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Lun, Dic

¿Trabajas perfectamente? ¡estás fuera!

Nelson Peñaherrera
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nelson penaherrera castilloERP/N.Peñaherrera. El otro día, una persona que ha trabajado para un proyecto del gobierno central me contaba que el premio por haber hecho correctamente la función para la que le contrataron ha sido la censura para emplearle después.

Según su percepción, como no dejaron que la ejecutora de una obra se saliera con la suya, malgastando el dinero de los y las contribuyentes, la orden desde Lima parece ser invitarle protocolarmente a participar en procesos de selección pero subestimarle en los puntajes, a pesar de su experiencia y calificación.

Agrega que si hubiera realizado una supervisión laissez-faire (dejar hacer, dejar pasar), es casi seguro que ahora estaría viviendo holgadamente con contrato tras contrato. Pero, cuando la convicción es fuerte, el dinero no es el fin, aunque se necesita.

Con esto se comprueba que una de las promesas de la administración Humala para usar la meritocracia como unidad de medida con tal de mejorar la calidad de la administración pública se quedó en promesa.

¿Será por eso que se está desplomando nuestro nivel de crecimiento económico?

Y si tuvo la intención de aplicarla, parece que la fuerza laboral actual está absolutamente en desacuerdo. O al menos eso parece decirle entre líneas con tanta huelga; pero también la propia paquidermización (o mamutización, con respeto de elefantes y mamuts) de este sector ha generado desesperación y la consiguiente medida de protesta.

Y por si fuera poco, el virus parece saltar a ciertas empresas en el sector privado donde si le celebras las bromas simplonas a tu jefe, le lavas el carro, te encamas con él (sin importar tu sexo), le alabas o le secundas en los robos sistemáticos a los dueños de la empresa, tienes el puesto asegurado aunque ignores para qué te contrataron.

Pero, si vas a hacer tu chamba y ganarte el sueldo (si te pagan a tiempo, claro está) sin mirar a quién, te asumen como bicho raro y te ingresan a la lista de potenciales despidos, sin importar lo bien que te hayas desempeñado.

El gran problema es que la mayor parte de la fuerza laboral peruana no está formada dentro del neoliberalismo ni del socialismo, aunque se etiquete de tal forma, sino de la mediocridad.

Entonces, si las gerencias tienen titulares mediocres, es natural que prefieran equipos mediocres.

El antónimo de mediocridad es la competitividad (aplicas lo que sabes y lo aplicas innovadora y perfectamente).

Cuando las gerencias y los equipos son mediocres, la gente que es competente, y que imprime competitividad a los productos de la organización, está fuera de esquema. Por éso, es necesario deshacerse de ella.

Lo que las personas mediocres jamás podrán visualizar es que su presencia y la calidad de su trabajo generan más pérdidas a sus organizaciones que sus pares competentes.

Ese círculo vicioso organizacional impide que se genere desarrollo o que éste se sostenga.

La mediocridad se derrota con un modelo educativo que no solo dé un buen lugar a la meritocracia sino que además se fundamente en una axiología personal muy sólida. Si se piensa al revés, ya fuimos.

Y si se sigue avalando un esquema mediocre, ya perdimos. O a lo mejor ya hemos perdido, y las vacas flacas no tardarán en aparecer. Y eso será... ¡ahora mismo!

(Sigue al autor en Twitter como @nelsonsullana)

 

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