ERP/N.Peñaherrera. Hace unos días me contaban el caso de una madre embarazada en el Bajo Chira.
Resulta que un buen día, tras haber asistido a una consulta médica, la mujer comenzó a sentir que algo malo estaba pasando. Eventualmente, abortó.
Buscando causas, ella recordó que durante la última consulta le pasaron un aparato sobre su vientre que hacía unos ruidos raros, como pequeños rugidos.
La familia asumió que el empleo del aparato fue la causa, y no tardó en decírselo a la comunidad.
En cuestión de horas, el centro de salud tenía una multitud protestando por lo que identificaban como una negligencia.
Pero, ¿una ecografía produce un aborto?
Mi fuente me recordaba que toda ecografía no es otra cosa que el envío de ondas de sonido no perceptibles por nuestro oído, y que en base a ecos, permite ver la forma de las cosas.
Algo así como el radar del murciélago, salvando las distancias.
Muchas embarazadas se someten al ecógrafo para saber cómo está su niño o niña, y uno de los momentos sublimes es oír en el aparato, los latidos veloces del ser por venir, a manera de pequeños rugidos.
No se han reportado daños en bebés por uso del ecógrafo; entonces, ¿qué pasó en el caso de la madre del Bajo Chira?
Resulta que ella tiene una infección crónica del tracto urinario, y las molestias eran tales que por los días de la consulta, se administró penicilina de alta concentración. Nadie se la recetó. Se automedicó.
En consecuencia, su hijo por nacer no resistió.
Claro que cuando se conoció esta parte de la historia, el pueblo ya le había dado mala publicidad al centro de salud y viajaba grandes distancias hasta Sullana para examinarse.
Mal por la madre que por solucionar una cosa, no pidió consejo médico; aunque también hay parte de responsabilidad médica por no tomarse unos minutos para explicar cada procedimiento con la finalidad de evitar malentendidos.
Moraleja: guerra avisada... ya sabes el resto. Escribirlo me parece insensible de mi parte.
Aunque la otra moraleja es que tenemos la violencia a flor de piel, tanto que nos sentimos incapaces de averiguar un poco más allá de una primera explicación, hasta llegar a las causas iniciales.
Entonces, actuamos impulsivamente y vamos a pedir justicia sin saber si las razones que esgrimimos son de justicia.
Pero también, si no se nos explica las cosas, incluso con naranjitas y manzanitas, como que sufriremos extravío a la hora de reaccionar.
Entonces, la clave está en saber intercambiar información, pero adicionalmente asegurarnos que se haya entendido por todas las partes.
La retroalimentación nos garantiza reducir malentendidos. Por supuesto, si se hace la pregunta correcta, se obtendrá la respuesta correcta.
De paso que la información y la retroalimentación, siempre que esté basada en la verdad, nos alejará de esas explicaciones míticas o fantásticas que le queremos dar a cosas más simples; por ejemplo, como que uno más uno es igual a dos.
A todo esto, ¿me has entendido, o lo repito?
(Sigue al autor en Twitter como @nelsonsullana)