ERP/N.Peñaherrera. La (vecina) República del Ecuador conmemora hoy 204 años de Independencia, aunque no se configuró como unidad geopolítica sino hasta 1830 cuando la Gran Colombia perdió el "Gran" y se convirtió en tres unidades independientes: Venezuela, Colombia y Ecuador.
El nombre del país se debe a que por ahí pasa la línea equinoccial. Recuerdo haber leído a un autor quiteño de guías turísticas que de no ser por esa circunstancia, probablemente tendríamos frontera con la República de Quito, como se llamó el pueblo que habitó las faldas del aún activo Pichincha y el valle del Machángara.
A pesar de que los gobiernos de ambos países nos llevaron al bloqueo del pase internacional que degeneró en choques armados, los pueblos de ambos lados del Zarumilla, el Alamor o el Macará... o el Chira, hemos procurado vivir en paz por un criterio de sana vecindad y porque compartimos mucha carga genética (¡me consta!).
Y por supuesto el folklore. Desde fusiones hasta géneros puros, la cultura binacional peruano-ecuatoriana –por lo menos de este lado de la frontera- es muy peculiar, y me atrevería a decir que nos hace una suerte de sub-nación entre nuestras dos naciones-madre.
Claro que cuando se pasa al Ecuador, las calles están muy limpias, las carreteras no tienen huecos y la gente es amable en extremo. Ah, y canta su himno con más potencia que nosotros y nosotras.
Fuera de eso, todo es igual, como en la canción de John Lennon, donde nos pedía imaginar que no hay fronteras con tal de que el mundo viva como uno (solo).
Basta subir a Ayabaca y perder la vista hacia el norte: se ve cordillera y más cordillera; pero no se advertirá dónde acaba Perú y comienza ecuador, a menos que algún guía aguafiestas se empecine por hacernos notar la diferencia, cerro más, cerro menos.
Es necesario que sigamos apostando por sacarle el jugo a esa vecindad en todos los aspectos. En la medida en que construyamos el beneficio de la gente, estaremos por la vía correcta, como está sucediendo desde que nuestros países dejaron de verse con mala cara, de una vez y por todas, hace casi 16 años.
Recordemos que la integración no fue logro único de nuestros gobiernos, sino fue el resultado de ese afán que tuvimos los pobladores y las pobladoras de no creernos el discurso belicista y luchar por mantenernos unidos y unidas, a pesar de los tanques y los nacionalismos.
Entonces, vaya un homenaje a la vecina, amiga y hermana República del Ecuador. Que sigamos luchando por dar ejemplo desde esta parte del mundo, de que convivir con paz y desarrollo no es una utopía, sino una próspera realidad.
(Sigue al autor en Twitter como @nesonsullana)