ERP/N.Peñaherrera. El viernes, como se informó por aquí, atendí la invitación de AgroRed Norte, una comunidad de gente de ciencia y academia del Perú y Sudamérica, para hablar sobre ciencia y periodismo.
Aparte de la experiencia fascinante de moverte en aguas profundas donde realmente se prueba cuál es tu madera profesional, uno de los momentos más ricos fue coincidir con Margarita Rosa Vega, editora del suplemento Semana.
Vega es una de las periodistas más respetadas y controvertidas de Piura debido al tratamiento serio y riguroso de cada cosa que publica, al punto que si te da luz verde cuando le mandas un artículo, considérate bendito; y si te pide que escribas para Semana, pues, olvídate, entraste en la Walhala piurana, el Panteón Tallán, el Nirvana de Grau… o sea, al reino de los cielos del periodismo en la tierra del algarrobo, el burro y las congestiones de mototaxis.
Justo estaba rumiando un asunto toda la semana, y aproveché la presencia de Margarita para saber si estaba yendo en la línea correcta o necesitaba señalización urgente (por cierto, autoridades de la UNP, ¿podrían poner mapas en su campus para saber dónde michi queda cada edificio?)
“Nelson, desconfía de las estadísticas oficiales”, me recordó Margarita con la seguridad de su experiencia.
Lo que pasa es que el viernes 10 se soltó un titular que decía que el embarazo adolescente en Piura se había reducido del 18% (2013) al 16,7% (2014). Cierto medio lo celebró.
Luego, el lunes 13 se dijo que la desnutrición infantil se había reducido en Piura. No recuerdo los porcentajes, sin embargo eran como tres o cuatro puntos.
El dato fue revelado por un funcionario del Gobierno Regional y se celebró sin chistar también.
A mí me generó sospechas porque desde que estoy metido en Un Billón de Pie, lo que encontramos es que, si bien los chicos y las chicas saben cómo embarazar a alguien o cómo comer bien, la realidad es otra. Entonces, ¿dónde estaría la incongruencia?
Como no me aguanté la duda, lo publiqué en mi cuenta de Facebook, y casi de inmediato, otro funcionario comentó algo que me dejó patidifuso aunque con fundamento: “Nelson, tu porcentaje se ha reducido, pero la población ha aumentado”.
Expliquémoslo con matemática. Sí, ya sé que esta parte parece aburrida, pero haz un esfuerzo por amor de Alá, y entiende.
Supongamos que somos 100 personas en 2013, y entre todos y todas, 18 menores de edad se embarazaron. Eso representa al 18%. Inobjetable.
Para 2014, crecimos. Supongamos que somos 105. ahora el 16,7% de menores de edad se embarazó. O sea, redondeando, sería 17 por cada 100; pero ahora somos cinco más, es decir, de nuestro nuevo total tenemos 18 menores de edad embarazadas (de hecho, sale 17,5, pero nunca se cuenta a una persona partida por la mitad).
Ergo, si 18 se embarazaron en 2013 y 18 se embarazaron en 2014… ¿dónde diablos está la reducción?
El barajo estadístico que se dio como salida es que tal disminución solo se aprecia en un grupo bajo vigilancia, es decir, en 100 en 2013 y las mismas 100 en 2014. Margarita Rosa Vega inmediatamente me repreguntó “¿y cuál es ese grupo bajo vigilancia?”. Cuestión válida, pero que ignoro.
¿Y cuál es la fuente? Pues, la ENDES, la famosa encuesta sobre realidad y cobertura de programas asistenciales del gobierno que, en otro comentario, traté acá, y que en el campo real, ha demostrado que pone más gente donde hay cuatro gatos y mata gente donde hay explosión demográfica.
La vaina es que esa ENDES es casi, casi la Biblia para varios y varias profesionales del ramo, incluyendo algunos con quienes trabajo.
Eso explica la desconfianza de una veterana del periodismo como Margarita, o lo que es lo mismo, aquella ‘denguística’ declaración de que ‘disminuimos pero aumentamos’.
Otrosí digo: ¿es justo celebrar que de 18 adolescentes embarazadas ahora se nos embaracen 17? Digo, es una sola. ¿Dónde está el logro?
La matemática nos ha demostrado que, en el mejor de los escenarios, el número absoluto se mantiene. Entonces, repito: ¿qué celebramos? ¿por qué un titular medio triunfalista? ¿No sería mejor encarar el problema tal cual es?
Que me disculpen los funcionarios, pero como va el machismo que encuentro en varios adolescentes, como van las leyes de acceso a salud sexual y reproductiva para adolescentes, y peor aún, con la seriedad con que adolescentes y comunidad educativa abordan el problema, ¡ya pues!
Menos mal que hay profesionales como Margarita Rosa Vega que estarán dispuestas a sacarnos el dedo de un sonoro bofetón antes que nos lo comencemos a chupar. Y ahí sí estaremos bien, bien, bien graves
(Opina al autor. Síguelo en Twitter como @nelsonsullana).