ERP. Indudablemente en cada proceso electoral se miden las fuerzas políticas que se disputan la captura del poder, y como cabezas de listas se ubica a las personas cuya existencia no es desconocida para la ciudadanía, y para esto se usan una serie de mecanismos asociados a la propaganda política, que funciona de manera parecida a la publicidad comercial.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia del Jurado Nacional de Elecciones
La propaganda política en estos tiempos se vale de una serie de estrategias tan conocidas por los ciudadanos y ciudadanas, habiendo quedado atrás el tiempo del pisco y de la butifarra, aunque a veces esas tomas de decisiones se han visto influidas por las circunstancias del momento, en las que priman asuntos emocionales, como ocurrió en 1866, y en otros procesos para delegar poder a las autoridades.
El prestigio es una herramienta de posicionamiento de los candidatos, y aunque el poder político circule como una mercancía, necesitándose de inversión en propaganda radial, de prensa escrita y televisiva; en otros tiempos, la prensa escrita, y el uso de volantes, papeletas, pregoneros, cartillas de difusión, y de la violencia, no pocas veces, estuvieron en los procesos electorales del Perú, en el siglo XIX.
En el caso de Mariano Ignacio Prado, el prestigio estaba asociado a la defensa de la patria en la Guerra con España, su levantamiento en contra del tratado Vivanco pareja que resultaba agravante para los intereses del país, y su protagonismo en la contienda que terminó en una victoria peruana y sudamericana, lo catapultaron como una figura aureolada de prestigio en todo el territorio nacional.
Tras esto, se convocó a un proceso electoral para un Congreso Constituyente, del que contamos con información sobre las vivencias en la provincia de Paita, que se llevaron a cabo en noviembre de 1866, y pese a que los resultados electorales se previeron para enero de 1867, por las distancias desde Lima con el interior, en Piura, desde el primer momento se dio por ganador absoluto del proceso, a Mariano Ignacio Prado.
Fueron elegidos representantes por Paita, Enrique Espinoza, como titular, y suplente a Manuel León Seminario. El triunfo de Espinoza se decidió en Querecotillo, Sullana, Colán, Tumbes, y, La Huaca. El perdedor, Leónidas Echeandía, a quien ni los sullaneros apoyaron, pese a la defensa que hizo por el distrito en la legislatura anterior, quiso boicotear las elecciones apoyado por la junta Electoral provincial, pero ni por eso logró su cometido, como da cuenta el periódico “El Sol de Piura”.
El resultado electoral en la provincia de Paita fue de 1550 votos para Mariano Ignacio Prado, 10 para Ramón Castilla, 3 para José Balta, y 1 para Pedro Diez Canseco, una diferencia notoria a todas luces. Se dijo que en Sullana y Querecotillo, los ciudadanos votaron por Prado, por la asignación de preceptores para las villas de Sullana y Querecotillo, capitales de los distritos homónimos. Para entonces el sistema electoral era indirecto, los ciudadanos elegían a los electores por parroquias, y estos a los diputados y senadores de cada jurisdicción provincial y departamental, en este caso, en 1866 se eligió a constituyentes.
A partir de 1867, representaron a Piura durante el gobierno de Mariano Ignacio Prado, los diputados Pedro Castro Zapata, por Ayabaca, Luis Mesones por Huancabamba, Enrique Espinoza por Paita, y Federico Manrique y Baltazar León Seminario, por Piura. El político Luis Mesones fue abogado y diplomático, había nacido en Huancabamba, en 1825, y falleció en Lima el 16 de diciembre de 1879. Como diplomático representó al Perú en varios países de Europa y Sudamérica, tanto como encargado de negocios ante la Santa Sede.
El Congreso expidió la Constitución de 1867, que vino a ser la octava en el Perú, durando apenas hasta enero de 1868, como consecuencia de la revolución de José Balta, que sacó del poder político a Mariano Ignacio Prado. Balta había sido perdedor en el proceso electoral de 1866, Luego gobernaría el Perú, hasta su asesinato en 1872.