ERP. El mar en la mitad norte de Callao y Lima dejó de ser verde esmeralda y ahora es negro. Al cierre de esta columna, sabemos que el sábado 15 de enero de 2022 por la tarde, unos 6000 barriles de petróleo se derramaron en el Océano Pacífico afectando no solo el borde costero sino todo el espacio en el que pescadores artesanales buscan su diario sustento. Ya ni les hablo del resto de la fauna y peor de la flora: por irónico que parezca, murió ahogada.
Por Nelson Peñaherrera Castillo
La fuente del derrame fue un buque que estaba descargando petróleo crudo importado hacia la refinería La Pampilla, ubicada en Ventanilla, Callao, y operada por Repsol Perú, que en realidad posee el 82% del capital de esa instalación según sus propios informes corporativos. De acuerdo a los entendidos, la cantidad de hidrocarburo que se perdió en el océano equivale a un millón de botellas de gaseosa tamaño personal.
Repsol Perú, que al inicio se constituyó legalmente en Ámsterdam, Países Bajos, como Repsol YPF Perú, es propiedad total de la corporación española Repsol, que, al menos en papeles, costaba en un principio más de 1500 millones de euros, pero que a 2020 sus activos se han capitalizado a más de 65 mil millones de euros. Ya, si alguien quiere saber cuánto es eso en soles, multiplique por la cotización del día, pero excede los 4 soles por unidad.
El miércoles 19 de enero, su encargada de relaciones públicas dijo en una entrevista con RPP Noticias que no reconoce responsabilidad por el desastre –la empresa insiste en llamarle “incidente”—ambiental.
Según declaró esta funcionaria, cuando se comunicaron con la autoridad de puerto, a raíz de la explosión y colapso de un volcán en el archipiélago de Tonga (la medianoche del sábado 15 de enero de 2022, hora peruana, a más de 10 mil 300 kilómetros de distancia), se les dijo que la mar estaba serena, serena estaba la mar. En castellano: que no había alerta de tsunami o maremoto.
Yo sospecho que Repsol Perú o la corporación Repsol hubiesen pasado inadvertidas dentro del escándalo del derrame de no ser porque el lunes 17 de enero, en el Telediario 1 de Televisión Española (TVE, que acá se puede ver, actualmente, a las 9:00 de la mañana), la premiada presentadora Ana Blanco (de quien les hablé hace pocas columnas atrás) no la hubiese mencionado con nombre propio.
Digo, hasta ese momento, ningún medio peruano conectaba a La Pampilla con la empresa. Tras esa mención, TVE prácticamente ha silenciado la historia en España, excepto por este informe en su canal de YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=xxUiB2BF_Hg
Rebobinemos al argumento que Repsol Perú está usando para desconocer la responsabilidad por el derrame. ¿Es cierto que la autoridad de puerto les dijo que no había alerta de tsunami o al menos una marejadita para las costas peruanas? Sí, es cierto, pero eso no la exime de las consecuencias penales que la dispersión del crudo cause a la ecología del Mar de Grau. O sea, cualquier abogado desapasionado te dirá que, por lo menos, hay culpa.
El Ministerio Público ya ha abierto una investigación preliminar contra quienes resulten responsables y eso nos dirá si hubo o no hubo intención de controlar el desastre, si hubo o no hubo intención de minimizar la información, si hubo o no hubo un protocolo de contingencia. Por la extensión de la mancha negra, los reguladores peruanos (léase OEFA) dicen que no. Pero, ¿y el argumento de Repsol Perú basado en “yo pregunté y me dijeron que no”? ¿Cuán cierto es?
La semana que pasó, produje un reportaje para FACTORTIERRA sobre lo que sucedió en el archipiélago de Tonga, y lo primero que debemos tener en cuenta es que aunque el Océano Pacífico es inmenso, tan inmenso que para cubrirlo de tierra necesitaríamos extensiones tan grandes como 110 o 120 terrenos del tamaño de Perú, es una especie de vecindad, y eso no lo sabemos de ahorita sino que hay la creencia arqueológica y biológica que eso ya se sabía hace miles de años como lo evidenció la expedición Kon-Tiki, de la que también hablamos en el blog.
Entonces, tomando en cuenta esa peculiaridad, una primera idea que debemos fijar en nuestra cabeza es que si pasa en la orilla opuesta o la orilla del lado, va a impactar en nuestra orilla. Algo así como cuando te metes a una piscina en el lado A y alguien se tira un clavado en el lado B o C. La onda de choque te va a llegar de todos modos. Y si hay alguien en el lado D, igual. El momento en que cada quien sienta la llegada de esa onda dependerá de cuán cerca o lejos esté de quien se lanzó el clavado.
En mi reportaje para FACTORTIERRA, hay un video de la Universidad Autónoma de México en que explican claramente este principio, e incluso dentro de las recomendaciones acotan que muy al margen de si las autoridades lanzan o no una advertencia oficial, lo que toda persona razonable debe hacer una vez se confirme un alerta para todo el Océano Pacífico es alejarse de la orilla. Ya, si pasa en tu propia orilla, escapas a una zona alta sí o sí y sin previo aviso.
Si México tiene una costa que mira al Pacífico, ¿por qué la misma recomendación no podría ser pertinente para el Perú cuya única costa mira al Pacífico, y encima cuando las costas de México y Perú se miran en ángulo obtuso? Según Repsol Perú, ellos contactaron a la autoridad de puerto, se asume que la Capitanía de Puerto del Callao, si es que Ventanilla no pertenece a otra jurisdicción. Esa capitanía depende de un Distrito de Capitanía, que a su vez depende de la Marina de Guerra del Perú (MGP).
Ahora bien, la MGP tiene una agencia especializada, la Dirección de Hidrografía y Navegación, y ésta a su vez tiene una oficina más especializada aún, el centro Nacional de Alerta de Tsunamis (CNAT), cuya finalidad está claramente explicada en su denominación. Entonces, podemos colegir que tenemos un grupo de profesionales que están constantemente vigilando si algo pasa en el inmenso Océano Pacífico para salvar vidas. Por lo menos, en su página web dicen estar trabajando 24/7.
Pero, luego que un volcán colapsara en el archipiélago de Tonga y todo el Pacífico se puso en alerta esperando un tsunami que, olas más, olas menos, sí llegó desde California hasta Chile y desde Japón a Australia más Nueva Zelanda, ¿cómo es que el Perú de pronto tenía una especie de ‘inmunidad geográfica’? No solo la MGP, pero especialmente el CNAT dijeron “aquí no pasa nada”, e incluso lo dijeron en los medios, y en mi reportaje he rescatado el video de una entrevista que la encargada de esa oficina dio a TV Perú como para que no quepa duda.
Pero pasó. Ya sabemos que aparte del oleaje que azotó a todo el litoral, en especial a la playa El Chaco, en el distrito de Paracas, Ica, hay dos mujeres que fallecieron mientras paseaban en la playa Naylamp del distrito de Pimentel, Lambayeque, donde una operación de rescate hubiese sido complicada debido al acceso. Pero, ojo, las autoridades dijeron que aquí no pasaba nada; entonces, ¿cómo esperan que la gente reaccione?
Nuevamente, esto no justifica que a Repsol Perú se le haya derramado el petróleo puesto que, si la MGP decía que todos somos felices y que siga la fiesta, había harta información en la red, en especial del Centro de Alertas de Tsunami del Pacífico (PTWC por sus siglas en inglés), con sede en las islas Hawai, diciendo que tengamos cuidado. Y no me salgan con que el reporte vino en inglés porque Repsol habla inglés. Por lo tanto, ¿no hubiese sido mejor pecar por exceso que por defecto?
A ver. Para ponerlo en un ejemplo micro, al régimen se le ocurrió que al toque de queda se le debía reducir el tiempo en zonas de riesgo alto, y pasarlo de cinco a cuatro horas, o sea una hora más para andar en la calle. Pero afuera los contagios por Covid-19 están fuera de control. Y, aunque uno ya tenga las tres dosis, ¿es racional y razonable salir a mandarse en desbande colectivo solo porque un ministro relajó las medidas preventivas? No pues. Quien aprecia su vida, va a ir con cuidado de todas maneras. Dicho sea de paso, al cierre de esta columna, ese ministro dio positivo al virus junto a otros miembros del gabinete.
Si el criterio no es alarmar a la gente, se entiende; pero por encima de eso existe otro criterio mayor: salvar vidas. Chile cerró la mitad de su litoral. No recibió olas enormes aunque sí tuvo marejadas; pero, ¿cuántas vidas se perdieron en Chile debido al evento Tonga? Y no crean que la gente escuchó la sirena y de buena gana cogió sus cosas y se fue, ¡pero le avisaron! Nuevamente, ¿cuántas vidas perdió Chile por el evento Tonga? ¿Cuántas perdió Perú y cuántas va a perder por las consecuencias de decidir mal?
Tengamos cuidado con que Repsol Perú y la MGP (o el régimen) se usen mutuamente para minimizar las consecuencias de sus actos. Cuidado que esto no es un partido de tenis; esto es algo mucho mayor y que debe cuestionarnos hasta qué punto podemos confiar en quienes nos gobiernan y nos proveen empleo e insumos la próxima vez que la Tierra decida sacudirse. Ambos por igual.
Puedes ver mi reportaje presionando en este enlace: https://factortierra.blogspot.com/2022/01/no-mires-al-mar.html
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