ERP/N.Peñaherrera. Cuentan las cámaras de seguridad (sucedáneo de la memoria humana) que en cierta ciudad de Suiza (creo que Ginebra), en una de esas tiendas donde se te valora por lo que pareces (que también existen en la región Piura), una mujer negra, vestida muy informalmente, entró y preguntó por un artículo de poco valor.
La vendedora, luciendo su mejor mirada de desprecio, le contestó como quien le contestas a esas personas a las que no quieres ver ni en pintura. ¿Clienta? ¿Una negra vestida guachiturramente va a ser una clienta nuestra?
Al recibir la respuesta esnob, la mujer negra salió humilde del establecimiento y siguió caminando. Entonces, alguien se acercó a saludarla con muchísima efusividad.
¡Horror! ¡Tragedia! ¡Desastre!
Los propietarios de la tienda querían comerse viva a la vendedora, y fueron tras la mujer negra, quien ya se había esfumado. La desesperación se les apoderó temiendo lo peor.
Y sucedió.
El incidente fue titular mundial en cuestión de días. La mujer negra maltratada era... Oprah Winfrey, la personalidad más poderosa de los medios de comunicación de los Estados Unidos...
Esta semana, aprendimos que esos exabruptos que parecen tan lejanos también son pan cotidiano en nuestra región. Por algo, una de las cadenas de supermercados más populares del Perú recibió una cuantiosa multa, casi de seis dígitos, por tener estúpidas políticas de seguridad, donde la apariencia es la referencia más importante.
La cadena tiene sucursal en Sullana, en toda una carretera continental.
Y parece ser una política corporativa. Hace más de una década, una tienda de departamentos que pertenece al mismo grupo empresarial fue acusada de políticas discriminatorias por apariencia –racismo, para ser exacto- y comenzó una cruzada nacional para explicarle en todos los idiomas –también el quechua- que eso es retrógrado, anticomercial y ridículo (se usó el adjetivo 'absurdo').
Hace unos meses, esa misma tienda por departamentos tropezó de nuevo, con la misma piedra, con el mismo pie, y con el mismo zapato de marca, diría yo: publicidad alegadamente racista
¡Una década! ¿No se aprendió la lección?
Pero, no es el único establecimiento donde las mujeres que andan con bolsas tras bolsas son incomodadas.
Una colega contaba hace unos años cómo frente al óvalo Grau, en Piura, una conocida tienda de ropa la hizo sentir como ladrona. Claro que mi colega se ofuscó y la cosa quedó ahí nomás.
Una empresa de transportes intrarregional, famosa por su puntualidad, tuvo que bajar la cabeza ante Defensoría del Pueblo por impedir que invidentes viajaran solos, según dijeron, por normas internas... ilegales, pero normas.
Un conocido café del centro de Piura también maltrató a un grupo de invidentes dispuestos a dejar una buena propina al mesero. No hay buena atención, no hay ni cuenta por pagar.
Ah, y también están ciertas discotecas en Castilla donde el ingreso no se sujeta a esa tonada de que la pinta es lo de menos(aunque adentro no se tenga ni céntimos para gastar), y en Sullana y en Sechura, se están popularizando entre mocosos que apenas han conseguido DNI azul, las listas de ingreso a discotecas, a pesar que existen ordenanzas municipales que lo prohíben, o el código penal, en su defecto.
¡Por cierto! El "se reserva el derecho de admisión", la "buena presencia", "el "de preferencia que sea de universidad privada", se siguen salpicando alevosamente, a pesar que hace una década se demostró que están proscritos ante la ley, y son punibles.
¡Vaya, Indecopi! Si quieres capitalizarte de lo lindo, Piura es el mercado ideal para que vivas autogestionariamente a punta de multas.
¿Y quién patinará a continuación? ¿Apostamos?
(Opina al autor. Síguelo en Twitter como @nelsonsullana)