ERP. Arturo Davies Guaylupo es un apasionado de la luz. Con su cámara registra las imágenes y les confiere perennidad. Ayer utilizaba la sensibilidad de la película para detener el tiempo y atrapar cada instante. Arturo Davies es en buena cuenta la memoria visual de los siglos XX y XXI en Piura. No hay rincón de la Piura de ayer que escape a su pupila y a su cámara fotográfica.
Por: Miguel Godos Curay
Docente universitario
La ciudad como un escenario irrepetible, personajes, acontecimientos familiares, la historia viva de Piura está ahí en sus negativos. Es dueño de una memoria estupenda que evoca la Piura que se fue.
Don Arturo, artista y economista, maestro de vocación formó a los primeros reporteros y les enseñó a usar el laboratorio. El economista vislumbró la potencialidad productiva de Piura eso fue lo que predicó en la Universidad Nacional de Piura de la que fue alumno y posteriormente Rector. A los 92 tiene el alma fresca y un sutil sentido del humor. Su memoria recorre la ciudad en donde la picota y el mal gusto derribaron la Casona de López Albújar a cambio de una incumplida promesa bancaria de abrir en el segundo piso un centro cultural. De la casona Eguiguren en la calle Lima y otras expresiones de la arquitectura local no queda ni el polvo. Lo que no se preserva desaparece irremediablemente.
Mérito propio de don Arturo es la impresionante fotografía del Señor Cautivo de Ayabaca. La mirada penetrante y desgarrada de toca lo más profundo del alma. Dicen que el fotógrafo registró de rodillas al señor como el beato Fra Angélico que oraba y pintaba de rodillas. “Para pintar las cosas de Cristo, se debe vivir con Cristo” repetía. Pocos conocen que es por el arte de la reproducción la foto más conocida del Cautivo y está presente en todos los hogares. Don Arturo mantuvo un patético diálogo con el señor. Sin pasión no es posible asomarse a la esencialidad significante y significadora de las cosas de Dios.
En identidad nuestro paso es como el del cangrejo vamos de retroceso en todo aquello que es esencial para Piura. Basta con contemplar la Plaza Merino lo poco que queda del viejo local del Colegio san Miguel. Ahí se colocó la primera piedra del Centro Cultural Vargas Llosa pero todo fue una primera piedra, en realidad la última, aire y nada. Los viejos muros se desmoronan irremediablemente. Se nos ha metido en la cabeza la desbocada pasión para demoler todo lo que se mantiene en pie. Los únicos registros de esta Piura que languidece los preserva don Arturo.
Fotógrafos como Pedro Montero (1862-1941) quien en 1896 inauguró su estudio fotográfico y en 1899 arrendó la Galería Fotográfica de Julio Váscones en Guayaquil (Ecuador). El estudio de Montero en el jirón Arequipa era un muestrario de los encantos de la sociedad piurana. Fotografías de Montero aparecen en la revista capitalina Variedades entre 1910 y 1925 publicó más de 200 fotos de acontecimientos piuranos. Haciendas, la explotación petrolera en Talara, carnavales, carreras de autos y los severos daños del terremoto del 24 de julio 1912 y las inundaciones fueron capturadas por Montero. Para su intensa tarea requirió del concurso de los fotógrafos Juan Antonio Coronado y Nataniel Palma. También se asoció con los pintores italianos Esteban y Jacinto Gismondi autores de la pinturas del templo Sagrado Corazón de Jesús de Pueblo Nuevo de Colán.
Manuel Quiroz (Quito, 1909- Piura, 1988) y el propio Enrique Bruning (1848-1928) legaron a Piura aspectos entrañables de la vida familiar. Pedro Montero Quiroz es autor de los mejores registros etnográficos de Catacaos. Costumbres, tradiciones religiosas y actividades hoy en declive como el tejido de sombreros y la elaboración de la chicha aparecen abordados en detalle. Quiroz era experto en la técnica del foto oleo y su habilidad por la fotografía la desplegó siendo reportero de El Comercio de Quito.
Anne Marie Hocquenghem, rescató del Museo del Hombre de Berlín fotografías inéditas de Bruning en Piura que entregó a Isabel Ramos las que se han reproducido sin referencia de la fuente. La colección corresponde a un estudio sobre Piura y Sechura en los registros de Bruning que no se llegó a publicar. Aparece el desaparecido puente viejo en plena construcción iniciada el 2 de diciembre de 1891 e inaugurado el 18 de abril de 1893, el tajamar de Tacalá e imponentes vistas de las iglesias de Catacaos y Sechura. Bruning se impresionó de las festividades religiosas y tradiciones de Sechura que aparecen en series.
Don Arturo Davies es continuador de esta memoria visual de Piura que debe preservarse con los medios disponibles de la tecnología digital y la creación de una galería que muestre a todos los piuranos lo que es Piura, conozca su pasado y vislumbre su presente. Parte de este legado obra en la Universidad Nacional de Piura pero no se muestra porque aún se desconoce lo que representa la memoria visual para una ciudad como fuente de identidad. El prurito de la ignorancia arrasa con todo y no puede ser. Piura tiene un rico pasado que nos hemos empecinado en lapidar.
Lo mismo sucedió con las máquinas empleadas en el procesamiento de algodón que eran testimonio del desarrollo económico e industrial de una región o la rotoplana de diario Correo destrozada a combazos y convertida en añicos. Muchos archivos fotográficos acabaron en el basurero otros se perdieron en sospechosos siniestros. A la memoria puntual se opone la actitud depredadora de la desmemoria. Algo así como no querer mirarse de frente por el iluso progreso.
Bien merece don Arturo Davies el elogio y la admiración por su personal manera de ser abierta y expansiva. Su evocación memoriosa del pasado nos hace falta y es un aporte que enriquece a los habitantes de una ciudad y una región que aún no se sacude de la incuria y el olvido. Las instituciones de Piura tienen pendiente el desafío de hacer visible el legado, hoy invisible para muchos de Arturo Davies. No dejemos que nos gane la desidia y la pereza que el diccionario bien define como negligencia y tardanza en las acciones debidas. En la pupila del maestro aún habita con pasión esa Piura que se nos va.