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Sáb, Abr

Una columna para ca… lentarse de la risa

Nelson Peñaherrera
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Por: Nelson Peñaherrera Castillo. Ella: Ohhh, abuelo, qué romántica está la luna llena aquí en el campo. (Suena una lechuza no tan lejos.) Él: Pe-pe-pe-pero, abuelo, ¿no cre-cre-creees que está haciendo mucho frío aquí? (Un lobo aúlla a lo lejos.) El abuelo: No tienen nada de románticas estas noches de luna llena, m’ijita. Ella: Ay, abuelo, no seas aguado; ¿por qué? El abuelo (tono lúgubre): Porque cuentan los antiguos que sus antiguos les contaron que hay algo más terrorífico que una noche de luna llena en el campo.

Él (cascabeleando los dientes estilo Shaggy): ¿Q-q-q-q-qué, abuelo? El abuelo: ¿Acaso no lo sospechas, nietecito?. Él: ¿Que Brasil se lleve la copa? El abuelo: Nooo. Ella: ¿Una columna completa de Nelson Peñaherrera? El abuelo: Meeeenos. Él: ¿Que nos corten el agua del Daniel Escobar por un mes en lugar de diez días? El abuelo: Mucho meeenos. Ella: ¿Que se caiga a cada rato Facebook, Whatsapp e Instagram al mismo tiempo? El abuelo: Peor que eso, m’ijita, mucho peor. Él y ella: ¡¡Ya, abuelo, suéltala!! (Pausa) El abuelo: Pues, que en este caserío no hay… ¡¡¡baños!!! (¿El y ella lanzan un grito desgarrador en la noche.) ¡¡¡Noooooooooooo!!!!!

Pues…. Sí, señoras y señores: más incómodo que el vecino o la vecina que habla sin parar cuando uno anda apurado, más insoportable que amistad borracha con complejo de escapulario, más insufrible que los “covers” desafinados de toda la vida en la parrillada del barrio, más angustiante que novela turca, es la inexistencia de ese espacio sacrosanto cuyo fin principal es aliviarnos algún apuro, o dejarnos hechos y hechas un anís: un baño decente.

Porque valgan verdades: uno llega a tu casa, y de pronto, pues, ya sabes, carga con la necesidad encima (o mas bien, adentro) y quiere satisfacerla; y tras el remilgo del caso, te jala a un costadito y te dice susurrando: “Amigo, amiga, ¿podrías prestarme tu baño?” Y tú, a bocajarro: “¡Claro, ahí, mira, por esa cortina cruzando el patio. ¡Mamá, indícale al Nelson dónde ‘ta el baño!” Y claro, uno que recorre un laaargo pasadizo, llega al patio, se topa con toda la familia, la matrona que le señala el lugar, tú que llegas, abres la puerta y…. ¿En serio pretenden que lo haga ahí?

Todavía recuerdo cuando hace nueve años investigando por el Alto Chira, nos quedábamos bobos con los artefactos eléctricos de última generación que muchas familias, no contentas con poseer, los usaban al máximo volumen posible. Televisores realmente enormes y equipos de sonido que ya quisieran cualquier discoteca; pero a la hora de pasar al baño, o era algo totalmente insalubre o era algo totalmente inexistente. Y, claro, la pregunta de cajón fluía solita: ¿y toda la plata que te entraba por comercio justo? Espero que la situación haya cambiado, porque cuando se lo preguntamos a una señora aquella vez, la respuesta nos suspendió las ganas. Las ganas de seguir preguntando, quiero decir: “Noooo, es que eso nos lo tiene que hacer el gobierno”. O sea, what?

La semana que pasó nos reunimos para analizar potenciales turísticos, y una de las personas que ha vivido buen tiempo por las Europas, lo dijo sin asco alguno, quizás no como el asco que te da ver las deposiciones secas como parte del paisaje rural: “Si quieren que Piura se potencie como atractivo, lo primero que tienen que invertir es en baños”. Y eso no tiene por qué hacértelo el gobierno. Si tu vocación fue tener familia, o si ves que tu familia lo necesita y tienes cómo, debería ser parte de tus necesidades prioritarias a satisfacer.

Pero, como a veces el gobierno se especializa en inutilizar a mucha gente, ha emprendido un programa en los últimos años para proporcionar baños decentes a varias comunidades rurales de Piura, muchos de los que funcionan a medias porque el sistema de agua solo está activo cuando llueve, y el resto del año no. Encima, mucha gente que se ha visto beneficiada con proyectos rurales de agua potable no quiere pagar por el servicio; por lo tanto, si no hay con qué sostenerlo, cómo podría ser brindado en buenas condiciones.

Y en el colmo del círculo vicioso, hay quejas por corte, por pésimo mantenimiento de redes, por obras inconclusas que acentúan la pestilencia, por altos índices de morosidad y hasta por la clandestinidad con que algunos usuarios (incluyendo algunos vecinos míos) gozan del servicio a costa de quienes sí nos esforzamos por pagar el recibo a tiempo. ¿Alguien puede pasarme un poco de papel higiénico? Digo, la cosa está para llorar, ¿no? Y el asunto adquiere categoría de película de terror si estamos pensando en lanzarnos como atractivo turístico.

O sea, imagina la escena. Llega el turista o la turista con cara de no aguantar más y se te acerca: “Yo buscando un.. un… un… ‘cómo se dice…? Where’s the bathroom, for God’s sake!” Y tú: “Ahhhh, el bathroom. ‘Ta por allacito tras la cortina”. Y el o la turista hace todo el recorrido y cuando llega, cree que un pañal es la opción más higiénica del mundo frente a las alternativas que suelen ofrecernos la mayor parte de restaurantes, salas de reuniones sociales, agencias de transporte y hasta hoteles u hospedajes. Mejor no hablo de las casas que puedan dar posada a turistas.

Y no pensemos solo en turismo. Pensemos de nuevo en necesidades básicas por satisfacer, la salud una de ellas. El chiste no es que eludas visitar al médico, que es otra jarana, sino que evites la enfermedad; y muchas enfermedades se evitan por un correcto lavado de manos. Y si bien el correcto lavado de manos pasa por la existencia de agua potable y jabón, también pasa por un baño en condiciones decentes, que si no vas a prestarlo porque tienes el derecho constitucional a que no se te pegue tu regalada gana, sí tienes el deber supremo de ofrecerle a tu familia un espacio de refugio contra bacterias y microbios, ese lugar donde le atajas más penales al Guillain-Barré que Gallese, ese campo donde le metes más goles a las enfermedades diarréicas agudas que Cueva, Guerrero, Trauco, Yotún, o El Orejas juntos.

Solo en la última década, y según los datos del Ministerio de Salud, el departamento de Piura ha tenido un promedio de seis mil episodios anuales de enfermedad diarréica aguda (los extremos van de aproximadamente cinco mil a aproximadamente siete mil) por cada cien mil habitantes. Esto significa el 6% de la población afectada por una de esas “bicis” que a uno lo dejan más deshidratado que pasa rancia y con las defensas más bajas que Chile jugando la semifinal de la Copa América contra Perú. A esos niveles estamos hablando.

Y mucha de esta causalidad se reduce a la existencia de un baño mínimamente implementado ( a saber: inodoro o excusado, lavatorio o lavabo y ducha o regadera; digo los sinónimos van para quienes tengan el complejo de platicar en lugar de conversar), y que en ese baño haya abastecimiento de agua corriente o almacenada en condiciones mínimas de salubridad.

nelson pc columnista

Ya, no te pido algo revestido con mármol de Carrara, ojo, que hasta el granito es bonito si lo sabes cuidar. Hablo de actitud, hablo de que antes de verte bien, generes los espacios en casa para que verse bien sea una experiencia completa. No hablemos de los baños de las municipalidades que suelen ser un reflejo perfecto de la calidad de las gestiones que los administran: una completa porquería. Sí, tampoco me he olvidado de los hospitales públicos que pueden entrar en la misma bolsa o el de muchos colegios, no importa si son públicos o privados. ¿Y si nos damos una vuelta por las universidades e institutos superiores?

Por lo menos yo sí soy muy espeso con ese temita. Si me invitan a cualquier parte, lo primero que pregunto es que si hay alguna fuente de agua segura a la que se pueda llegar en cinco minutos, o si tiene baños, al menos. Ya, qué importa si tienes una cortina por puerta, lo importante es que le hayas dado el espacio y le dediques el tiempo necesario a su mantenimiento para que realmente pueda llevar con orgullo el adjetivo calificativo ‘higiénico’.

Y la inversión que le pones al baño es altamente rentable en el largo plazo. Metamos pluma: una implementación mínima va de los 300 a 400 soles en una sola descarga…. De plata, digo. ¿Cuánto suele costar un tratamiento médico por una enfermedad causada por la ausencia de higiene? Las consultas no bajan de cincuenta soles, y no incluyamos la medicina. Y lo mismo con el pago del servicio de agua y alcantarillado, que suele estar por la sexta parte de lo que te costó implementar tu baño.

Así que, gente, hagamos que ir al baño sea una experiencia doméstica o turística realmente agradable, que deje la sensación de que sí te quitaste un peso (sic), que puedes respirar con tranquilidad (bueno, si no, ya mejora tu dieta, ¿no?); pero, en la medida de lo posible que no sea un episodio del terror más absoluto, algo que ni al propio Ed Woods, o a Pier Paolo Pasolini, o al director de cine más ‘gore’ se le hubiera ocurrido.

Él: Ay, abuelo, se me aflojó el estómago. El abuelo: ¡¡Te lo dije!!! ¡Es la maldición del baño ausente! Chapa tu arbusto sin roche. Él: Ay, abuelo, creo que me hice. Ella: Ya decía yo que algo apestaba aquí. Él (avergonzado): ¿Tendrán un poquito de PH? (Disculpas a la gente de Radio Cutivalú por parodiar uno de sus avisos más emblemáticos y memorables, que no pudo ser superado.)

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Diario El Regional de Piura
 

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