ERP/N.Peñaherrera. Las aguas electorales vuelven a tranquilizarse, y poco a poco ya vamos teniendo autoridades proclamadas, especialmente en esos lugares donde ciertas personas quisieron imponer su voluntad a punta de amenaza, golpe, incendio y coscorrón.
Hizo muy bien, yo diría excelente, la ONPE y el JNE en no dejarse doblegar ante los airados reclamos que degeneraron en violencia, en primera porque no es la forma de exigir justicia, y en segunda porque se comprobó que el sustento legal de las impugnaciones era más endeble que castillo de arena en pleno oleaje tranquilo.
Pero lo más condenable aún es que quienes promovieron las protestas nunca le dijeron a sus seguidores que era precisamente en ese segundo campo donde se iba a definir la victoria, obviamente porque carecían de argumentos. Otra explicación lógica no hay.
Consecuencia: algunos desfilarán ante tribunal por dársela de graciosos. Bien hecho.
Tras años trabajando con abogados, si algo aprendí es que, aunque te les pongas de cabeza, si falta una coma o un documento, la cosa no procede.
Incluso cuando rellenas formularios en línea, si te saltas los campos obligatorios, no se te admite, se te admite temporalmente o se te admite con trampita sin perjuicio de quien te otorgue el servicio que estás solicitando.
¿Tanto nos alucinamos con la tecnología de punta pero seguimos con la filosofía de Hummberto Grieve?
¿Cómo cuál Humberto Grieve? No me frieguen. Si no lo conocen, no pienso presentárselos. Búsquenlo.
Lo que pasa es que nos encanta trabajar con la legalidad según nuestra propia conveniencia. En tanto nos sea favorable, la seguimos a piejuntillas; si no lo es, hacemos los mil y un malabares para sacarle la vuelta, y encima nos victimizamos.
El problema es que cuando usas ilegalmente la legalidad, o no la usas, el resultado siempre termina perjudicándote: por eso no se anularon elecciones donde todo el mundo hizo pataleta. Efecto bumerán le llaman.
Que nos quede de lección para que en los próximos comicios aprendamos a jugar según las reglas, y dependiendo de ello, a saber ganar y a saber perder... especialmente lo segundo. Y por encima de todo, a saber reclamar como gente civilizada.
Por otro lado, felicitaciones a las nuevas autoridades. No crean que éste es el fin del camino (ni alucinen como Marchena que nos hizo recordar a Luis XIV), sino el inicio de un duro trecho al frente de nuestras comunidades.
Estaremos vigilantes a su desempeño. Apoyaremos lo bueno que hagan (en función del bien común); y a la menor guachiturrada, soplen que quema. Podemos seguir en paz.
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