ERP. Andrés Avelino Cáceres es uno de esos hombres asociados a la experiencia de la Guerra con Chile, nacido en Ayacucho, en medio de un entorno social, en el que primaba una educación en valores, a partir de sus grupos primarios más cercanos: la familia, los amigos, los maestros, la feligresía, y todo cuanto le permitió cultivar ese amor por la patria, práctica que lo coloca en el lugar singular por el que hoy lo estamos recordando.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Secretario General del Centro de Estudios Histórico Militares del Perú
Cáceres es de esas personas que nunca mueren, es uno de los hombres que ha trascendido al tiempo, lo ha vencido, es un personaje al que no le hacen falta monumentos de palabras para decir lo que sentimos, las expresiones sobre él, por muy simples que fueren, no hacen sino fortalecer a un recuerdo imperecedero que se ha quedado para siempre en la memoria de todos los peruanos.
Don Andrés Avelino se ha convertido en un paradigma entre los peruanos, es un modelo para los que viven en su patria, heredad que el defendió con actitudes heroicas que lo ubican en un lugar singular de la historia nacional. Como Andrés Avelino lo conocemos porque así se registra su nombre en documentos primarios asociados al personaje, documentos generados mientras él estuvo vivo, incluso en las declaraciones de filiación que hacen sus hijas al momento de casarse, y cuando registran la defunción del personaje que hoy evocamos.
Desde su nacimiento en Ayacucho, el 10 de noviembre de 1836, hasta su muerte en Lima, el 10 de octubre de 1923, participó en el alzamiento de Fermín del Castillo contra el presidente Echenique; entre 1856 y 1858 apoyó a Ramón Castilla, contra Manuel Ignacio de Vivanco; en 1865 se opuso al presidente Pezet cuando permitió la ocupación de las islas de Chincha; en 1866 apoyando a Mariano Ignacio Prado combatió en la Guerra con España, en el Combate del 2 de Mayo; en 1872, estuvo al lado de Manuel Pardo, cuando los hermanos Gutiérrez se levantaron y asesinaron al presidente José Balta rompiendo el orden constitucional, que se mantuvo firme gracias a acciones como la de Cáceres, que no se plegaron a los revoltosos, pese a que estos buscaban aliados entre los soldados de la patria.
Su protagonismo en la defensa de Lima es ampliamente conocido, del mismo modo la conducción de la Campaña de la Breña. Por todo esto, el Perú honra la memoria de Cáceres poniendo su nombre en plazas, hay muchas calles en el Perú que se llaman como el Héroe de la Breña, existen parques, y colegios, que nos llevan a preguntarnos, donde no está Cáceres, y si hoy lo rememoramos, es porque indudablemente es parte del alma nacional.
Nuestra juventud requiere de modelos a seguir, modelos como Cáceres, la sociedad requiere de modelos paradigmáticos para imitar, se ha detectado una crisis de valores, por lo que los antropólogos, educadores, y otros especialistas proponen una educación y una reeducación en valores, donde se destaque a figuras emblemáticas, como la de don Andrés Avelino, uno de los peruanos del milenio, que ascendió a la gloria mientras estuvo vivo, recibiendo el reconocimiento de millones de peruanos que lo identificaron como el salvador del honor nacional.
El escenario de su gloria se reparte entre Ayacucho, lugar de su nacimiento, y el espacio de la campaña de la Breña, donde las mil y una páginas que vivió han quedado impregnadas en cada lugar por donde se cruzó el “Brujo de los Andes”, de modo que hoy se puede recorrer la ruta de Cáceres, como si transitáramos por un museo gigantesco, que imaginariamente nos lleva hasta la Campaña de la Breña, escenario de su gloria.
El 5 de Abril de 1879 Chile declaró la guerra al Perú, bajo el pretexto de la firma de un pacto secreto de alianza con Bolivia, cuyo territorio había sido ya invadido, rompiendo el tratado de límites de 1874, El Perú no se encontraba preparado para hacer frente a tan grave contingencia y menos aún contra un enemigo que se había preparado muy adelantadamente para la agresión, pese a no tener límites territoriales con el Perú. En esos días nuestra situación era delicada y critica en todos los campos de la actividad nacional.
El Ejército y la Marina, los dos brazos más importantes de la Defensa Nacional tenían serias limitaciones en cuanto a número de efectivos de personal, material, armamento y munición. En el ejército se disponía de fusiles de diversos sistemas y calibres; de muy poca munición; de caballos de poca alzada y escasamente adiestrados; de cañones de diferente calibre, de pocas piezas entre antiguas y modernas, las unidades de tropa se encontraban ubicados en diferentes puntos del territorio nacional: Cusco, Ayacucho, Lima, Callao y Chorrillos. Todos los buques se encontraban en mal estado y necesitaban reparaciones para poder combatir; las tripulaciones no estaban debidamente entrenadas, sobre todo en lo concerniente a prácticas de tiro. Fuera del Ejército de Línea existía la Guardia Nacional compuesta de 60 mil hombres, aproximadamente, pero hacía unos cuatro años que no habían sido llamados para el entrenamiento.
Declarada la guerra, muchos oficiales del Ejército y de la Marina que se encontraban fuera de servicio, dentro y fuera del país, se incorporaron presurosos a sus instituciones para participar en la contienda bélica, defendiendo nuestra patria; otros que se encontraban en el activo y comandaban unidades, recibieron las órdenes pertinentes para desplazarse al teatro de operaciones.
Cáceres, en sus intervenciones previas a las acciones en las que participó y aún durante ellas, siempre puso en evidencia sus amplios conocimientos estratégicos y tácticos, que le permitieron presentar recomendaciones que infortunadamente fueron desoídas por los conductores de las operaciones, en los diferentes niveles, y que de haberse escuchado quizá hubiesen variado el resultado de la guerra.
La batalla de Tarapacá fue una acción bélica que se desarrolló en la localidad homónima, el 27 de noviembre de 1879, durante la campaña terrestre de la Guerra del Pacífico. Se enfrentaron fuerzas chilenas y peruanas, saldándose la batalla con la victoria de estas últimas.
Las bajas en ambos lados fueron enormes. Los chilenos contabilizaron 516 muertos y 179 heridos, más que en las batallas de Pisagua, Germania y Dolores juntas. Los peruanos dieron en sus partes un total de 236 muertos y 261 heridos. Las pérdidas de oficiales en ambos bandos fue enorme. En la acción de Tarapacá Cáceres, Bolognesi, Alfonso Ugarte, y otros héroes peruanos se cubrieron de gloria.
El archivo Cáceres de la Biblioteca Nacional, ha servido para reconstruir la historia de la Guerra del Pacífico, y gran parte de la historia nacional a partir de una fuente fidedigna y confiable, el Héroe de la Breña no omite detalles, es el protagonista que sabe lo que está viviendo, y que reconoce las virtudes de sus seguidores, así como abiertamente rechazó los antivalores de los que no defendieron a la patria cuando estaba en peligro. Hoy, en este aniversario de la Batalla de Tarapacá seguiremos diciendo: ¡Viva Cáceres!