ERP. "Mi hermano Marcelo", sería el título del libro que está escribiendo Reynaldo Pablo Salcedo Cano, un zapatero que es usuario del Programa Nacional de Asistencia Solidaria – Pensión 65 del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social – Midis y quien ha decidido contar en hojas bond y con letra de máquina de escribir, sus penurias durante su infancia y adolescencia, en su tierra natal, Arequipa.
Don Reynaldo, de 79 años de edad, quien repara y pinta el calzado de las personas de la Casa de Reposo María Madre del Amor Hermoso, es conocido como "El ermitaño", debido a que se aparta del mundo real, mientras "devora" los libros de la biblioteca de dicho lugar.
Ahora, el señor Salcedo está muy contento porque ha recibido dos pares de anteojos, uno de medida y otro para protegerse del sol, como resultado de la campaña "Para verte mejor", que impulsa el Programa Pensión 65.
Vive solo y hace muchos años en Manchay, distrito de Pachacámac, y dice que escribe porque quiere dar a conocer las vivencias de la gente pobre. "Para sobrevivir, con mis hermanos llegamos al extremo de hurtar papas de las chacras. A los 15 años tuve que abandonar mi casa para trabajar, igual que otros de mis hermanos, quienes están en Japón, España, Venezuela, y solo algunos se quedaron en Arequipa", añade el zapatero escritor.
El usuario de Pensión 65, un arequipeño que se siente puneño de corazón, se animó a plasmar las experiencias de su numerosa familia – tiene 11 hermanos -, en especial las de su hermano mayor; por ejemplo, en uno de los capítulos que titulará "Pulmonía", va a contar aquel día que, al no poder vencer la fiebre de Marcelo, su papá salió de casa cargando a su hermano, en búsqueda de ayuda.
"Allá en el campo, vivíamos solos. Mi padre nos contó que en su camino entró a una casa grande bien iluminada, y que una señora vestida de blanco, pudo salvar a mi hermano. Lo raro es que, al pasar los años y buscar aquella casa, nunca la encontré", afirma Reynaldo.
Otro relato que titulará "Malula", describe la época que trabajó para una familia de buena situación económica la cual, sin embargo, nunca le expresó muestras de cariño. "Para navidad, en nuestros cuartos, donde nos alumbrábamos con velas, guardaban obsequios como bicicletas, dulces, vestidos y perfumes importados, pero solo los veíamos pasar. Ellos decían que habíamos nacido para servirlos, nos hacían dormir en el suelo, y una vez, cuando el "cholo" Juan (otro de los trabajadores de la vivienda) entró al baño de los señores y le dieron una catana", rememora el usuario de Pensión 65.
Aun en estas condiciones, Reynaldo trae a su memoria que fue en esta casa, que empezó su afición por la lectura, cuando una tarde, la hija de los "señores" lo sorprendió sacando de la basura revistas desechadas, por lo que la niña empezó a prestarle libros. "Fue una época bonita, con ella recorríamos los frutales, y mientras yo leía y sacaba los frutos, ella jugaba y comía fruta fresca".
Si bien su autor favorito es Jaime Bayli, lee todo género de obras y cuando ha terminado un libro, lo regala a alguien que también le agrade la lectura: "¿Para qué voy a amontonarlos en mi casa? Mejor que alguien les saque provecho", afirma.
Reynaldo, mostrando los textos con el avance de su libro, muy bien guardados en un folder transparente, dice que por ahora está en la búsqueda de la cinta para su máquina mecánica, a fin de terminar sus relatos.
Datos y cifras
- Pensión 65 atiende a 544,202 adultos mayores en pobreza extrema en 1,874 distritos del país
- La subvención llega a 3,588 usuarios en distritos de frontera; 23,388 en el VRAEM; y 12,222 en centros poblados amazónicos.