ERP/N.Peñaherrera. El 14 de junio pasado, comentaba sobre las coladeras en que se han convertido ciertos puestos fronterizos a lo largo de Piura, especialmente para la trata de personas.
Justo en ese comentario, suponía que Alamor, en Lancones, era uno de los huecos ideales para que cualquiera evada la ley. Ya sabes, pisando en Ecuador, adiós jurisdicción peruana.
El representante de la Defensoría del Pueblo en Piura comprobó esta semana que tal marca está desconectada del mundo: no hay sistema electrónico en línea para registrar migrantes, ni verificar requisitorias, y encima todo se hace a papel y lapicero.
O sea, a unos 50 kilómetros de Sullana, sujetos como Viñas u Olórtiga pudieron haber salido (y hasta entrado) como si nada.
La culpa no es de quienes cuidan el puesto, y ojalá no se tome represalias contra ellos, sino de los jefes a cargo. Ellos son quienes tienen que verificar y disponer que a nuestros puestos fronterizos no les falte absolutamente nada por un criterio simple de seguridad nacional. ¿Sí saben lo que significa, verdad?
Y si no les dio la gana actuar, simple, que su superior los retire del cargo.
Ojalá que la Defensoría haga una visita por el resto de puestos que regulan nuestra entrada desde y salida a ecuador. Sospecho que se encontrarán lamentables sorpresas, a menos que esos jefes sean algo más proactivos y se eviten la vergüenza.
Con un poquito de Inteligencia descubrirán hasta extrañas simbiosis que molestan a quienes cruzan el límite internacional a diario.
Por cierto, la seguridad nacional no se trata de cuántos y cuántas soldados reclutaremos. En la era del satélite, hace años que debimos implementar vigilancia silenciosa en tiempo real, usando eficientemente los recursos existentes.
Hasta un inexperto, como yo, sabe que ésa es la solución.
(Sigue al autor en Twitter como @nelsonsullana)