ERP/N.Peñaherrera. A raíz de que estamos promoviendo la campaña Un Billón de Pie en Piura, alguien en Twitter, que dice identificarse con una posición anti-aborto está utilizando todos los materiales que encuentra en la red para acusarla de promoverlo.
Pero, ¿qué materiales utiliza? Todos donde se desacreditan los derechos sexuales y reproductivos de varones y mujeres, pero en particular aquéllos en los que se da a la mujer la posibilidad de decidir sobre sí misma.
Asimismo, se ataca las políticas de género, que no son otra cosa que buscar que el trato para varones y mujeres sea equitativo, basado en su simple condición humana y no en su sexo. Y aquí está todo el meollo del ataque.
Un Billón de Pie se enfrenta al machismo al mismo estilo de David contra Goliat. Estamos hablando de contradecir siglos de patriarcado cuyo fundamento principal ha sido: el varón puede hacer lo que quiera, y la mujer debe obedecerle independientemente de si está o no de acuerdo con él.
Si se lee el libro sagrado sobre el que se lanzan los ataques pro-vida de manera literal, pues sí, para el varón todas las libertades y la mujer a formar parte del mobiliario del hogar.
Cuando se apela al fundamentalismo para defender una razón, hay pasión pero no razón ‘per sé’. Entonces cuando la razón contradice a la pasión, la pasión suele responder con violencia.
Paradójico, ¿no? Se supone que la religión bajo la que se levanta la postura anti-aborto pide a gritos que construyamos la Civilización del Amor. ¡Ojo! No cuestiono a esa ni a ninguna religión, sino que hago notar el doble mensaje de esta persona en especial.
Respondamos el cuestionamiento: Un Billón de Pie no promueve el aborto, pero cree que las mujeres tienen derecho a tomar sus propias decisiones, de forma libre, informada y madura, con plena conciencia de la acción, y también plena conciencia de la consecuencia.
Del mismo modo, le pide al varón que no se relacione con la mujer mediante el sojuzgamiento, sino con los mismos criterios que pensamos para ellas.
Como resultado, las relaciones entre varones y mujeres ya no estarán basadas en el desequilibrio, sino en el afecto y la razón. Ese es el enfoque revolucionario de la campaña: no compasión fácil, no condena furibunda; hablamos de apertura, de sentido común, de liberación de ambas partes… de reconciliación honesta… o sea, la primera parte de su propia liturgia.
Y esto para nada se trae abajo el libro sagrado –su máximo jefe, del otro lado del planeta, piensa exactamente igual- pues cuando acogemos las ideas de todo el mundo con respeto y tolerancia, la convivencia se hace realmente productiva y construímos un desarrollo real, no solo basado en cuánta plata cargo en el bolsillo (como quieren hacernos creer en Piura).
Claro que si alguien no entiende por las buenas, entonces hay un orden establecido para que comprenda que está actuando mal. pero partir de la premisa de la maldad, francamente, es un reduccionismo de su dignidad y la mía.
Si hay personas que creen en el aborto y apoyan la campaña, bien; también hay violadores y pederastas que van a los cultos, ¿y acaso son apartados del redil?
Decir que algo es lo que ‘yo creo’ porque te juntas con quien piensa ‘de esta manera’ es caer en el arcaísmo de un estereotipo, además de una manera primigenia, casi infantil de ver la realidad (“si te juntas con fulano, ya no eres mi amigo”). Por lo menos, yo estoy superando esa etapa: se llama madurar.
¿Lo chistoso? Mis maestros son la gente menor de 30, comenzando por mi compañero Jason. Lo que estoy reaprendiendo con la campaña es a conducirme con afecto y cabeza fría, ya no con la pistola cargada. ¿Qué gané con eso? Mucho impacto en medios, mucho comentario, mucha visita; pero, ¿qué he cambiado desde el enfoque de la ira y el dolor? Nada.
Y si mis compañeros y compañeras creen en el aborto, están en su derecho. Yo creo en las fiestas sin alcohol o que los varones deben mostrar su afecto real en público, y no por eso me han cuestionado con epítetos o diatribas.
Ya basta de ‘sectarizar’ al mundo para entenderlo. Nos espantamos de las atrocidades del estado Islámico, producto de una mente tejida desde el fundamentalismo, y acá ¿queremos que una postura respetable, digna y loable como la defensa de la vida de la persona por nacer tenga voceros que apelan a la intolerancia para pretender ganar una discusión (aunque sea en línea)?
Pensémoslo todos y todas. Sí, todos y todas, porque este mundo está lleno de varones y mujeres.
Y por último, dos citas del libro sagrado. No sé dónde las encuentran, pero para mí son muy significativas: “La verdad les hará libres” y “el amor perfecto echa fuera el miedo”.
Los fundamentalismos se nutren del dolor, de las visiones antojadizamente cortas, del miedo y de la violencia. La apertura se nutre de sus antónimos.
Busquemos la verdad. Busquemos la libertad. Busquemos el amor. Busquemos la apertura.
Y con esto, no pienso responder más los trinos injuriosos, que sí me parecen hasta judicialmente procesables.
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