ERP. El extenso virreinato del Perú, abarcó todas las posesiones españolas en Sur América, excepto en Venezuela. Poco a poco, en el siglo XVIII, se fueron creando otras jurisdicciones con igual categoría, pero pese a la autonomía, nunca se perdió el vínculo con el Perú. Sobre todo en el momento de la lucha por la independencia, solo a partir de la segunda mitad del siglo XIX, y comienzos del XX, es que se puede apreciar una ruptura de vínculos culturales, sobre todo con la Argentina, por la enorme cantidad de migrantes de todas las nacionalidades de Europa y Asia, que impusieron sus propios patrones culturales.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia del Jurado Nacional de Elecciones
Administrar tan extenso territorio resultaba difícil a los funcionarios de la Corona de Castilla, de manera que no hubo mejor salida práctica, que dar autonomía a determinadas jurisdicciones, integrando varias audiencias en un solo virreinato, como ocurrió con el del Río de la Plata. Cuando en mis clases de historia, en la Universidad Católica de Córdoba, se hablaba del virreinato, para nada se mencionaba el vínculo cultural con el Perú, y hasta me pareció observar, una especie de rechazo, a la dependencia jurisdiccional que tuvo el Rió de la plata, por más de 200 años, con respecto al virreinato del Perú. Solo escuché mencionarlo años después, al Presidente de la Academia Argentina de la Historia, el día de mi incorporación.
Hasta donde conocemos, la creación del Virreinato del Río de la Plata, tiene sus orígenes en la Real Cédula del 1 de agosto de 1776, dada por el monarca español, ese día, en San Ildefonso, al nombrar a don Pedro de Cevallos como un virrey temporal en lo que sería el Virreinato del Río de la Plata, previo informe del virrey del Perú, y de otros funcionarios afincados en Lima. Para entonces, Córdoba tenía más méritos para ser la capital, pero se prefirió a Buenos Aires, por ser el puerto de entrada y salida de ese espacio.
Al mismo tiempo que ordenó el reconocimiento como virrey a Cevallos, determinó que, “he venido en crearos mi virrey, Governador y Capitán General de las de Buenos Aires, Paraguay, Tucuman, Potosí, Santa Cruz de la Sierra, Charcas y de todos los corregimientos en mis Provincias, pueblos y territorios á que se extiende la jurisdicción de aquella Audiencia, la cual podéis Presidir en el caso de ir a ella, con las propias facultades y autoridad que gozan los demás Virreyes de mis dominios en las Indias, según las leyes de ellas: comprendiéndose así mismo bajo de vuestro mando y jurisdicción los territorios de Mendoza, y San Juan del Pico, que hoy se hallan dependientes de la Gobernación de Chile”.
Nuevos documentos reales se dieron alrededor de la Cédula del 1 de agosto de 1776, en los que se refleja la preocupación del Rey, por las pretensiones lusitanas, de apropiarse de territorios que no les correspondía, como el caso de la Banda Oriental, hoy Uruguay. Nació así el flamante virreinato, con una gran extensión, es decir los actuales países de Bolivia, Argentina, Paraguay y Uruguay.
Como señalé al comienzo, eso no significó el rompimiento cultural con el Perú, el vínculo se mantuvo, como se evidenció en el Congreso de Tucumán, en la propuesta de Manuel Belgrano, gran patriota argentino, de instaurar una monarquía, que reconciliara a ambos mundos, el europeo y el americano, a través del matrimonio de un miembro de la realeza europea, con una descendiente de los incas.
Durante el proceso de la independencia los lazos de hermandad se mantuvieron inquebrantables, San Martín, arquetipo de la libertad e independencia de América, vino al Perú, proclamó la independencia, asumió el protectorado por la libertad del naciente Estado, y convocó al primer Congreso Constituyente, para que se determinase, con participación de los peruanos, la forma de gobierno que correspondiese, y se diera la primera Constitución.
José de San Martín es un ícono en la historia del Perú, Chile y la Argentina, su memoria se mantiene viva en los tres países, y en todos los hombres y mujeres que en el mundo, reconocen en él, las cualidades que adornaron todas las facetas de su vida, en lo civil y militar.