Por Andrés Vera Córdova
ERP. Aprovechando la celebración de Semana Santa, se elevó una oración colectiva que decía “Te pedimos que las lluvias no causen más daños” una invocación que días atrás realizó monseñor José Antonio Eguren Anselmi. Lamentablemente, las desgracias consecuencia de las lluvias no son causas de Dios, y son más humanas que naturales.
El mensaje más allá del entusiasmo religioso debe ser otro. Es pedir a las propias personas que se alejen de las riberas de los ríos, que salgan de los cauces de las quebradas, que abandonen las hondonadas; además que las autoridades realicen los estudios para habitabilidad y que dichos estudios se respeten y se hagan respetar.
Las lluvias siempre existirán. Son beneficiosas para la vida humana, al recargar las cuencas que después nos darán el recurso hídrico necesario para todas las actividades humanas. Los daños humanos y materiales que causan son más antropomorfos que naturales y lo lamentable es que nunca se han adoptado las acciones más convenientes.
En caso de una lluvia fuerte, más allá del rezo, de la invocación, e incluso más allá de la fe, si las condiciones de peligro existen, crearán daño impredecible. Está el caso de Chosica, donde muchas familias, pese a haber sido arrasados por la fuerza de los huaycos, aún tienen la esperanza de regresar al mismo lugar.
Pasa en todas las ciudades del Perú e incluso de Latinoamérica.
En Piura, después de las lluvias del 82-83 no se han tenido precipitaciones similares en la ciudad. En aquella oportunidad la zona del Chilcal se inundó totalmente y en la urbanización Ignacio Merino, todos los primeros pisos de las viviendas fueron inundados. En infraestructura el Puente Independencia aún ahora tiene los mismos problemas de antaño.
Más aún, el denominado cuarto puente, que debería facilitar el paso de Piura a Castilla y viceversa fue construido mal y es cerrado cuando las aguas transcurren con gran furia por el río Piura. En tanto, los planificadores siguen lejos de sus responsabilidades y se vuelven afónicas cuando deben hacer prevalecer las razones de sentido común.
Si por algo deben rezar los peruanos y sobre todo piuranos, no es por menos daños como consecuencia de las lluvias; sino por razonabilidad para entender los reales peligros y para hacer previsión antes que sucedan los eventos. Rezar para que las autoridades cumplan con su labor y para que la población sea menos soberbia y acaten los llamados para evitar el peligro.
Finalmente, existen decenas de mapas de peligros de la mayor parte de las ciudades principales del país. Esos documentos que deberían ser la guía del crecimiento urbano, son documentos que adornan los anaqueles de Defensa Civil y de muchas municipalidades. El rezo que se debe realizar es para que no sean letra muerta.
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