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Mon, Jan

Ciudad de Castilla: El rostro de la desgracia y de la improvisación estatal

Piura
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ERP. Castilla, capital del distrito del mismo nombre y que se encuentra unido con la ciudad de Piura mantiene al 28 de marzo una inundación nunca antes presentada y causada con menos caudal incluso de épocas anteriores del río Piura. Desde la avenida Guardia Civil, el agua se encuentra estancada, cubriendo el parque del colegio Salesiano, los interiores del Salesiano, calle José Olaya, Cayetano Heredia, la avenida Ramón Castilla, Paita, Tacna, Ayacucho, Cuzco, Mercado Modelo, Grau y otras transversales.

En un recorrido realizado por El Regional, la población se siente sorprendida por lo acontecido. Buscan explicaciones y argumentos para entenderlo. Lo cierto que hasta personas de más de 60 años, expresan que tras las lluvias del 82-83 y las 97-98, el agua jamás salió en las condiciones como se encuentra ahora. Sin duda, no se hizo ninguna prevención desde el gobierno nacional y los niveles, regional y locales, no tuvieron ni los recursos ni la voluntad para hacerlo.

Calle Cuzco Puno

Calle Cuzco, quinta cuadra de la ciudad de Castilla-Piura tras inundaciones

Lo cierto, que el río no pudo soportar 3500 m3/seg y desbordó desde la Universidad Nacional de Piura, por la parte del centro comercio OPEN Plaza, avanzó por la quebrada, se salió por la compuerta del Hospital Regional de Piura, avanzó por la Avenida Irazola inundando las casas de la urbanización Miraflores de esta arteria; se salió por desborde y también por las compuertas por el Salesiano, e inundó el parque, las viviendas alrededor del parque, la calle José Olaya, el colegio al interior y luego se encontró en la avenida Ramón Castilla.

El panorama de la avenida Ramón Castilla es el rostro del desastre pues se puede observar el principal impacto contra este distrito; las aguas se extienden desde la Tacna, siguen por toda a Ramón Castilla, hasta la calle Grau, avanzó por las zonas bajas de la Paita, Mercado Modelo, Junín, parque Ignacio Merino, Municipalidad de Castilla, Calles Ayacucho, Cuzco, Moquegua, Puno, y otras que son la imagen de la calamidad.

Las viviendas, las que se encuentran en las zonas más bajos cubrieron los casi 3 metros del primer piso y por lo tanto inutilizaron la casa de decenas de años de muchas generaciones castellanas. Es lo que se observa en la calle José Olaya, Avenida Ramón Castilla, Paita y las siguientes; igualmente se densificaron de agua, las calles Paita, Junín Moquegua y Puno y las otras Calle Tacna, Cuzco, Ayacucho, parque Ignacio Merino.

Botes improvisados recorren el área inundada para socorrer a algunos residentes que no pudieron salir o para llevar alimentos a quienes se han quedado en sus segundos pisos. Existen niños, niñas, ancianos y ancianas, y personas con todas sus potencialidades, pero damnificadas por la fuerza de la naturaleza.

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Desaguar estas aguas, demuestra la irracionalidad de las autoridades responsables. Frente a Castilla, la Plaza de Armas de Piura se inundó y a la misma hora algunas motobombas seguían sacando el agua empozada, no vive gran parte de familias; sin embargo, al otro lado, la población se encuentra entre las aguas, pero prefieren dejar limpia la Plaza de Armas de Piura, antes que definir como prioritario la atención de estas familias que han perdido todo.

Recorremos palmo a palmo la zona afectada y vemos a personas desplazándose por las turbias aguas, otras en bote, alguna anciana sacada de su vivienda, unas pequeñas motobombas desaguando la inundación y también escuchamos que cerca al mercado modelo, unos malandrines pretenden saquear los productos del vaso de Leche. Obviamente, la acción está mal, pero es la desesperación y la necesidad que lleva a estas radicales medidas.

En la transversal Puno, encontramos a una jovencita, quien por esa envidiable solidaridad de los peruanos, llegó al lugar con agua y galletas, pañales y papel higiénico, los presentes hacen cola y respetan el precario orden establecido y aún deja un poco para la calle Ayacucho cuadra cinco. Aún las hambres pueden ser controladas pero conforme pasen las horas la situación cambiará.

Si queda la constatación que excepto el Ejército Peruano que ayuda con denuedo, no existe otra autoridad que los socorra, ni tampoco organización social que lo facilite. Nunca nadie les enseño como organizarse para desastres y en estos momentos, las consecuencias se observan descarnadamente.

Los pobladores de esta zona de Castilla, han perdido casi todo. El agua copó su primer piso o un poco menos y ya no tuvieron la opción de guarecerse de la inclemencia de las aguas del río. Además de ello, han constatado que se encuentran en una zona vulnerable, pero lo que es más triste no saben hacia donde encaminar sus acciones.

“No tenemos donde ir y nadie nos dice cuál es la solución” expresa una moradora de la calle Cuzco, que tuvo que salir de su vivienda y que retorna por seguridad de lo poco que puede quedar como útil para el futuro. Esta población lo ha perdido todo y ojalá que no pierden ni la fe ni la esperanza para el futuro. La solidaridad existe y es probable que haya un proceso de reconstrucción que contemple estos riesgos.

“Si hicieron prevención, se robaron el dinero” expresó un indignado damnificado, al saber que antes el río soportó más agua que ahora, pero hoy se han convertido en una estadística más que les dice que son damnificados.

Aún con todo lo sucedido, la vida sigue; aún con el agua rozando la primera planta de su vivienda, existen razones para creer que no existe dolor eterno ni desgracia permanente. Siempre habrá solución y solo queda tener fe y esperanza, nos dice una anciana que se conmueve de dolor al ver en esas condiciones su vivienda.

 

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