ERP. José Eugenio Aguilar Santisteban, más conocido en vida como “Pepe” Aguilar o muy amicalmente como “El loro” Aguilar, estaría cumpliendo 78 de vida este 15 de diciembre; sin embargo, un 02 de agosto del 2008 una enfermedad incurable terminó con su vida y sus sueños de realizar una Piura próspera, moderna y cultural. Se fue cuando ejercía su tercer mandato como alcalde de Piura.
Su personalidad fue forjada en las huestes del Partido Aprista Peruano y su corajuda forma de ser lo llevó a construir amistades y alejar enemistades. No era un hombre de ciencia, pero muchos libros pasaron por sus manos, supo construir amistades y privilegiar la solución de problemas sociales, en singular interés que descolocaba a sus funcionarios. Diversas anécdotas fluyen como buen recuerdo del “Loro” Aguilar.
Evocando su memoria, su amigo Guillermo Timoteo, recuerda que le encargó que él pueda escribir sus anécdotas diversas y variadas que formaron parte de su vida y nos precisa que en las postrimerías de su adiós, reconoció que su gran padre político fue don Víctor Raúl Haya de la Torre, que igualmente buscó regresar al partido, situación que lo emocionó.
Como militante del Partido Aprista Peruano, llegó a ser prefecto de Piura, cargo público que le abrió la posibilidad de realizar un trabajo efectivo. Lo mediático de sus acciones, permitieron que lo reconozcan como un líder capaz de entender los problemas del departamento de Piura, sobre todo los de inseguridad. Quizá ese coraje de hombre valiente y temerario, sería importante en los tiempos actuales.
Fue elegido diputado de la República, en el procesó que encumbró al exdictador Alberto Fujimori. Lamentablemente, la democracia se quebró y Esta situación lo trajo de nuevo a Piura, participando en las elecciones municipales de 1993, resultado ganador. Populista y visionario, le dio gran importancia a la Biblioteca Municipal y abrió una gran oportunidad para la publicación de literatura regional.
Quizá es una iniciativa que pocos recuerden, pero este proyecto permitió poner en blanco y negro, las principales obras de autores piuranos. Ningún alcalde ha seguido este camino y dejaron trunco una de las competencias municipales, más dedicada en estos tiempos a pistas y veredas. Fue una iniciativa buena y destacada.
Eran tiempos de reelección y “Pepe” Aguilar, diríamos el oficial, porque existe otro personaje que se hace llamar igualmente “Pepe” y ha catapultado lo que quedó en la imaginaria de Aguilar Santisteban. Ganó su segunda elección y perdió en una tercera inmediata. Gestionar la provincia de Piura, con el presupuesto y los costos que tiene, es una tarea difícil y avanzó lo que pudo.
Su vocación por la política lo mantuvo latente. En el 2006 reaparece con gran fuerza y bajo el liderazgo del Movimiento Obras + Obras, obtiene su tercer mandato. Asumió el mando en el 2007 y empezó a planificar lo que sería su mandato, que aparentemente asumiría las mismas características de los anteriores; de repente, en cada reunión comenzó a traslucir de su delicado estado de salud, aunque no se le percibía.
Lucho, como lo hace cualquier humano, resistiéndose a la indetenible y sometiéndose a los procedimientos médicos especializados, pero poco a poco sus capacidades fueron mermando y su imposibilidad de ejercer el cargo disminuían. Pese a ello, se aferraba a pelear con todas sus fuerzas contra el infortunio, pero valiente como era, tuvo que resignarse a despedirse para siempre.
Una canción, una piedra que asemeje su rostro cincelada, una libro con la historia de su vida, fueron parte de sus pedidos; pero, los herederos políticos del buen “Loro” Aguilar, tras la emoción circunstancial, aún mantienen latentes sus compromisos y esperando, que quizá, talvez, algún día se detalle las principales anécdotas de un personaje popular, comprometido, pero igualmente comprometido con la cultura de su departamento.
Se fue un 2 de agosto del 2008, todo hace suponer, que no tuvo relevo generacional, que asuma su misma estatura política y que reciba el cariño popular de manera espontánea y desinteresada, porque “El Loro” o “Pepe” como se le quiera llamar, es de esos personajes únicos, que irrepetibles, quedan en la imaginaria por siempre de quienes lo conocieron.
La escultura de una piedra con su rostro, se mantiene en el Cementerio Metropolitano de Piura. Quizá, es el mejor homenaje a su memoria.