ERP/N.Peñaherrera. Hace algunas semanas me quedé sorprendido por una historia sangrienta, generada en Castilla. Ya, no te emociones mucho.
Dos perros pitbull atacaron a una mujer de 60 años, destrozándole, dicen los médicos, el 70% de su rostro.
Afirman los especialistas del Hospital Santa Rosa, en 26 de Octubre, que ni en Piura, e incluso en Lima, hay tecnología médica disponible para iniciar una reconstrucción quirúrgica. No podría criticar este punto pues desconozco el tema.
Sin embargo, sí me gustaría llamar la atención sobre la forma cómo tratamos a nuestras mascotas.
Los perros que atacaron a la señora no eran ajenos; pertenecían (si no les han pasado a mejor vida) a sus mietos. Por experiencia propia, sé que los canes tienen la habilidad de reconocer a los miembros de nuestras familias y aún a nuestros amigos, por la energía que intercambiamos con ellos.
La relación que tiene un perro contigo está basada en la energía que le das. Si lo mimas en exceso, lo tendrás encima todo el día; si le das su espacio, será tu compañero. Y, por lógica, si lo tratas con la punta del zapato, te temerá, y si se siente en peligro, te agredirá.
No es que el perro sea menso, digo manso, o bravo por iniciativa propia, sino que responde al medio.
Y si sabes leer el lenguaje canino, tendrás un gran aliado para tus actividades diarias, especialmente en un entorno de inseguridad. Por lo menos, mis dos perras son un gran ahorro en casa pues evitan invertir en cámaras de seguridad, cercos eléctricos y hasta alarmas de sonido. Su habilidad intuitiva y su lealtad hacen que tenga todo eso en un solo ser con cuatro patas.
Las mascotas no son otro adorno de la casa. Son componentes claves de nuestro entorno que constituyen una responsabilidad especial, pues hay que alimentarles, asignarles espacios, bañarles, llevarles al médico (veterinario) y hasta educarles.
Entonces, el perro deja de ser otro mamífero más y se convierte en tu socio. Y a los socios debe tratárseles bien para que funcionen como una mancuerna.
En conclusión, espero que no se satanice a los animales por el incidente, y que, si bien debe supervisárseles y disciplinárseles, habría que buscar una causa más humana para una reacción tan animal.
En los humanos, suele ser al revés.
(Sigue al autor en Twitter como @nelsonsullana)