ERP/N.Peñaherrera. ¿Qué me gustó de Marino Morikawa, aparte de su sencillez y su estilo directo, típico de quien realmente sabe muy bien el terreno donde pisa?
Que no vino a blandir varitas mágicas, sino a pedirnos que en la medida en que metamos el hombro, él se mete al río.
Si ya me caía bien por el currículum, con la propuesta que nos trajo terminó de convencerme (sí, de todas maneras yo tenía un margen de escepticismo) de que la receta que trae es la que Sullana necesita para recuperar el Turicarami a los niveles de inicios de los '80s, cuando varios y varias no estábamos embobados y embobadas con Máncora, y veraneábamos abajito del puente.
Lo que propone Morikawa es exactamente lo mismo que hemos venido proponiendo por acá hace tiempo, y que es el camino lógico de la ciencia: primero diagnostiquemos a fondo cuán grave está el problema. Esto es: analizarlo todo, desde el agua hasta el suelo, así como la dinámica natural de nuestra corriente fluvial y de las que le estamos aportando malamente.
Entonces, sabiendo qué hay, ya viene el qué hacemos.
Antes de pasar a esa segunda fase, éste es un buen momento y espacio para recordar que solo en el área metro tenemos cuatro universidades que bien podrían consorciarse o actuar independientemente –sugiero lo primero- para atraer fondos, e invertirlos en ese diagnóstico ambiental con el esquema que Marino nos ha sugerido.
Y si se unen los colegios profesionales, ¡sensacional!
De ese modo, nos ahorramos la validación por autoridad académica acerca de lo que se halle en el trabajo de investigación, que será la línea de base sobre la que nuestro amigo y sus compañeros harán durante la segunda fase. Ahora sí, entremos en ella.
Salvado el tema del diagnóstico, Morikawa se ha comprometido a capacitarnos para entender cómo podemos involucrarnos y actuar desde nuestros saberes previos y especializaciones técnicas/profesionales.
A mí, esto me parece excelente porque todo el mundo no tiene que estar en todo lugar, sino donde realmente se le necesita, y todo aporte, aunque sea chiquitito, suma.
Y lo mejor, así podremos decir que al Chira lo salvamos todos y todas, que fue otra parte del discurso Morikawa que me enganchó.
Regresar al Chira a sus niveles radiantes no tiene por qué ser chamba de cinco personas; nos debe comprometer a la mayor parte de población en la provincia. Con poco más de un cuarto de millón de habitantes, la respuesta debe ser masiva, y si todo el mundo no cabe, nos turnamos pues.
La cosa es no autoexcluírnos o creer que nuestro trabajo no cuenta. Al contrario: sea en el agua como fuera de ella, todos y todas somos de necesidad.
Y cuando ese río quede limpio, será nuestra responsabilidad no volverlo a ensuciar nunca más, y a dejar que nadie lo haga. Además, comprometer al resto de la cuenca, incluyendo ecuador, a que hagamos un solo frente y defendamos lo que nos da vida e identidad.
No conozco en el continente una respuesta ciudadana similar.
Al final, nos quedará la satisfacción de decir que al Chira lo salvamos todos y todas, con ayuda de Marino y sus compañeros, obvio.
Que se cuiden Bolognesi y Grau: tú (sí, tú) y yo podemos ser héroes y heroínas con derecho a placa y monumento. Sí podemos.
(Sigue al autor en Twitter como @nelsonsullana)