ERP. (Por Nelson Peñaherrera Castillo) Desde el pasado miércoles 8 de julio, un grupo de varones ha decidido jugar fulbito en la plataforma deportiva de la primera etapa de la Urbanización Jardín, aquí en la ciudad de Sullana, Piura. El gobierno había dispuesto que en zonas con un nivel bajo de contagio, la gente podía salir a hacer deporte al aire libre, pero de manera individual, no colectiva, para reducir el riesgo de contagio por el nuevo coronavirus.
Como se sabe, desde el 1 de julio, la cuarentena obligatoria que el gobierno ordenó para frenar la contención del nuevo coronavirus fue cambiada a una cuarentena focalizada, es decir, todo el mundo puede salir excepto niños y niñas menores de 14 años, adultos y adultas mayores de 65 y personas en situación de vulnerabilidad.
De los 24 departamentos que tiene el Perú más su provincia constitucional que es el Callao y Lima Metropolitana, que tiene prerrogativas de gobierno regional, 17 entraron en cuarentena focalizada, incluyendo a Lima Metropolitana y el Callao, debido a que, según la lectura del Ministerio de Salud, si bien continúan los contagios, éstos parecieran tender a la baja.
Desde el 15 de junio ya se habían autorizado las actividades deportivas individuales, o sea donde solo participa una sola persona, en espacios abiertos siempre que se use mascarilla. Este detalle causó controversia, pero como medida de bioseguridad se consideró la forma más segura de no infectarse. El caso es que como todo peruano que se respeta, cada quien interpreta las normas a como le dé su regalada gana, y ahora resulta que hasta en redes sociales hay quienes anuncian el alquiler de canchas deportivas. Me gustaría saber quiénes son los dueños: cuántas sorpresas nos llevaríamos, les apuesto.
En cuestión de números absolutos, al cierre de esta columna ya hemos superado los 320 mil casos confirmados, nos vamos hacia las 12 mil muertes, pero también hemos pasado los 210 mil recuperados.
En números relativos, que dan un mejor panorama de nuestra situación epidemiológica, las infecciones a nivel nacional se han estancado justo debajo del 17%, o sea que 1 por cada 6 habitantes del Perú adquieren el virus sí o sí; la tasa de letalidad sigue aumentando y hemos pasado el 3,6%, o sea que 1 por cada 28 infectados se muere; pero la tasa de recuperación está alrededor del 67%, más claro que 2 por cada 3 infectados sobreviven para contarlo, aunque informes desde fuera del país advierten que 1 por cada 3 recuperados va a quedar con secuelas de orden respiratorio, neurológico, muscular o con trastornos de conducta (ansiedad, depresión e insomnio entre las prevalentes).
Lo confirmado sobre la diseminación del patógeno es que se transmite de persona a persona mediante las vías respiratorias. Basta exhalar un poco de aire o hablar frente a otro individuo sin protección a menos de dos metros de distancia, y, si tú tienes la infección, contagias a alguien más aunque no presentes síntomas.
Y este grupo es el particularmente de cuidarse puesto que representa al 85%, o 17 por cada 20 personas infectadas, quienes no manifiestan algún signo de riesgo pero a nivel microscópico, y hablando del caso peruano, son capaces de pasar el virus a otra persona cada vez que la tienen cerca, salvo que tenga una protección de barrera como la mascarilla (siempre que esté bien puesta).
Como para caerte más antipático, según datos del Ministerio de Salud, en el Perú por cada 10 personas infectadas, 7 son varones, y en cuanto a mortalidad, los reportes de prensa mayormente hablan de este sexo como el más proclive a perder la vida.
¿Mencioné que una persona infectada y sin protección puede contagiar a alguien más en un rango de dos metros de distancia especialmente si no tiene protección? Cuando sí la tiene, ese riesgo se reduce a cinco centímetros, según diversos experimentos científicamente validados, como el de la Universidad Federal de Minas Gerais, en Brasil, y que pueden hallar en la zona de noticias del portal globo.com (o en la página del Jornal Nacional en Facebook, si ‘falan um poquinho do portugués”), o en la página del programa “Al rojo vivo” o de su conductora, María Celeste Arrarás, o en el portal Telemundo.com.
Pero con un deportista o con alguien que practica deporte en forma esporádica, este parámetro se incrementa. Mientras una persona en reposo puede expulsar aire hasta esos dos metros que les comentaba arriba, una persona agitándose no solo necesita tomar más aire sino que al expulsarlo lo hace más lejos. Los especialistas estiman esta distancia en cinco metros cuando menos, y ojo al cuando menos, puesto que mientras mayor sea tu capacidad pulmonar, más aire acumulas, más aire expulsas, y por mecánica de fluídos, un mayor volumen ocupa un mayor espacio, ergo, una mayor distancia.
Ya, si jalaste Física elemental en el cole, como yo estuve a punto de hacerlo, y no entendiste la explicación, piña; pero la ciencia es la ciencia, y mientras no me presenten algo sólido que lo refute, lo daremos por teoría válida. Pero regresemos a los patas de la plataforma deportiva.
Recordemos en qué consiste el fulbito y su hermano mayor, el fútbol. Equipo A se enfrenta contra equipo B por la posesión de un balón. Cada equipo debe evitar que el contrincante se apodere del esférico, y peor aún que llegue a una meta, arco o portería, lo que significa un punto a favor de quien lo conquista, o gol a secas.
En el proceso de evitar que el contrincante anote un gol, miembros de Equipo A deben bloquear los avances de equipo B, en especial de un tipo de jugador conocido como delantero o ‘forward’. Quien lo bloquea o ‘marca’ no es que le pone un murito móvil de ladrillos para contenerlo, se trata de un combate cuerpo a cuerpo con un alto nivel de contacto físico, lo que implica ponerse dentro del alcance de su rango de exhalación, a pesar de que vayan a velocidad. Y el detalle que faltaba es que cuanta más velocidad necesitamos, más esfuerzo hacemos; por lo tanto, más aire inspiramos y espiramos.
. Quien sepa cómo marcar a un oponente a seis metros de distancia, avise para postularlo a nuevo presidente de la FIFA, porque hasta el cierre de esta columna, ni Beckenbauer, ni Pelé, ni Cubillas, menos Messi, han resuelto la X de la incógnita. Y no hablemos del básquet, el vóley, el rugby, peor aún el fútbol americano.
Es cierto que un deportista es una persona altamente sana, en teoría. De hecho, desde que comenzó la crisis del nuevo coronavirus, y hablando solo del grupo de deportistas que cubro, todos de alto rendimiento, ninguno manifiesta síntomas de la enfermedad del Coronavirus 2019, o COVID-19 por su acrónimo en inglés, lo que no significa que no estén infectados. La respuesta objetiva es ni ellos lo saben, menos yo lo sé.
Los casos de deportistas a nivel mundial que se han infectado con Covid-19, entre ellos nuestro futbolista (oh, coincidencia) Jefferson Farfán, son mayormente asintomáticos, sin signos externos que nos revelen estar enfermos. Y esto es algo que debemos aprender sobre las infecciones por virus: mientras se incuba o contiene, cuanto más altas estén tus defensas, lo más probable es que no te enfermes; pero eso no significa que dejes de contagiar a alguien más. Ojo a este dato. Ya, si tus defensas pierden la batalla, bueno, no vas a pasarla bien. Así de simple.
Y ésta es una de las razones por las que el gobierno peruano tampoco autoriza la reactivación de los gimnasios. En primera porque son espacios cerrados, y el virus ya probó ser capaz de estar activo tres horas dentro de ellos si es que no se posa en alguna superficie como plástico o metal, como el de las barras, mancuernas y pesas, sobre los que su activación puede extenderse hasta por lo menos día y medio más si es que no se desinfecta como es debido.
Y quienes hemos acudido a gimnasios, especialmente los que no son de cadena o franquicia, sabemos de más que las máquinas están apiñadas porque los espacios donde se brinda el servicio –mayormente alquilados—nunca fueron construídos para propósitos deportivos.
De que el deporte es salud, soy el primero en dar fe y puedo hablarte horas y páginas sobre sus beneficios en todos los niveles de la vida. Puedo reiterarte también cómo muchos instructores y deportistas se han reinventado al entorno virtual y han incrementado su alumnado a lugares que en modo presencial estaban impedidos de lograr (y ganando plata por eso); pero también la ciencia del deporte me enseña que hay riesgos creíbles en el contexto del coronavirus que no se pueden dejar de lado o se puede pensar que nunca te van a afectar. Recuerda que el Covid-19 solo piensa en binario: me activo – me desactivo. Si le das las condiciones para activarlo, el virus no medirá quién eres, solo hará lo que su irónica y paradójica programación le dicta.
Por lo mismo, lo que hicieron estos futbolistas en la plataforma deportiva y lo que hacen todos los futbolistas en toda plataforma deportiva mientras estemos en emergencia y mientras no se valide una de las 15 vacunas en proceso de prueba, es jugarse una ruleta rusa que no solo va a afectarlos sino que va a afectar a los entornos donde vivan, salvo que alguno sea un ermitaño postmoderno, y ni aún así.
Lo que hicieron estos varones fue ilegal, además de estúpido, porque si con tanta advertencia te llega a la punta de la suela entender la gravedad del riesgo, entonces eres un reverendo estúpido. Y si por estúpido se enferma alguien que quieres, triplemente estúpido. Ya, ni hablemos de la Policía para que nos salve del apuro porque sabemos que en estos casos, es el último cuerpo con el que contamos bajo los pretextos de toda la vida: que si no hay efectivos, que si no hay combustible, que si me contagio (bueno, éste último es razonable).
En todo caso, si eres uno de esos estúpidos que hasta cuelga sus estupideces en redes sociales, no te digo que dejes de hacerlo; te digo que… ha sido un gusto conocerte. A lo mejor nos vemos en tu próxima reencarnación. Chaucito.
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