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Vie, May

Más de 90 mil mujeres rurales empoderadas en proyectos productivos

Política
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ERP. La mujer rural de la sierra y la selva cada vez más participa activa y permanente en los proyectos productivos que desarrolla el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social – Midis a través del Foncodes. Destacan en su papel de usuarias, yachachiq, miembros de los núcleos ejecutores, líderes de emprendimientos rurales inclusivos, además de su rol de hijas, esposas, madres.

Más de 90 mil mujeres que participan en el proyecto Haku Wiñay/Noa Jayatai son la muestra de la equidad de género que se promueve desde una institución del Estado y casi un emblema enarbolado en el Día Internacional de la Mujer.

Usuarias

Rosaura Livaque Vásquez y su madre María Consuelo Vásquez Sánchez viven en el caserío de Chororco, en Chota, Cajamarca. Como usuarias del proyecto Haku Wiñay, recibieron seis cuyes hembras y un macho y, ahora, tienen más de 200 ejemplares, porque los crían de manera tecnificada. Además, cultivan hortalizas, venden huevos de gallinas, tienen su vivienda ordenada con cocina mejorada y agua segura, producen abonos orgánicos para el abono de su parcela con cultivos andinos.

Así como ellas, miles de mujeres de las zonas rurales son las responsables del manejo de tecnologías productivas con óptimos resultados: manejo de biohuertos, cuidado de animales menores, lideran emprendimientos, venden productos en las ferias locales y regionales, administran mejor el dinero que ingresa al hogar. Todo ello contribuye a la mejora de su autoestima y les brinda una nueva dimensión económica y social a sus vidas.

Mujer trabajadora

La venta de hortalizas y otros productos, permite a las mujeres tener ingresos económicos. Aun no siendo cuantioso, les quita la presión de dependencia con respecto a su pareja y potenciales conflictos conyugales. Al tener mayor autonomía económica, sienten que “su libertad de elegir y decidir sobre sus vidas” ha mejorado comparado con otras mujeres.

Emprendedoras

Los concursos de emprendimientos rurales inclusivos del proyecto Haku Wiñay son la oportunidad que esperan muchas mujeres – y también hombres - para hacer realidad sus planes de negocios y así trabajar por su ansiada autonomía económica. De allí han surgido muchos negocios exitosos, liderados por mujeres. A nivel nacional, las mujeres participan en 17 mil 486 negocios rurales.

Yola Arce, Mónica Rico, Raquel Silva y Gladys Juscamayta emprendedoras de "Biohuertunchiq Salud y Vida” proveen frescas verduras al programa de alimentación escolar Qali Warma en el distrito San José de Ticllas, provincia de Huamanga, en Ayacucho.

Vila Gloria Aguilar Nuñez y sus socias son las ‘mujeres guerreras y valientes’ dedicadas a la “crianza de peces gamitana” en la comunidad de Tsuntsuntsa, distrito de Aramango, provincia de Bagua, en Amazonas.

Cleofé Layme Huañahui, Rocío Jiménez Totocayo, Eva Ancalle Ccachuco y Delia Jiménez Jara, son cuatro socias “Las costureras de Maukallacta” de confección de coloridas polleras que son vendidas en la cuenca alta del Cañón de Cotahuasi, en La Unión, Arequipa.

Eufemia Cerquera Burga, junto a sus socias viven rodeadas de plantaciones de cacao en Nuevo Amazonas, distrito de Curimaná, provincia de Padre Abad, en el departamento Ucayali. Ellas producen una aromática pasta convertida en delicioso chocolate.

Estos son algunos de los negocios rurales del proyecto Haku Wiñay/Noa Jayatai que representa el liderazgo, esfuerzo y creatividad de la mujer peruana, quien participa, gestiona y conduce proyectos de desarrollo productivo y emprendimientos rurales mejorando notablemente la economía y la calidad de vida de sus hogares.

Yachachiq

Anataly Rodríguez Ágreda (27 años) es yachachiq productivo del proyecto Haku Wiñay en la Comunidad Campo Alegre, distrito Calamarca, provincia de Julcán, en La Libertad. Es bachiller en agronomía, tiene 8 hermanos, proviene de una familia de bajos recursos económicos. “Soy una campesina más. Como yachachiq tengo la oportunidad de trasmitir mis conocimientos a las familias para que se alimenten y vivan mejor”, dice.

Eliza Quichca Quiroz (23), del distrito Salcahuasi, en Tayacaja, Huancavelica. Sus estudios de agropecuaria y su dominio del quechua le abrieron las puertas de las familias en su labor de yachachiq. Todos los días se levanta a las 5 de la mañana, camina hora y media para llegar a las comunidades de Santa Cruz de Pueblo Libre, San José de Silda, Ccarccancha, Hurpay y al propio distrito de Salcahuasi. “Con las capacitaciones y el trabajo en campo vamos cambiando la vida de las familias”.

Marisol Cachique Amasifuen (27) de la comunidad nativa Chirikyacu – Chunchiwi, provincia de Lamas, San Martín. Es yachachiq bilingüe: habla el quechua y español, tiene una hija de 4 años. Es técnica forestal. “Trabajo con 50 familias ‘de campesino a campesino’ en las comunidades de El Dorado y Huaja-Ishichiwi, donde se está innovando la alimentación tradicional de yuca, plátano”.

Entre los años 2012 y 2018, un total 2 mil 615 mujeres se han desempeñado como yachachiq, talentos rurales que brindan capacitación y asistencia técnica a los hogares usuarios en zonas rurales de la sierra y selva.

Diario El Regional de Piura
 

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