ERP. Cuando se logró la extradición del exmandatario Alberto Fujimori Fujimori acusado de los delitos contra los derechos humanos y corrupción estatal, peruanos y peruanas creyeron que era el fin de una historia que nunca más se iba a repetir. En el final, cuando intentaban perennizarse en el poder apareció Alejandro Toledo Manrique, para presentarse como un político y profesional bien formado.
En realidad, somos un país con una democracia fallida, se demostró con Alberto Fujimori, los presidentes sucesivos se encuentran procesados por delitos de corrupción y para colmo, somos gobernados por una presidente ilegítima que se mantiene con el apoyo político de partidos que perdieron las elecciones. La extradición de Toledo, estamos seguros no significará mucho para gobernantes y nuevas generaciones.
Toledo, de orígenes humildes, logró descollar en lo profesional estudiando en Estados Unidos. Muy vivaz en los personal y dueño de una personalidad excéntrica, poco a poco se hizo conocido como político, acompañado de las calidades profesionales de Eliane Karp, su esposa. En momentos de alta tensión y tras la fuga de Alberto Fujimori, el presidente transitorio Valentín Paniagua, convocó a elecciones generales.
Su participación en estas elecciones, le permitió capitalizar su experiencia previa del 2000, cuando compitió con Fujimori. Evidentemente, que tenía el mensaje y el argumento para alzarse con el triunfo, el cual logró después de derrotar a Alan García Pérez. Asumió su mandato el 28 de julio del 2001 y culminó 5 años después.
Su gobierno creó grandes expectativas y sin duda, las esperanzas del peruanos y peruanas, eran mucho mayores por la gran decepción que significó Alberto Fujimori. Toledo, era el llamado para hacer resurgir al país, tras la ruptura democrática, la violación de los derechos humanos y corrupción de su predecesor; pero transcurrido el tiempo, todo hace presumir que solamente fueron palabras.
Mantuvo la independencia de poderes y no hizo intromisión alguna en las demás entidades. El Poder Judicial y el Ministerio Público realizaron su trabajo y facilitó que todos los que se corrompieron con Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos terminen en la cárcel. Fue el momento del renacer de un Perú afectado por políticos aviesos y falto de valores, que no les interesó romper las normas que juraron cumplir.
Durante su gobierno, denuncias timoratas se difundían por algunos medios de comunicación, sobre todo por beneficiar algunas empresas brasileñas. Justamente, dichas acciones que se conocieron tras información de inteligencia y posterior delación de los corruptores podrían llevarlo a morir en la cárcel. Toledo falló consigo mismo, porque destruyó una vida de oportunidades, falló y lo que es más grave, con el pueblo peruano que confío en él para conducirlos a mejor puerto.
Sobre la carcelería que enfrentará el exmandatario, el Instituto Nacional Penitenciario (INPE) informó este domingo que el extraditado expresidente Alejandro Toledo deberá ser trasladado al Establecimiento Penitenciario de Barbadillo, ubicado en la sede de la Dirección de Operaciones Especiales (Diroes) de la Policía Nacional del Perú (PNP).
Toledo compartirá establecimiento penitenciario con Alberto Fujimori, el cual fue condenado a 25 años de condena; primero deberá cumplir 18 meses de prisión preventiva y en dicho tiempo esperará la sentencia definitiva, que de acuerdo a la acusación fiscal podrían ser 25 años de cárcel. Tiene 77 años de edad y de acuerdo a su propia versión una salud resquebrada, es posible que no logre superar esta situación crítica.
Se creyó que con la caída de Fujimori y el triunfo de Toledo el Perú encontraría una nueva dirección, pero no fue así. Seguimos en lo mismo, haciendo exposición mediática a los políticos caídos, pero permitiendo que haya una dictadura soterrada y violatoria de toda la independencia de poderes. En algún momento, algún día, el Perú aprenderá de estas lecciones, para entender que la eficiencia pública, debe compatibilizar con valores humanos y sobre todo ciudadanos.