ERP/N.Peñaherrera. Creo que no tengo que ahondar en el hecho de que en Piura no está lloviendo, como estila cada verano. Es decir, cada verano normal, cuando El Niño recalienta nuestro mar, produce mucha humedad, se mezcla con la de la Amazonía y ¡bum!, tenemos lluvia.
La Universidad de Piura dice haber advertido la ausencia de lluvias desde setiembre pasado, y que yo recuerde, sí es cierto.
Lo que pasa es que le das mucho click al muerto y al herido, como si eso te fuera a cambiar la vida, y no te enteras de cosas que realmente la van a poner en peligro. Porque, déjate de vainas, si no hay agua, nuestra existencia está pendiendo de un hilo.
De pronto, ya comenzó a morir ganado en la sierra de Piura. Si no hay agua, no hay pasto; entonces, aparte de la sed, es el hambre que mata a estos animales.
Y al romperse la cadena, nos afecta.
Si ya no hay carne que vender, no hay cultivos que ofrecer. En fin, si no tenemos que comer de la propia despensa regional, ¿cómo sobreviviremos? ¿Estamos en condiciones de pagar sobreprecios por traer productos de otras partes con tal de seguir acumulando tejido adiposo?
Claro que eso es en la ciudad. ¿Y la zona rural?
El cemento de los centros comerciales no nos deja ver que las urbes piuranas dependen fuertemente del campo. Un buen día que nos dejen de enviar comida –no me tomen la idea, por favor- y nos fregamos. ¿Todavía crees que la carne del restaurante de marca es importada? ¡Ah! ¡qué inocente! ¡No sería negocio!
El caso es que la inversión hacia el campo es inexistente. Además de descuidar su educación, su salud, su conectividad con las áreas metro, su derecho a la propiedad, tampoco estamos haciendo nada para preservar el recurso clave por el que Piura es Piura: el agua.
Es una broma de mal gusto que se insista en priorizar capillas (que sirven a pocos), salones comunales (que sirven para chupar), plataformas deportivas (algo similar), cuando lo que se necesita es construir reservorios comunales y modernizar el sistema de riego con la finalidad de que el suelo no se absorba la mayor cantidad del líquido.
Se necesita invertir en una modificación urgente de la matriz de cultivo por especies que sean fuertes pero que consuman poca agua. Y no hablo de traer transgénicos. No, no, no. Hay varios híbridos que manejados convenientemente, incluso con productos orgánicos, asegurarán que campo y ciudad se abastezcan de comida.
¿Cuáles? ¡Oigan! Tenemos una, ¡no! Dos escuelas de Agronomía en toda la región (¿no se me escapa ninguna?), así que deberíamos tocarle las puertas para que nos instruyan qué hacer en este sentido. Es más, debieron pronunciarse hace rato.
En lo personal, las respuestas sobre este aspecto que recibo no vienen de Piura, sino de fuera de Piura, y pasa lo mismo a lo largo del sector agroindustrial donde se prefiere contratar profesionales no-piuranos, y no de mala gente por si acaso. Claro, que esto amerita otro análisis.
Como sea, creo que el agua debe ser un factor clave cuando consideremos darle nuestra preferencia a tal o cual persona. Vuelvo e insisto: si no tenemos el líquido elemento, ni el empleo (por ende, el dinero), ni los servicios básicos ni suntuarios, ni nada de nada será posible.
¿Ahora entienden por qué insisto en que la ciencia es más importante que la política o las policiales? A menos que terminemos bebiendo nuestra propia vanidad, o nuestra propia sangre.
(Sigue al autor en Twitter como @nelsonsullana)