ERP. Las mujeres de Piura siempre han participado en la toma de decisiones dentro de su familia, como reflejando el mantenimiento de una vieja raíz cultural, que ni siquiera pudo romper la conquista española. Y esto ha sido estudiado antropológicamente, llegándose a conclusiones muy interesantes, desde trabajos que fueron publicados a fines del siglo pasado.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia del Jurado Nacional de Elecciones
Dentro de pocos días, el 7 de setiembre se conmemorará el 66 aniversario, de la promulgación de la Ley que reconoció la igualdad ciudadana para mujeres en el Perú, con respecto a los varones, y de esto se hace memoria en cada ceremonia oficial, ya la generación que tenía al Presidente Manuel Arturo Odría Amoretti, como el autor de la Ley, prácticamente ha desaparecido, o solo quedan pocas mujeres de las nacidas antes de los años 30 del siglo pasado. Lo cierto es que el fruto de esa lucha correspondió solamente a las mujeres organizadas, y no al presidente Odría.
En el caso de Piura, dos fueron las mujeres que se presentaron en el proceso electoral de 1956, Carlota Ramos de Santolaya, y Josefina Ramos de Cox, llegando a la Cámara de Diputados, solo la primera. Es probable que otras piuranas también hayan aspirado a participar en la contienda electoral de ese año, pero que seguro no contaron con apoyo de sus respectivas agrupaciones políticas.
La herencia de las capullanas en las mujeres de Piura, se mantiene hasta hoy, las piuranas son decisivas cuando de opinar se trata, e incluso, las señoras, son miradas y respetadas como tales, y aún las solteras, expresan su poder, cuando llegan a determinada edad, siendo el reflejo de lo que fueron las capullanas, a quienes describen los cronistas, como mujeres con mando, nos dicen que son “mandonas”, usando la palabra mando, como sinónimo de poder, que era lo usual en aquellos tiempos.
Esa herencia capullana, la mujer con decisiones en todos los campos en los que se desenvuelve, no dejó de estar presente en el proceso electoral de 1956. Sabemos de la participación política de las mujeres en Piura desde 1931, asociadas al Partido Aprista Peruano, organización política, en la que si bien no gozaban de cargos importantes, tuvieron la oportunidad de ensayar su futura participación, en un campo reservado hasta entonces solo para los varones.
Carlota Ramos de Santolaya ganó para diputada en 1956, militando dentro del partido político liderado por el presidente Manuel Prado Ugarteche. En el archivo del Congreso de la República se conserva información sobre su actuación, tanto como en el Archivo Regional de Piura, la Hemeroteca de la Universidad de Piura, y la Municipalidad de esa localidad.
Después de la participación a Carlota Ramos de Santolaya, otras piuranas alcanzaron cargos como diputadas y alcaldesas, y después como consejeras regionales. Esa participación es el resultado de una lucha de las mujeres desde fines del siglo XIX, y en el caso de Piura se suma el factor de la herencia cultural, aceptada por los varones de Piura, pese al machismo imperante, dándole a la mujer el espacio que le era suyo.
Fue distinta la experiencia del sur peruano, donde el machismo era tan fuerte, que en el proceso electoral de 1956 no hubo ninguna representante de esa zona, Solo hubo ganadoras en Piura, La Libertad, Lima, Loreto, Junín, Ancash y Cajamarca.