ERP. Culmina un año marcado por los desastres naturales, por la corrupción y por la inadecuada gestión política y administrativa del país. En los primeros meses, las lluvias en diversas partes del territorio nacional demostraron que no estamos preparados para ningún fenómeno natural y al finalizar el año, el presunto canje de votos por indulto llevó al viraje inesperado, inoportuno y lleno de falsedades del presidente de la República.
En efecto, el 2017 será recordado por los huaicos, por las inundaciones, por el desborde de los ríos, por damnificados y afectados y por la escasa capacidad de respuesta del aparato estatal. Transcurridos los desastres, los problemas siguen latentes y la Autoridad de la Reconstrucción con Cambios, solo ha permitido gastar dinero sin ningún criterio de integralidad. A pesar del triunfalismo estatal no existen resultados palpables que modifiquen las realidades de lo que es.
La población damnificada sigue en carpas y quienes abandonaron los lugares temporales, no fue por ayuda del Estado; simplemente, la población se dio cuenta que todo proceso de recuperación o resiliencia era netamente su responsabilidad. Sin embargo, con este tipo de actitudes, lo único que se está logrando es repetir las condiciones de vulnerabilidad que afecta a diversas poblaciones del país.
El año 2017, fue de desastres en toda la costa peruana. Piura vivió sus peores momentos de la historia
Las carreteras en gran parte se encuentran destruidas, sobre todo la avenida Panamericana Norte. Las quebradas, si bien es cierto se encuentran secas, se activarán tan pronto una nueva lluvia se presente en el norte, en el centro o el sur. La burocracia viene demostrando que frente a la posibilidad de grandes montos de inversión, siempre existen estratagemas para sacar mayor provecho.
Este año y en el caso preciso de Piura, será recordado no solo por el desborde trágico y cruel del río Piura, sino por la ausencia de un real liderazgo para antelarse y prever este tipo de situaciones y por la irresponsabilidad en los trabajos que se realizaron en nombre de la prevención en el gobierno de Ollanta Humala. Esta situación no se aclaró y sigue sin explicaciones y al contrario se ha tratado de esconder con los trabajos de descolmatación actual.
Este año que culmina, de igual manera permitirá valorar las expresiones de solidaridad que movilizó a la población menos afectada. Es lo que se observó en Piura al conocer la magnitud del desastre y los miles de damnificados. Frente a esta urgencia, la población se movilizó hacia el Bajo Piura, llevando alimentos y ayuda para hacer menos doloroso las causas del desborden del río Piura.
Frente a lo acontecido, se solicitó que haya un real liderazgo y evidentemente, más allá de las palabras, la responsabilidad fue mínima y se dejó que la propia población busque sus salidas y sus soluciones. El Estado, se reconcentró, observándose que cada ministerio reemplazó a los gobiernos regionales y reconcentró los recursos, los cuales en su mayor parte aún siguen esperando ser usados.
Lo acontecido con los desastres naturales, no ha creado más allá de la alarma, de un sistema funcional y operativo que avizore el futuro con una mejor actuación. Es probable que si se repitiera lo anterior, una vez más, se reproducirá el desastre.
Otro hecho que marcó el 2017, tiene que ver con la corrupción estatal. A lo conocido se sumó los casos específicos de lo que se conoce como Lava Jato. Un presidente y su esposa en prisión, otro presidente fugado, funcionarios apristas presos, un presidente quien primero negó y después aceptó haber sido parte de los negocios de Odebrecht, otro ex presidente de la República que repite el “yo no me vendo…” y que todos los indicios conocidos, igualmente lo comprometen y una ex candidata presidencial que a pesar de sus negativas, las delaciones la comprometen.
Caso Lava Jato, ensució a la clase política peruana, desde Toledo, Alan, Ollanta, Keiko y PPK
Si todo ello no fuera suficiente, el presidente de la República, señalado con vehemencia por sus “mentiras” y sus presuntos actos de corrupción, se vio compelido a defenderse de un pedido de vacancia. Después de la crispación política, decidió en contrasentido a lo logrado, absolver al líder histórico del partido político, para ello, realizando una componenda para canjear votos con el indulto.
Esta pérdida de credibilidad llevó a movilizaciones de los defensores de la democracia y de los derechos humanos. Existe el pedido de nulidad del indulto de Alberto Fujimori y será una instancia internacional la que definirá en el mes de febrero del 2018; lo que quiere decir que la inestabilidad continuará quizá con mayor vehemencia colectiva.
Indulto del ex presidente Fujimori, por la forma tan desacertiva ha creado una crisis política
En todo este contexto, lo que primó fue la mentira en la comunicación del presidente Pedro Pablo Kuczynski, de la vicepresidenta Mercedes Araoz, del Ministro de Justicia Javier Mendoza y últimamente hasta de algunos parlamentarios, quienes cambiaron con mucha facilitad su mensaje.
El 2017, será recordado con el año de los desastres y de la impericia política para dirigir los destinos del país y fundamentalmente de la pérdida de valores elementales de las principales autoridades. Para el presidente de la República y otros funcionarios, todo tiene explicación, aunque los argumentos sean tan débiles y poco creíbles.
Se espera que el 2018, se logre encontrar un camino viable que permita encontrar una salida política a esta crisis.