ERP/N.Peñaherrera. El otro día, durante una sesión de creatividad, una futura colega nos contaba cierto pequeño incidente durante una reunión de padres y madres de familia, en un colegio privado cerca de mi casa.
Resulta que la maestra se mandó con el rollo de que es necesario incentivar el hábito de la lectura en casa; esto es, que los niños y las niñas siempre tengan algún material que vaya ejercitándoles en ese arte de interpretar lo escrito más allá de lo escrito… con ayuda de sus progenitores, claro está.
Una ‘preocupada’ madre pidió la palabra: “Señorita, le está dejando mucho que leer a mi hijo”.
Mi futura colega intervino y le dijo, muy respetuosamente, que si sentaba a su sobrino de inicial (quien estudia en Lima) con el chico de primaria, a quien la madre ‘defendía’, capaz que le daba una tunda, en términos cognoscitivos, por supuesto.
¿Exageró mi futura colega?
Hace poco escuchaba cómo corregían resultados de un examen de comprensión lectora con alternativas: la cantidad de alumnos y alumnas que no superó la evaluación era mayoritaria.
¿Falla del maestro o la maestra?
Parece que la comprensión de lectura es la causa de fracaso estudiantil en todos los niveles. Recordemos que hace algunos meses, durante la presentación de un libro sobre problemas matemáticos, se indicaba que entender lo escrito es crucial para saber qué operación aplicar.
Claro que resolver satisfactoriamente la operación ya es otro cantar, pero va por ahí.
Como cualquier otra destreza en la vida, a leer se aprende leyendo todo el tiempo. Si no entrenamos nuestro cerebro con sus sinapsis a ser más ágiles cada vez, será bien complicado que se tenga éxito.
Pero, como aprendemos trucos y fintas viendo a los cracks, también aprendemos cómo leer viendo a algún o alguna crack de la lectura dándonos el ejemplo. Pero leyendo bien, con sentido.
Definitivamente, la madre del relato se comportó de una manera vergonzosa (calladita se veía más bonita), que ameritaba sanción porque lejos de ser la primera en exigir mayor desarrollo de la destreza, lo que conseguirá tener es un hijo que será alguien fácil de engañar, como la mayoría de la población en nuestra comunidad. Todo por tener pereza de leer.
A lo mejor, tal colegio debería tener carpetas duplicadas –madre/padre e hijo/hija juntos-, así en vez de malcriarse mutuamente, comienzan a ver las cosas desde otra perspectiva.
Y vaya que nos hace falta: señora madre, mientras tanto le ponemos cero.
(Sigue al autor en Twitter como @nelsonsullana)