ERP. Dina Boluarte Zegarra, preside un gobierno que es funcional al congreso de la República. Sin remilgo, se mantiene indiferente a los problemas nacionales; permite que se afecte derechos humanos y que se rompa la institucionalidad, todo por mantenerse en un cargo para el cual no fue elegida. Dirigiéndose al país, oculta sus verdaderas responsabilidades y soslaya la consecuencia del real poder.
En su balance de gestión 2023, la mandataria a quien gritan que “Esta democracia no es democracia” y olvida que es responsable de muchos asesinatos por represión y sobrevalora lo poco que ha realizado. Es así que uno de los primeros puntos que destacó fue su cuestionada pacificación, lograda con balas disparadas directamente al cuerpo a decenas de peruanos.
En una enumeración más romántica que real, la presidenta Dina Boluarte, cree que viene transformando el país y destacó en esos logros a la creación de la Autoridad Nacional de Infraestructura, que tendrá por finalidad realizar “obras de alto impacto”. Indicó que tal “logro” es por la articulación democrática.
Boluarte, dice haber realizado un manejo moderado para reactivar la economía, mencionando su “Punche Perú” una estrategia que no pasa de ser iniciativas poco eficientes para transformar la realidad del país. Precisó sobre el plan “Unidos” que busca la aceleración de la inversión privada, aunque desde el Congreso, varias voces cuestionan su política económica.
La mandataria enumeró la ejecución de proyectos que ya se encontraban previstos en gobiernos previos, pero con gran flema los evoca como suyos, cuando en realidad es una estrategia que solo ha permitido al actual gobierno, seguir la dinámica ya existente. La también exministra de Pedro Castillo, siguió en su dinámica de evadir que ella formó parte de dicho período donde incluso cantaba canciones nostálgicas.
La mandataria que es rechazada por más del 90% de los peruanos, tampoco aprovechó este momento, para hablar lo que realmente viene sucediendo desde el Congreso de la República y tampoco dijo algo respecto a su renuncia, única manera de devolver la legitimidad social y legal que necesita la democracia peruana, al contrario, se revaloró como la primera mujer que ejerce este cargo.
Aunque el tema de la inseguridad ciudadana se ha incrementado en su gobierno, dice haber encontrado a la policía con “bonos impagos” y serios cuestionamientos en los ascensos, aunque con total retórica pero poco constatable en la práctica, dijo estar liderando una lucha contra este flagelo.
Un mensaje triunfalista, ajeno a la realidad, con expresiones poco creíbles, como aquello que Perú es respetuoso de los derechos humanos, cuando sabemos que en el exterior, el deterioro de la imagen es creciente, por la violación de principales derechos y sobre todo por las muertes ocasionadas por miembros de la Policía Nacional y Fuerzas Armadas y que implican a la presidenta Boluarte y su primer ministro Alberto Otárola.