ERP. La vehemencia conservadora enfiló toda su artillería panfletaria para impedir en 1912 se otorgara el Premio Nobel de Literatura al escritor y dramaturgo liberal Benito Pérez Galdós. En 1904 se otorgó el Nobel a José Echegaray (1832-1916) y al poeta provenzal Fréderic Mistral. Entonces la crítica no fue agresiva ni encarnizada. Hoy Pérez Galdós sigue siendo pionero del realismo. Y sus libros siguen siendo leídos. De Echegaray nadie se acuerda.
Por: Miguel Godos Curay
Docente universitario
La mirada quieta (de Pérez Galdós), el libro reciente de Mario Vargas Llosa, editado por Alfaguara, 212 pp. Es un análisis profundo, tras una lectura crítica puntual y erudita de la producción narrativa y teatral de Pérez Galdós considerado un autor esencial de la literatura española contemporánea. Nadie la supera en “dedicación, inventiva, empeño y soltura literaria”. Sus obras superan el centenar.
Pérez Galdós, nació en Las Palmas de Gran Canaria, el 10 de mayo de 1843 y falleció en Madrid, un 4 de enero de 1920. La crítica lo define como un hombre: cordial, liberal, laico y políticamente un republicano amigo de conservadores y progresistas. Murió pobre y arruinado. La ceguera le impidió escribir lo que obligó a dictar sus textos con las crecientes dificultades del agotamiento físico y el desconsuelo. A sus 76 años vivía en un cuarto de hotel de un sobrino suyo, solo y enfermo. Refieren sus biógrafos que a los 76 años, un año antes de su muerte, permitió que se le erigiera una escultura en el parque del Retiro. Don Benito, ya ciego, pidió que lo alzaran para acariciar con sus manos la obra y lloró de emoción.
Escribe Vargas Llosa: “Pérez Galdós hizo lo que Balzac, Zola y Dickens hicieron en sus respectivas naciones: contar la historia y la realidad social de su país. Con sus Episodios estuvo en la línea de aquellos, convirtiendo en materia literaria el pasado vivido, poniendo al alcance del del gran público una versión quieta pero amena, bien escrita con personajes vivos y documentación solvente, de un siglo decisivo de la historia española”. Pérez Galdós marca un hito con el surgimiento de la novela realista en España durante la segunda mitad del siglo XIX,
Pérez Galdós, usaba el método periodístico para la obtención de información. Anotaba todo y escudriñaba detalles producto de la observación perspicaz. En 1862 escribía en los diarios La Nación y El Debate. En 1886 es Diputado por Guayama (Puerto Rico) en las Cortes. En las legislaturas de 1907 y 1910 es diputado a Cortes por Madrid por la Conjunción Republicano Socialista a la que se había adscrito. En el parlamento se caracterizó por su sobriedad. Hablaba poco pero escuchaba mucho. En la opinión certero.
Solterón empedernido mantuvo relaciones estables con varias mujeres: Lorenza Cobián González, la joven actriz Concepción Morell Nicolau, Teodosia Gandarias. Pero el amor de su vida fue la escritora Emilia Pardo Bazán, apasionada, inteligente, impulsiva y muy trabajadora. Doña Emilia lo admiraba de sobremanera. De esta solicita admiración surgió la pasión,ardiente desmedida, íntima y correspondida de un diablillo lujurioso. Ella le envió 93 cartas intensas de amor, él escribió sólo una, pero le llegó a la pepa del alma y le estremeció el corazón. En todas ellas doña Emilia lo apapachaba con frases como estas: "mí siempre amado", "mi almita", "miquiño mío", "monín" o "pánfilo de mi corazón". Las furtivas infidelidades de doña Emilia le afectaron enormemente producto de este trance agónico fueron sus novelas inseparables: (1889) La Incógnita y Realidad. La primera bajo la forma de cartas y la segunda como guion teatral.
Desde 1897 fue académico de la Lengua. Escritor prolífico comparado con Cervantes. Fue también editor de su obra. A él se debe la frase: "Mientras más libros vendo, menos dinero gano. Voy a ser el único editor que se haya arruinado a fuerza de vender muchas ediciones". Aunque nunca perdió el sentido del humor. En 1914 por iniciativa de José Echegaray, Jacinto Benavente y personalidades de la nobleza se creó la Junta Nacional de Homenaje a Pérez Galdós que buscaba recaudar fondos para asistir al escritor. Este mismo año ganó la diputación por Las Palmas de la Gran Canaria. Su proverbial pobreza se mantuvo hasta el final de sus días el 4 de enero de 1920. Su entierro al día siguiente fue multitudinario. Según la prensa 30 mil almas lo acompañaron al cementerio de la Almudena en Madrid.
Como escritor penetraba en las dicotomías de la hipocresía social confrontando la apariencia con la realidad. Muchos de sus textos tienen un sustento ideológico producto del choque del catolicismo estricto, estrecho y sectario con la espontaneidad de la genuina fe. El conservadurismo con el espíritu liberal. Advierte Vargas Llosa, puso la moral por encima de la política, distinguiendo lo tolerable de lo intolerable. En todo lo que escribe se esfuerza por ser imparcial. Fue a pesar de los pesares un hombre decente y sereno. Pérez Galdós era dueño de una mirada quieta y objetiva, que inmovilizaba todo lo que quería narrar como atributo de fidelidad a lo narrado.
Sus obras más leídas son: Doña Perfecta (1876), Marianela (1878/1899), La desheredada (1881), Fortunata y Jacinta (1887), Torquemada en la hoguera (1889), Torquemada en la cruz (1893), Torquemada en el purgatorio (1894), Torquemada y san Pedro (1895), Misericordia (1897). En teatro: Realidad (1892), La loca de la casa (1893), La de san Quintín (1894), Alma y vida (1902), La razón de la sinrazón (1915). Los Episodios Nacionales (1873) una sola historia hecha de muchas historias. Reúne diez novelas que escribió en dos años. La lectura crítica de Vargas Llosa es un acicate para los buenos lectores y periodistas que desean mejorar sus técnicas de narración y descripción.
En sus textos se perfila como un crinográfico observador experto en la descripción de ojos, bocas, orejas que convierte en espejo de la psicología, temperamento y personalidad de sus personajes. No escapan gestos, vestiduras, escenarios y paisajes. Según la crítica Pérez Galdós era muy diestro en hacerlos morir y atrapar la tristeza y el dolor. Uno de sus episodios titulado Los Ayacuchos refiere la última batalla de la Independencia, en la Pampa de la Quinua, con la que se selló la libertad de América. Otro episodio que refiere es el combate del 2 de mayo de 1866 en donde muere el ministro de guerra del Perú y héroe de la contienda José Gálvez. Este libro de ensayos y crítica de Vargas Llosa reafirma que el leer bien es un insuperable método para aprender a escribir bien. Los amigos libreros del mercado colocaron en mis manos este delicioso texto que vale la pena leer.