ERP. Ollanta Humala Tasso y su esposa Nadine Heredia, han superado los 100 días en prisión por las investigaciones que se realizan en su contra. Se les puede reprochar de todo; sin embargo, pasa el tiempo y su carcelería viene siendo percibida de una manera diferente por la población y las comparaciones entre unos y otros, comienzan a darse, sobre todo con aquel presidente que dice no tener nada de riqueza y que sus ingresos se deben a sus libros y exposiciones realizadas.
En efecto, situación diferente viven el ex presidente Alan García Pérez, quien sustenta su riqueza en sus libros y en las exposiciones que realiza. Según sus propias declaraciones son increíblemente bien pagadas y la otra es la lideresa de Fuerza Popular, quien tanto como Ollanta y como García, tienen menciones en las declaraciones obtenidas de Odebrecht. Sin embargo, esa es otra historia.
Humala Tasso, un militar retirado abrazó la carrera política y decidió postular a la presidencia de la República. En sus inicios, se identificó con la izquierda peruana y parte de sus seguidores fueron en su momento, representantes inequívocos de estos grupos difusores y promotores de una nueva sociedad, de la revolución en democracia y del cambio político para modificar las relaciones del poder.
De verbo balbuceante y precario en lo ideológico y cognitivo, Humala Tasso, mantuvo una cercanía con Venezuela, aunque siempre negó ese nexo. Al costado de él, su joven esposa fue usada para el viraje que buscaba conciliar los intereses de los grupos de poder económico, con el crecimiento social y político de su propuesta. Los miedos que reflejaba no era los miedos propios, sino los que generaba su propio entorno.
Tuvo una postulación y fue superado por Alan García Pérez, años después modificó sus planteamientos iniciales para enarbolar la “Hoja de ruta” y ganó las elecciones. Se convirtió en presidente de la República para el lustro del 2011 al 2016 y aunque miles de peruanos se sintieron defraudados por su viraje, en los inicios creyeron otros confiaron que podría realizar un buen gobierno.
Su gobierno en términos generales no fue demasiado malo y se le puede recordar como el presidente que le dio un rostro humano y social a las políticas del Estado. Siguió caminando por el liberalismo que heredó del fujimorismo y de Toledo, pero tuvo la oportunidad de crear programas sociales para atender a los sectores sociales más vulnerables. Es probable que haya sido la única negociación posible que logró con los grupos de poder económico.
Mantuvo el apoyo total a la minería, aunque los conflictos limitaron la ejecución de los existentes. No tuvo el coraje de escindirse y separarse de los grandes poderes y al contrario, declinó a sus postulados de cambio, para acomodarse en el statu quo. Era simple y previsible sostener que si hubo alguna posibilidad de políticas diferentes, estas ya no serían con el ex revolucionario.
Repitiendo los mismos errores de los presidentes peruanos de los últimos tiempos, personalizó su partido político y lo convirtió en un clan familiar. En su condición de presidente de la República dejó el mando de la organización a su esposa y ésta a su vez, aplicó sus criterios personales, sus filias y sus fobias para decidir en temas relacionados al Gobierno, en el cual ella igualmente participaba en su condición de cónyuge del presidente.
Las distorsiones fueron parte de las tensiones políticas y las acusaciones en contra de ambos fueron develándose. Las mentiras se hicieron recurrentes y los escándalos fueron mayores. En tanto, el personalismo de Heredia incidía en todo el aparato del Estado, en el Parlamento, los congresistas de su organización comenzaron a retirarse por discrepancias en el manejo partidario. Quizá uno de los conflictos más notorios fue con la vicepresidenta Marisol Espinoza Cruz, a quien le cerró la oportunidad de presidir el Congreso de la República.
Antes de esta etapa los antiguos socios políticos de Humala fueron excluidos y el nuevo entorno se mezclaba con la vanidad de sus protagonistas principales. No se tuvo la capacidad para saber definir con coherencia y pragmatismo la nueva ruta política, que les hubiera permitido seguir manteniendo una presencia política. Se dejaron apabullar por frases con gran contenido mediático como eso de la “candidatura conyugal”.
Humala terminó su mandato totalmente disminuido y enceguecido. Los amigos del ayer, ya no estaban y más aún despotricaban de él y los nuevos amigos lo reemplazaron con mucha facilidad. Ollanta ya no tenía poder político e ingresó a un estadio de ostracismo que se hizo más crítico por el caso Odebrecht.
El Ministerio Público y el Poder Judicial muy expeditos para este ex presidente pero muy condescendiente con otros, decidieron enviarlo a prisión preventiva conjuntamente con su esposa. No existe acusación en contra de ellos y el trabajo del Ministerio Público aún es muy incipiente, pero esa situación aparentemente es secundaria y es lo que prevalece hasta el momento aunque no se haya demostrado la culpabilidad.
Todo hace indicar que esta situación judicial se mantendrá por buen tiempo sin novedades, vendrán muchos más días de prisión preventiva y no existirá en el corto plazo una acusación fiscal por los delitos cometidos. Han superado los 100 días y la labor del Ministerio Público camina con la lentitud propia de investigaciones complejas y de continuar así poco a poco se les irá victimizando.
La prensa y algunos políticos se escandalizan por las declaraciones del ministro de Defensa Jorge Nieto, quien cree que es inhumano que una madre (Se refiere a Nadine Heredia) se encuentre en prisión preventiva y es obvio, es una madre que no tiene acusación fiscal en su contra y que se encuentra solo en la condición de investigada. Situación diferente sería si esta prisión fuera el resultado de un caso finiquitado y con responsabilidades penales demostradas.
La prisión preventiva abusiva, tiende a transformarse en condena anticipada y la presunción de inocencia pasa a presunción de culpabilidad.
— Ollanta Humala Tasso (@Ollanta_HumalaT) 16 de octubre de 2017