Por: Nelson Peñaherrera Castillo. Pablo Sánchez ya tiene sucesor en la Fiscalía de la Nación del Perú: el abogado Pedro Chávarry, quien entre sus muchas declaraciones sobre lo que planea ejecutar durante su gestión, está el tratamiento diferenciado de los casos de violencia de género, que, sabemos, se están disparando en nuestra nación. Por ello, me gustaría invitar a todo el mundo a coger o ubicar un mapa del Perú para entender esta columna.
Mientras lo ubicas, valdría la pena indicar que Chávarry ha prometido no bajar la guardia ante los casos de violencia de género, sino intentar una superespecialización que permita abordarla con mayor celeridad y efectividad, enfocándose en las víctimas. No como la fiscal que liberó a los presuntos ultrajadores de una sobrecargo de tierra en un ómnibus que iba de Arequipa a Lima.
Por supuesto que las declaraciones del nuevo Fiscal de la Nación me parecen positivas (lo que hizo la otra fiscal, una burrada mortal); pero, ¿qué tiene que ver el mapa del Perú en todo ésto? ¿Ya lo tienes? Procedamos.
Ubica el extremo noroccidental del país, o sea arribita a la izquierda. Dos departamentos ocupan ese cuadrante: Tumbes, que parece un apéndice metiéndose en Ecuador, y Piura, que también tiene frontera con Ecuador. De hecho, Perú comparte 1529 km de frontera con nuestros amigos del norte, de los que, por más que busqué, no encontré qué porción le corresponde a nuestros departamentos, pero si miras el mapa, notarás que es una extensión considerable, quizás la quinta o sexta parte, a ojo de buen geógrafo aficionado, digo.
Lo que sí, el Plan Binacional Perú-Ecuador disgrega que 831 km son frontera terrestre y los 698 km restantes son frontera fluvial. Y si vamos a nuestro mapa, veremos que la frontera de Tumbes más Piura con el Ecuador está marcadamente delimitada por algún río: de oeste a este (de izquierda a derecha), el Zarumilla, el Alamor, el Chira y el Macará-Calvas-Espíndola para mencionar los más notables. O sea, cruzas el río, y estás en el otro país, la gran parte en parajes que parecen ser pacíficas zonas agrícolas, sin mayor vigilancia en ambos lados.
Y aquí viene mi punto: cuando se te procesa por lo que sea en Perú, la acusación y la orden de captura -si hubiera-, solo tiene jurisdicción en Perú; cruzas a Ecuador, y perdió efecto. Es más, la policía peruana puede verte hacer piruetas o sacarles la lengua del lado ecuatoriano y no pueden ingresar motu propio porque nos generan tal impasse diplomático, que ya sabemos cómo complica las cosas. Lo mismo para quienes cometen ilícitos en Ecuador: se pasan a Perú y ni Dios los captura.
A éso le agregamos que los grandes centros urbanos de ambos lados de la frontera están relativamente cerca, si es que no están en la propia frontera: Aguas Verdes - Huaquillas, El Alamor - Lalamor, Pampa Larga - Zapottillo, las dos Espíndolas; y podemos hablar de otros ejes, como el Tumbes - Machala, el Sullana y Tambogrande - Loja, o el Ayabaca - Cariamanga y Amaluza. Una versión mixta es el Suyo - Macará: ni tan cerca pero tampoco tan lejos.
Esta semana nos hemos enterado que el Poder Judicial revocó una pena de 25 años a un hombre que quemó viva a su conviviente embarazada, en Tumbes. El Ministerio Público ha anunciado que pedirá la reconsideración de ese cambio de decisión. Pero, hasta que se tramite, ¿acaso el presunto agresor no tiene todo el tiempo del mundo para armar su mochila y saltar la frontera?
De Tumbes a Huaquillas no hay más que media hora de camino, de Sullana a Lalamor habrá hora y cuarto, Tambogrande a Macará a lo mucho una hora (cuarto de hora de Suyo a Macará), dos horas y alguito más de Ayabaca a Espíndola. O sea, para cualquier infractor probado o sospechoso, largarse del país es más sencillo que recitar la tabla del cero. Lo de la Tarjeta Andina, sin orden de captura vigente, es pan comido.
Una vez traspuesto el límite internacional, ¿qién te hace algo?
En el caso del padre de 33 años que presuntamente violó a su hija de 13 en La Unión, Bajo Piura, la Policía lo capturó en Tambogrande, y es creencia en corrillos periodísticos que estaba preparando su gran escape por esa infame carretera que sirve de ruta al contrabando, el narcotráfico y la trata de personas: la que precisamente va de Tambogrande a Macará. Ojo al piojo.
Por cierto, si estoy en Tambogrande y quiero hacer una fuga más sofisticada, puedo irme por Malingas hacia Chulucanas, de ahí al 65, y yo veo si me arriesgo por Huancabamba y la selva alta de El Carmen de la Frontera, o lo hago más cómodamente por Jaén y San Ignacio hacia Zaruma en ambos casos.
Lo mismo del otro lado. Recordemos que el año pasado un sujeto en Catamayo, Loja, asesinó a una niña, crimen que hubiera quedado impune de no ser tristemente registrado por cámaras de seguridad. Si éso no hubiera pasado, ¿acaso el asesino no la hubiera tenido fácil cruzando la frontera hacia el sur?
Entonces, fiscal Chávarry y dilectos magistrados de Piura, Tumbes, Cajamarca, El Oro, Loja y Zamora-Chinchipe (para comenzar), ¿ven lo mismo que yo en cuanto a una posibilidad de diamante para agresores presuntos y probados quienes pueden usar los pasos fronterizos con tal de garantizarse inmunidad e impunidad?
¿Qué podría hacerse a nivel de los Ministerios Públicos peruano y ecuatoriano para evitar que el brazo largo de la ley sufra amputación apenas choca con la frontera?
Y lo mismo con las fronteras que Perú comparte con Colombia, Brasil, Bolivia y Chile.
Porque cuando un agresor de género planea fugarse, y más aún con una frontera a un par de pasos o medio saltito, es falso que sufra de desórdenes mentales, como vergonzosamente una abogada piurana alega en uno de los casos. Un agresor con planes de fuga es un tipo inteligente, hábil, que tiene una estrategia. No nos hagamos los inocentemente legalistas.
Entonces, ahí la tienen de tarea. Veamos cuán capaces son de articular y prevenir que más personas, en especial las mujeres, se lleven la peor parte.
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