ERP. El panorama del Hospital de Apoyo de Sullana es desolador. Ha superado totalmente su capacidad instalada y no existe por el momento, decisión alguna para contar con otro nosocomio que atienda a una población mínima de 300 mil habitantes y otros tantos de referidos de las provincias que conforman la subregión de Salud.
De acuerdo al POI 2015 de esta establecimiento “El Hospital de Apoyo Sullana II-2, es un establecimiento del Ministerio de Salud; pertenece al segundo nivel de atención y se constituye en el establecimiento de referencia de mayor complejidad en las regiones de Piura y Tumbes con alcance internacional en la red binacional de salud abarcando las localidades de Zapotillo y Macará, del vecino país del Ecuador, con un total poblacional de 1´200,000 habitantes”.
Sobre las carencias y problemas que enfrenta, se ha informado con anterioridad; sin embargo, una cosa es hacerlo desde una percepción externa y solo periodística; y otra, con sentido mucho más humano y más real, cuando se va a visitar a un familiar.
Por una circunstancia ocasional, fuimos testigos de la situación como se atiende; escuchamos el grito desgarrador de un padre que perdió a su menor hija, por falta de atención médica y quizá por las condiciones como se encuentra este Hospital.
Los niños con infección y alergia, son expuestos a la contaminación de residuos sólidos cuyas pestilencias se perciben; y lo mismo puede decirse de otros enfermos que por diversas enfermedades y riesgos llegan al principal Hospital del sistema de salud de la región.
Para un galeno que trabaja en este nosocomio, “El Hospital se encuentra colapsado, no existe camas y tampoco oxígeno, situación que amerita la declaratoria de emergencia y contar con los recursos suficientes para su mejora” y es la verdad, uno de los pacientes que fue referido de Tambogrande, falleció porque estuvo dos horas esperando en la ambulancia y no pudo ser atendido, en ese momento fue la hija del fallecido quien hizo la denuncia.
No es exageración, el desaseo es común; los recipientes se ubican en cualquier lugar y los contenidos se van pudriendo por su falta de disposición final; las ventanas de la parte interna, permiten el fácil acceso de los rayos solares y lo que debe ser un ejemplo de asepsia hospitalaria, no es más que un lugar inadecuado e insuficiente para atender a los pacientes.
En el fondo y áreas comunes el desaseo es igual e incluso desprovisto de toda cautela, un gato descansa plácidamente. En realidad, no es culpa del gato porque es obvio no tiene conciencia de lo que sucede en su hábitat; la culpa es de quienes deberían crear las condiciones humanas para que se puedan atender humanos en riesgos o con problemas de salud.
Hace poco tiempo un grupo de personas impulsaron una colecta pública. Lo cierto, que el problema de la sanidad no es de mendicidad y menos de colectas; lo es de derechos humanos; por lo tanto, quienes deben exigir al Estado para acabar con las limitaciones son las autoridades y la propia población. No se puede seguir indiferente con las limitaciones actuales y con una pésima gestión que afecta a seres humanos.
Por el momento, todas las gestiones regionales incluida la actual y las anteriores, no han tenido la capacidad para impulsar la infraestructura y el equipamiento que se requiere. Con la diferencia actual, que el vicegobernador reside en Sullana y existe un consejero que aunque limitado en sus capacidades técnicas, puede opinar para definir como prioridad esta obra.