Por: Nelson Peñaherrera Castillo.El sábado 19 de enero, el portal FACTORTIERRA.NET publicó un perfil del caserío Miraflores Alto, ubicado en el extremo noreste del distrito de Tambogrande (provincia de Piura), colindante con el distrito ayabaquino de Sapillica. El valor de la historia radica en que condensa todo lo que es en los aspectos geográfico, ecológico, educativo y cultural; pero, quizás el valor más interesante es que el 90% es producción propia de su escuela primaria.
Y no estoy hablando de esos planteles con pabellones de dos o tres pisos, jardines y plataformas deportivas con el concreto pulido; estoy hablando de una escuela con un pabellón que semeja una vivienda más, hecha sí de concreto, y donde un mismo docente atiende a once estudiantes de los seis grados de primaria.
Y allí nació la historia con la que FACTORTIERRA.NET inaugura 2019: http://www.factortierra.net/2019/0119
La iniciativa vino del docente Freddy Juárez García, quien me ubicó en las redes sociales, me dijo "tengo algo que puede interesarte" y comenzamos a producir la historia basada en un documento de la propia escuela, la 15220, al que solo se adaptó para que sea periodísticamente atractivo, se le agregó fotos, se le tradujo al inglés (ahí está el 10% restante) y se le publicó.
La idea de Juárez es que al exponer la realidad de Miraflores Alto, se puede sentar una referencia pública que permita visualizarse a la propia comunidad para plantear proyectos de desarrollo; y para el público extracomunitario, interesarse en conocer un sitio que tiene un paisaje interesante y que conserva aún viejas tradiciones piuranas que los tiempos actuales amenazan con desaparecer. Además, le interesa cómo se puede proteger el cerro Licamancha, donde podría existir fauna silvestre amenazada de extinción.
La historia de la escuela 15220 no es reciente; se remonta a 1972 cuando los padres y las madres de Miraflores Alto, viendo que sus hijos e hijas tenían que caminar hasta dos horas para llegar al plantel más próximo (unos diez kilómetros), se agruparon para gestionar el suyo propio. "Entre estos padres sobresale la gran participación de los señores: Luis Panta García, José Palacios, Fernando Vega, Santos Talledo y Juan Patiño", indica el resumen preparado por la escuela.
El primer local fue construído por la propia comunidad con material rústico, madera y tejas. El 15 de octubre de 1973, la escuela fue oficialmente creada y matriculó a 70 niños y niñas provenientes de caseríos circundantes como Totoral Alto, Totoral Bajo, Mirafflores Bajo, Las Puertas y Los Charanes. El primer docente fue Luis Dioses Sevilla, y en los 45 años siguientes trabajaron Francisco Domínguez, Cecilia Sánchez, Víctor Rivas, Enrique Hernández, Carolina Vílchez, Gloria María Silupú y Mery Lazóriga hasta llegar a Freddy Juárez.
Desde 1996, la escuela recibe el apoyo del Programa Educativo Rural Fe y Alegría 48, con quienes llegué por primera vez al caserío durante la primavera de 1999 mientras producíamos un programa semanal de radio, que editábamos en la oficina del proyecto en Malingas.
Digamos que ese conocimiento previo me permitió valorar la historia de Juárez y animarlo a emprender su producción. La posproducción ya fue otra jarana. Sigamos.
Gracias a Fe y Alegría la infraestructura fue mejorando progresivamente desde 1998, luego que el primer local soportara dos eventos El Niño, y desde 2000 se incluye un servicio de complementación alimentaria.
Con la llegada de la electricidad en mayo de 2012, las clases incorporaron las tecnologías de la información cinco años después, para darle más amenidad al proceso de enseñanza-aprendizaje en las áreas de matemáticas y comunicación. Aquí contaron con el patrocinio de la Fundación Telefónica.
En ese contexto nació la historia publicada por FACTORTIERRA.NET, que se refuerza con la misión de la propia escuela, fundamentada en una educación que imparta valores, proteja el medio ambiente y cuyos procesos pedagógicos se articulen a él, la familia y la tecnología ... ¿Geoeducación?... La escuela se ha planteado como meta la transformación de la comunidad, buscando que sus estudiantes tengan capacidad crítica e innovadora.
Ése es el discurso. Yo voy a los hechos: gracias a la gestión de un docente, tenemos una historia sobre una comunidad en algún lugar del distrito de Tambogrande ya circulando en el ciberespacio. No es el único caso pues hace una década el docente Ernaldo Maza también compiló la historia hasta entonces conocida de su pueblo: Malingas, como se puede verificar en http://www.factortierra.net/network/campus/20090305/
Ambos materiales nacieron de una sinergia: escuela y medio de comunicación. El modelo no es nuevo (recordemos los proyectos prensa-escuela), pero se va renovando e innovando. Quizás ya no se trate solo de emplear el medio como una suerte de periódico mural o suplemento educativo extendidos, sino que esos materiales sirvan para promover procesos que desarrollen comunidades, y que la escuela sea el centro promotor de tales procesos. Mejor dicho, metemos a la comunidad en esa sinergia.
Insisto: la idea no es nueva, pero podemos irla renovando, y allí es donde el docente pasa de ser un integrante más de una comunidad a un líder o una lideresa dentro de la comunidad, articulando el trabajo del resto de esferas, contactos, procesos, en fin.
Aunque en Malingas el proyecto no nació exactamente de una escuela pero sí involucró a docentes y una rred educativa, los efectos fueron fascinantes e inesperados. Digo, a ver encuentra restos arqueológicos, analízalos con un profesional y dile al mundo que descansas sobre 4000 años de historia.
Tengo fe que en Miraflores Alto y en cualquier localidad de Piura se puedan emprender, replicar y mejorar este tipo de procesos. Por lo menos en la red que Fe y Alegría tiene entre Malingas, Palominos y Tejedores hay esa intención hasta donde pude conversar con su directora, la hermana Marleny Bardales Raymundo, quien recibió en 2018 el premio Caballero de los Mares por gestionar todo este modelo. Por cierto, le debo una historia original como las que publicamos en FACTORTIERRA.NET y El Regional de Piura.
Ahora tocará enseñarle a Freddy (y a quienes quieran aprenderlo) cómo proyectarse al mundo. El primer paso -anunciar- ya lo dio; nosotros dimos el siguiente: publicar. Ahora viene el más desafiante: transformar con sostenibilidad, y allí es donde nos involucramos todos y todas. No es sencillo pero cuando hay mística y trabajo de equipo, es posible meterse al mundo en el bolsillo.
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