Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda. Hoy 28 de agosto la Biblioteca Nacional del Perú está de aniversario. La primera vez que entré a sus salas de lectura, es una experiencia que no puedo olvidar, y fue en 1979, varios años después de conocer la Biblioteca Mayor de la ciudad de Córdoba, Argentina, cuya impresión guardo hasta hoy, y la recuerdo cada vez que estoy en esa ciudad, cuando nuevamente la vuelvo a visitar, si el asombro fue grande en Córdoba, más grande fue el experimentado en la capital peruana.
Ingresé a la Biblioteca Nacional, primero para leer “A la sombra del ombú”, libro de la uruguaya Delmira Agustini, y sucesivamente otros libros, hasta que en 1983, empecé a investigar en el área de fondos especiales, deleitándome con los manuscritos del siglo XVI al XX, para complementar la investigación que hacía también en el Archivo General de la Nación, la Sociedad Geográfica de Lima, y el Archivo Histórico Militar; desde entonces, la Biblioteca Nacional del Perú, es uno de los lugares frecuentes de mis investigaciones.
La Biblioteca Nacional del Perú, como podemos leer, es “una institución pública que depende del Ministerio de Cultura, y alberga una colección de libros, periódicos, revistas, manuscritos, diversos documentos históricos, públicos, comunales y particulares; filmes, fotografías, 'cedes' y otros análogos, erigiéndose así como orgullo y símbolo vivo y útil de la nación peruana”; funciona en dos sedes, una en el centro de Lima, y otra en San Borja.
Hoy recordamos a la Biblioteca Nacional, porque fue un 28 de agosto de 1821, en que el general José de San Martín la fundó, a iniciativa de su Ministro de Guerra y de Gobierno, don Bernardo de Monteagudo, donando el mismo Protector de la Libertad del Perú cerca de 700 libros, y Monteagudo donó su biblioteca personal; a los que se sumaron los libros confiscados por las autoridades virreinales, unos años antes a los jesuitas; sin embargo, en el escenario de la guerra de la independencia, y cuando los realistas tomaron Lima entre 1823 y 1824, se perdió buena parte de sus fondos bibliográficos, episodio que se repitió en los años de la Guerra del Pacífico, cuando las tropas chilenas ocuparon Lima.
En noviembre de 1883, Ricardo Palma fue nombrado director de la Biblioteca, y al constatar la merma tremenda de los fondos de libros, manuscritos y otros objetos valiosos, inició la campaña de acopio entre los limeños, entre sus amigos a nivel nacional e internacional, y todo cuanto pudo ponen en práctica para dejarlos en la Biblioteca, que fue reinaugurada al año siguiente; por esta labor, se recordará a Palma, como el “Bibliotecario Mendigo. En 1884, Palma solicitó a Chile la devolución del material saqueado por las tropas chilenas, y por orden del presidente Domingo Santa María, se devolvieron 10000 libros, y una nueva devolución se hizo en el 2007.
En la vida de la Biblioteca Nacional, hubo otro hecho trágico el 10 de mayo de 1943, cuando un incendio destruyó parte de su valiosísimo material, reduciendo el lugar a escombros, era entonces director, don Carlos A. Romero, para entonces la Biblioteca Nacional tenía cerca de 200000 volúmenes, entre los que se contaban manuscritos e incunables. Tocó al historiador Jorge Basadre, la reconstrucción de esta Catedral de la Cultura Nacional, quien creó la Escuela Nacional de Bibliotecarios en 1944.
Uno de los directores de la Biblioteca Nacional, ha sido el sociólogo piurano Sinesio López, entre el 2001 y 2006, durante el mandato del presidente Alejandro Toledo; durante la administración de Sinesio López, se terminó e inauguró el nuevo local en San Borja, y se inició el traslado de las colecciones, desde la avenida Abancay, hasta el moderno y bien equipado edificio.
En la Biblioteca Nacional se conservan muchos manuscritos e impresos de todo el país y del extranjero, no siendo ajenos los relacionados con Piura en general, entre ellos, un conjunto de escrituras de varios notarios que faltan en su Archivo Regional, el censo de 1840, manuscritos del poeta Salaverry, el documento de la fundación de Sullana y Tambogrande, y otros pueblos en Piura, así como otros tantos ejemplares, entre los que se cuentan fotografías, que sería largo enumerar.