ERP. Estamos en el año del Bicentenario de la Independencia nacional, que si bien destaca la proclamación del 28, y la jura del 29 de julio de 1821, este episodio fue el comienzo de lo que vendría después, hasta 1824, en que dos grandes batallas, que no fueron las únicas en territorio nacional, marcaron para siempre su recuerdo en la memoria colectiva de todos los peruanos.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia del Jurado Nacional de Elecciones
Los peruanos luchaban por un mundo con libertad, con ideales de igualdad, en el que la democracia signara el futuro de la patria, y por eso estaban empeñados desde fines del siglo XVIII, iniciándose una gesta que acabaría recién a fines de 1824, con la gloriosa batalla de Ayacucho.
Hoy recordamos la Batalla de Junín, episodio heroico en el que estuvieron presentes Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, un 6 de agosto de 1824, y con ellos, un gran número de soldados peruanos y de Hispanoamérica, batalla en la que estuvieron muchos piuranos que se habían enrolado al ejército de la patria. También se ligaría a esta batalla, un liberteño de San Pedro de Lloc, que se estableció en Piura, específicamente, en Tambogrande.
Junín es un espacio que para los peruanos se ha convertido en un santuario patriótico, ese perímetro, escenario de la batalla, movió a los peruanos de ambos bandos, a luchar aguerridamente, porque hubo peruanos entre los realistas y entre los patriotas, ambos buscaban la victoria, que finalmente fue mérito de los patriotas, mientras los realistas veían su ejército diezmado, y los sobrevivientes de este bando, quedaban con la moral muy baja.
Simón Bolívar había llegado al Perú, después de la retirada del Libertador, general José de San Martín, y continuó la guerra de emancipación, investido con todos los poderes que le confirió el Congreso Constituyente. Bolívar tuvo que hacer frente a los realistas de la sierra central, y del sur del Perú, y para esto disponía de más de 10.000 hombres armados.
Mientras tanto, el ejército realista enfrentaba intrigas internas, y una revolución capitaneada por el general Olañeta, debilitándose las fuerzas virreinales, que se empecinaban en negar que su presencia en América ya no tenía sentido, y quizá temían ser acusados y juzgaos por traición, si aceptaban una convivencia pacífica con los patriotas. Bolívar supo aprovechar estas circunstancias y se dispuso a enfrentarlos, contando además con el apoyo de alrededor de 1500 montoneros, que formaron las guerrillas de apoyo al ejército.
La batalla tuvo como escenario la Pampa de Junín o Meseta de Bombón, situada a orillas del lago llamado Junín o Chinchaycocha. Se combatió con armas blancas y caballería, triunfando sobre el ejército realista del norte, que además tuvo un significativo número de deserciones, y pérdida de material de guerra, es decir, este ejército realista quedó desbaratado.
El 2 de agosto Simón Bolívar pasó revista a su ejército, arengándolo con la conocida proclama, que aprendíamos desde la primaria: ¡Soldados! Vais a completar la obra más grande que el cielo ha encomendado a los hombres: la de salvar un mundo entero de la esclavitud.
¡Soldados! Los enemigos que van a destruir se jactan de catorce años de triunfos. Ellos, pues serán dignos de medir sus armas con las de ustedes que han brillado en mil combates.
¡Soldados! El Perú y la América toda aguardan de ustedes la paz, hija de la victoria, y aún la Europa liberal os contempla con encanto, porque la libertad del Nuevo Mundo es la esperanza del Universo. ¿la burlareis? No. No. ustedes son invencibles.
El 6 de agosto de 1824 se libró la batalla, y el triunfo fue aplaudido por toda la América. Canterac, el jefe realista fue derrotado, pese a todas las estrategias de victoria que practicó su ejército. Se destacaron en el bando patriota, el coronel Isidoro Suárez, Miguel Cortés del Castillo. Andrés Rázuri, el general Andrés de Santa Cruz, los libertarios Miller, y Silva, entre otros grandes hombres que apostaban por la libertad del Perú y de América. Fue una victoria del Ejército Unido.