ERP. Privar de la libertad, esclavizando a las personas, hoy se tiene como una falta muy grave, situación contraria a lo vivido hasta el siglo XIX, en que toda esta realidad estaba institucionalizada, y aceptada como algo normal entre los miembros de las sociedades que lo permitían. Al parecer toda esta concepción cambió, cuando las ideas del liberalismo empezaron a dominar con fuerza, en los grupos sociales asociados al poder político, y a la toma de decisiones.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia del Jurado Nacional de Elecciones.
En Piura hay una vieja canción, referida a la alegría de los negros, después que el general Ramón Castilla decretó la abolición de la esclavitud en el Perú. La letra la repetían constantemente el autor del tondero La Perla del Chira, y la escritora Lola Cruz de Acha: “Mamita los negros lloran porque los van a embarcar, y a la hora que los embarquen también yo voy a llorar, oro si, ora no, oro si mamita no, mamita, los negros, los negros van llorando, mamita, los negros, los negros van cantando, mejor lloran de contento por la santa libertad”.
Hace unos años asistimos a la presentación de un libro del historiador francés Jean-Pierre Tardieu, quien se ocupa de la abolición de la esclavitud en el Perú en el libro El Decreto de Huancayo, publicado por el Fondo Editorial del Congreso, refiriéndose a un análisis del contexto, en el que el general Ramón Castilla promulgó la libertad de los negros, el 3 de diciembre de 1854.
Como lo mencionan los historiadores Jorge Basadre, Rubén Vargas Ugarte, José Agustín de la Puente Candamo, el propósito de la abolición se inicia en 1821 cuando el Protector José de San Martín, en una medida de transición, declaró libres a los hijos de esclavos nacidos después del 28 de julio de 1821, y que quienes ingresaran al Perú, en esa condición, serían libres automáticamente.
Esa medida sanmartiniana, luego sería relativizada con normas reglamentarias que trataban de no chocar con los intereses de los propietarios de esclavos, como lo había previsto el Libertador, es de suponerse que eso generó una gran corriente abolicionista, que se enfrentó a sus contrarios por algo más de tres décadas, hasta la dación del Decreto de Huancayo, que estipuló la libertad de los negros.
Jean-Pierre Tardieu ha estudiado sobre la situación de los negros en el mundo virreinal hispanoamericano, son diversas sus publicaciones en este sentido, y en su libro El decreto de Huancayo, presenta los devenires alrededor del proceso histórico, en el que se desenvuelven las posiciones a favor y en contra de la esclavitud. En este debate hubo posturas de interés de los esclavistas, que con medidas contraías a lo que defendían, perderían capital, y mano de obra, alegando al respeto de la propiedad privada.
Recordemos que las actitudes de los generales San Martín y Bolívar, si bien se manifiestan en contra de la esclavitud, no tomaron medidas radicales, que afectaran totalmente a la población criolla en este sentido, al regular sobre los negros nacidos a partir de la proclamación de la independencia. Luego seguirían gobernando los caudillos, que necesitaban tanto de los negros, como de sus amos. En estas décadas, como lo reitera Tardieu, el pensamiento liberal, estuvo presente entre los más cercanos a Castilla.
No hay que desestimar a los negros en la consecución de su libertad, porque en la historia del Perú virreinal y republicano se registran episodios sobre asonadas, y levantamientos de la población negra, que atemorizaban a los blancos, como sucedió en Lima, o el constante cimarronaje, y bandolerismo, en el que tuvieron participación los negros.
Como lo reiteramos, el pensamiento liberal era tan fuerte desde el primer Congreso Constituyente en el que se debatió la forma de gobierno para el Perú, advirtiéndose un cambio de mentalidad en la sociedad, por lo menos a través de los hombres que la representaban. El problema de la esclavitud generó grandes enfrentamientos en el Congreso, y a través de la pluma, y polémicas en la prensa, quedó registrado el debate.
Ramón Castilla, es el personaje central en la abolición de la esclavitud en el Perú, y fue quien en plena campaña contra el gobierno de Echenique, firmó el “Decreto de Huancayo” el 3 de diciembre de 1854, proclamándose la libertad de los negros, de quienes resultó el redentor, como se grafica en dibujos de la época.
La medida de Castilla no ha estado libre de cuestionamientos en su tiempo, y posteriormente, por los desencuentros económicos que esto significó para las rentas estatales, pues hubo que pagarle a los dueños de los negros, y quizá esto significó malos entendidos en la opinión general.