ERP. No hay piurano que ignore sobre la existencia de Enrique López Albújar, su nombre está en la memoria colectiva regional, tanto como los de Miguel Grau, Carlos Augusto Salaverry, Manuelita Sáenz, e Ignacio Merino.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia de la DNEF del Jurado Nacional de Elecciones
Enrique López Albújar, uno de los símbolos de la piuranidad, nació en Chiclayo, el 23 de noviembre de 1872, y falleció en Lima, el 6 de marzo de 1966. Su obra ha sido reeditada por diferentes editoriales, publicando de manera aislada sus creaciones, que Antes de la pandemia salieron todas juntas en 6 tomos, por decisión del Poder Judicial, para ponerla al alcance de los lectores.
Accidentalmente López Albújar no nació en Piura, pese a que sus ancestros eran piuranos, pero su infancia y adolescencia la pasó en la tierra de Grau y de Merino, llevando a cabo sus estudios elementales, en la primogénita de las ciudades del Pacífico Sur, haciendo la secundaria en Lima, y los superiores en la Universidad de San Marcos. Fue hijo de Manuel López Vilela, y de Manuela Albújar Bravo, heredando de ellos sangre nativa, española y africana.
Cuando renovamos el sentido del término piuranidad, lo hacemos pensando en la concepción que difundieran Néstor Martos Garrido, Carlota Ramos de Santolaya, Carlos Robles Rázuri, Lola Cruz de Acha, y José Estrada Morales, por citar a algunos de sus mentores, refiriéndose a los valores naturales y espirituales que ligan a los piuranos de todos los tiempos, con el pasado, presente y futuro de su tierra, conformada actualmente por 8 provincias.
En esta concepción se engarzan esos valores, y las personas que marcaron huella trascendente desde las 8 provincias, en algunos casos de vuelo nacional y proyección internacional, y en efecto, personas nacidas en territorio piurano, o fuera del departamento, lo amaron tan intensamente, que lo hicieron suyo, proyectándolo a nivel nacional e internacional.
Como destaca el doctor Francisco Artemio Távara Córdova, López Albújar fue un escritor y poeta peruano, que cultivó diferentes estilos en la narrativa y es reconocido como el iniciador de la corriente indigenista del siglo XX; esto permite afirmar, que debió ser un lector de la obra de Narciso Aréstegui y de los escritos de Clorinda Matto de Turner, reconocidos narradores que no dejaron de lado la visión indigenista en nuestra literatura.
En su obra López Albújar presenta una visión del mundo andino, había conocido al indio en carne y hueso, con sus creencias y toda su cultura, acercándose a presentar y a construir una imagen verdadera del indio peruano, pese a que su obra más popularizada y de continua reedición es la novela Matalaché, donde uno de los protagonistas principales es un afrodescendiente, de una casa tina o fábrica de jabón ubicada en Piura, es decir que en este caso, es la costa piurana, y no la sierra, el espacio donde se perfila la vida de los protagonistas.
La colección Enrique López Albújar Obras completas, se divide en 6 tomos, el primero abarca toda la narrativa del escritor, de esa pluma fecunda que no se escapó ninguno de los lugares donde vivió; el tomo segundo considera toda su poesía, en la que lo piurano ocupa un buen lugar: el tomo tercero toma el Teatro y caprichos literarios; y el cuarto, la obra ensayística de López Albújar. El tomo V abarca lo relacionado con sus memorias, y el sexto sus crónicas.
En el tomo II se incluye a los poemarios “Miniaturas. Álbum de bellezas limeñas”, de 1895; “De la tierra brava. Poemas afroyungas”, que vio la luz en 1938, “La bandera y Anoche estuve en Piura”, de 1954, “Lámpara votiva, 1964; y se incluyen también sus poesías publicadas en diarios y revistas.
López Albújar, el político
Del escritor se sabe que recibió la influencia de los escritos de Manuel González Prada, y que incursionó en la política, militando en el Partido Liberal de Augusto Durand; inscrito en este partido político, fundó en Piura el comité local partidario, en 1904; y no quedó ajeno en él, el periodismo y también la docencia. El escritor nunca olvidaría sus vivencias en Piura y Morropón, lo que le reafirmaría el piuranismo que llevaba en las venas, tema que destaca el doctor Távara Córdova.
Cuando nos hemos detenido a leer el tomo II, nos enteramos por la presentación, que la labor de López Albújar dentro del campo judicial, se inicia en Piura en 1911, y continúa en Tumbes al año siguiente. El tomo segundo presenta la poesía publicada desde 1895 hasta la de 1964, aparecida dos años antes de su muerte. Y la proyección de datos, quizá no conocidos en detalle por el gran público, nos hacen saber que el escritor estuvo tres veces en la cárcel, por denuncias sociales hechas a través de sus poesías.
Fue tan grande la influencia que recibió de González Prada, que en 1898 presentó su tesis universitaria, “La injusticia de la propiedad del suelo”, que en medio de una sociedad, donde no cabían estas reflexiones, fue rechazada por considerarse que podría motivar levantamientos sociales. Finamente se graduaría de bachiller en Derecho, con la tesis «Debe o no reformarse el artículo 4º de la Constitución?», sustentada en 1900. Al año siguiente se recibió de abogado ante la Corte Superior de Justicia de Piura.
El piuranismo de López Albujar
Todo lo que escribió el narrador y poeta que se consideraba así mismo piurano, dedico parte de su producción, o la ubicó en Huánuco y Tacna, lo piurano tenía más peso en él, como se demuestra en muchos de sus escritos, donde Piura es el eje que da sentido a su novela y a su variada poesía. Es probable que ya no viva ninguno de sus alumnos del colegio San Miguel de Piura, pero con toda seguridad lo habrán recordado toda la vida, por la agilidad de su oratoria, y el verso y prosa encendidos por el amor a la patria.
No es un error decir que López Albújar es una de las banderas del piuranismo, porque solo oficialmente, y cuando tenía que hacerlo documentalmente, declaraba que era lambayecano, su sangre, su verso y toda su memoria, solo tenían un espacio para Piura, Tacna y Huánuco, amaba a todo el Perú, indudablemente, pero como amó a Piura, la han amado pocos.
Con Piura se manifiesta en “De mi casona” y “Matalaché”, publicadas en 1924 y 1928, respectivamente, y por sobre todas sus publicaciones, esta, la segunda, es la que más gravita en el alma de los piuranos, y de todos los peruanos.
Las narraciones de López Albujar presentan al indio lejos de la actitud paternalista de quienes lo consideraron en minusvalía, porque en la obra del narrador, aparece como el centro del protagonismo, y él autor lo sabía bien, por conocer desde lo jurídico, una serie de problemas que enfrentan a los indios entre sí, o con otros grupos de hombres y mujeres a quienes no les interesaba su futuro.
El espíritu piuranista, y su amor por Piura es innegable, le dedicó a la tierra de sus mayores, que era la que llevaba en la sangre, tanto poesía como prosa, Piura no pudo estar ajena en la pluma de este creador, ya que su experiencia primera, y el ejercicio profesional estaba ligado a su figura y a su memoria. El amor de López Albújar por Piura es innegable, aflora en su correspondencia, y aún en la poesía veintiún años en Tacna, reiterando que le dolía estar veintiún años sin Piura.
Enrique López Albújar está presente en la memoria colectiva de los peruanos. Reiteramos, es posible afirmar, que quizá no haya piurano que ignore el nombre de Enrique López Albújar, un patriarca de nuestras letras, y genio de la palabra escrita, cuya obra completa salió a propuesta del Fondo Editorial del Poder Judicial, fuero al que estuvo ligado este abogado y literato, figura genial de las letras peruanas, y autor de la novela Matalaché. No es aventurado decir, que López Albujar es uno de los peruanos más conocidos del país.