hay otras que sin estar en la condición de precursoras o heroínas, estuvieron presentes en la hora en la que la patria las llamó para luchar por su defensa, la libertad y la independencia.