ERP. Cuando una de las casi mitades del país pensaba que un eventual gobierno de Pedro Castillo sería un desgobierno porque, hasta donde vamos dándonos cuenta (y muy a pesar del fervor de su fanaticada) hay una evidente ausencia de liderazgo y una pugna de poder entre el dueño del negocio y los integrantes de los otros que son del mismo rubro pero no piensan exactamente igual, Keiko Fujimori es exactamente lo mismo… o peor.
Por Nelson Peñaherrera Castillo
El Perú enfrenta ahora dos amenazas políticas: un muy probable gobierno de etiqueta socialista pero que en el fondo podría servirle a intereses no muy legales que digamos para lavarse la cara y evadirse de la ley, y un grupo con intereses que evade la ley para plantearnos un juego de ajedrez donde todas las piezas se mueven a su antojo y sin reglas con tal de dar jaque mate al oponente, aunque para ello termine destrozando todo el tablero.
Dicho en sencillo, Perú Libre ya se pasea en Palacio de Gobierno sin haber tocado el timbre de entrada, mientras que Fuerza Popular está recordando dónde sembró las minas antipersonales (cuando era Perú 2000) para volar todo el edificio sin importar cuán cruciales son las decisiones que aún se tienen que tomar en lo que resta de un mes por sus actuales inquilinos.
Las esquirlas del cataclismo, como no es de otro modo, terminarán impactando en la población que se vio obligada a elegir entre la nitroglicerina y el trinitrotolueno, no porque los necesitaran sino porque fueron las únicas opciones existentes en la despensa luego de descartar 16 de las 18 opciones en la lista de compras. ¿Para qué quieres almacenar explosivos en tu casa si no te dedicas a la demolición, querido elector, querida electora? Bueno, esa es una respuesta que cada quien tendrá que darse a la hora del examen de conciencia, si la conserva.
Les recuerdo que esas dos opciones solo recibieron el respaldo del 32% del electorado, no de la mayoría como ambas cacarean, y en este punto debemos insistir que en primera vuelta votamos por quienes creímos que podía ser la mejor opción para este país, pero en segunda tuvimos que optar por la opción menos destructivo-tóxica para el mismo.
Castillo y Fujimori deberían recordar este santo y seña cada vez que despiertan de la cama: la mayoría no está con ninguno, e incluso viendo los resultados de la segunda vuelta cada cual se lleva casi la mitad, no la mitad exacta… casi la mitad.
Entonces, si ambas opciones no se dan ese bañito de humildad, aunque el agua clara baje algo más helada en el húmedo invierno limeño, entonces vamos mal y poco o nada se entiende por qué una de las opciones alucina que ya tiene la banda, y la otra intenta hundir a su rival hundiéndonos a todos y todas en el mismo barco a pesar de que nos dijeron que no tenemos mayores problemas de navegación.
Tal parece que las dos opciones más que desplegar poder, despliegan tal perfil psicopático que no les merece llegar a Palacio de Gobierno ni de visita. ¡Ambos son un peligro! ¿O qué otras evidencias necesitamos si lijamos un poco el fanatismo que les pone pinturita dorada de baja calidad?
Mi percepción podría cambiar si en un momento de pausa, ambas opciones entienden que están a punto de llegar a la meta por el 32% y no por el 68% restante, que encima es más del doble que quienes les dieron ese privilegio. Desgraciadamente, la gobernabilidad en este país solo será posible si ambos bajan la cabeza, dejan de jalar el mantel para que les toque más a cada cual, se allanan a los hechos probados (no los de las redes sociales), toman el mando y deciden pensar en el Perú antes que en sus propios pellejos o el de quienes les acompañan.
¿Podrán ponerse a nuestro servicio y no forzarnos a servirles? ¡Ya basta de una riña adolescente! ¡Ya basta, Pedro y Keiko! Somos 33 millones contra dos pobres y tristes: ustedes. No nos arruinen la existencia como país, y si quieren hacerlo, váyanse a un islote deshabitado en el Pacífico y arreglen sus diferencias lejos de la civilización. Ah, y si no regresan, no les extrañaré.
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