ERP/Miguel Arturo Seminario Ojeda. Hay topónimos que a veces nos desconciertan a primera vista, y que nos invitan a investigar sobre el porqué de sus nombres, algunos ya no existen porque a la gente del mundo oficial les pareció que eran impronunciables, pero hay otros que sobreviven frente a esas agresiones, como EL PUENTE DE LOS SERRANOS. Ya casi nadie quiere decirle EL EMPREÑADERO a Santa Cruz, pero ese era el nombre que le dieron los tiempos, y los querecotillanos deben decir siempre para referirse a ese lugar este nombre que ahora está dentro de la advocación de la Santísima Cruz, lo que me parece muy bien, desde mi perspectiva de cristiano católico.
La primera vez que conocí EL PUENTE DE LOS SERRANOS, no salía de mi asombro, me gustó el paisaje, estaba en camino a La Horca y a La Peña, lugar que como lo di a conocer en mi Historia de Sullana, se llama así por el apellido de su dueño DE LA PEÑA MONTENEGRO, propiedad que al partirse en dos tras su muerte, de la margen derecha se llamó con el primer apellido, LA PEÑA, y la margen izquierda se conoció con el segundo, MONTENEGRO.
Pero siempre me intrigó el Puente de los Serranos, de manera que cada vez que leía algún documento de la zona, trataba de encontrar una respuesta por el nombre, sobre todo cuando me enteré que el presidente José Pardo estuvo en ese lugar, cuando llegó a Querecotillo hace más de 100 años, y fue hasta Poechos, en su intento de llegar hasta la frontera.
Un primer indicio del nombre lo encontré el año pasado, cuando hablando de los caminos hacia la frontera, se decía, “el camino de los serranos”, en un documento sobre mejoras, que leí en el Archivo Municipal de Sullana. No quedaba dudas, el nombre por lo menos ya se tenía en el siglo XIX. Pero ha sido mi reciente búsqueda de fuentes sobre historia de Querecotillo en el Archivo Regional de Piura, en agosto de 2016, lo que me llevó a encontrar un valioso documento de más de 150 años, que señala como propietario del lugar, a un señor de nombre Gregorio, no se consigna el apellido, a quien sus circunvecinos conocían como “El Serrano”, y a sus hijos como “Los Serranos”, vivían en los terrenos donde ahora está el puente, que en ese momento debió ser rústico, si existía, y si se hizo posteriormente, conociéndose el lugar con el del apodo de sus propietarios, al levantar el puente, sus constructores lo bautizaron con el de PUENTE DE LOS SERRANOS.
Y así conocemos al lugar hasta hoy, como Puente de los Serranos. Ojalá que este nombre no sea atropellado sobre excusas de la modernidad, y porque a quienes tienen que ver con la nomenclatura de los sitios no les guste, y ocurra lo mismo que sucedió por ejemplo con Cerro Mocho, cuando tras la creación del distrito de Ignacio Escudero varió su nombre al de San Jacinto, y muchas personas, cuando van a San Jacinto o Cerro Mocho, dicen que van Ignacio Escudero, que es toda la extensión territorial que da existencia a este distrito, uno es el pueblo de San Jacinto capital distrital, con sus calles y traza urbana, y otra es la realidad distrital.