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Sáb, Nov

¿Están perdiendo el tiempo reportando, reportando?

Nelson Peñaherrera
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ERP/Nelson Peñaherrera Castillo. Creo que no hay que ser padre, o tío, o abuelo, en fin, tener una prole propia o asignada para entender el derecho a la vida. Aunque soy tío, hijo y sobrino, no soy padre, pero creo entender el sentido de ese tema por simple sentido común: la vida se defiende porque es tan vida como la tuya, y siempre buscarás los medios para que eso se garantice. 

Claro que en algunos casos, te enfrentas al dilema de optar por una vida ya que las dos están en riesgo, y, por lo menos en términos de salud humana, siempre se aplica el criterio de viabilidad una vez agotados todos los medios para conservar dos vidas al mismo tiempo hasta donde sea posible. En fin, se trata de una mezcla de biología, humanidad, ética; no podrías sentarte a establecer una sola perspectiva y aferrarte a ella; pero que todo comienza por saber ponerse en los zapatos de la otra persona, no hay duda.

Por supuesto esta discusión bioética puede darnos para muchos análisis, pero saliendo de ese campo, en el de la vida práctica, defiendes la vida porque le reconoces dignidad como la tuya propia. Es por eso que despreciamos a los homicidas, feminicidas, parricidas y demás de esa clase porque no consideramos justo, de primera mano, que nuestras vidas o las vidas de otras personas continúen o se trunquen por su voluntad.

También está el deseo de alargar la vida y toda esa otra discusión de que si hay límites o no.

En fin, parece que cuando hablamos de vida humana siempre vamos a aterrizar en los predios de la salud humana, esa profesión tan noble, como todas las profesiones, en que las personas son capaces de usar la ciencia para hacer verdaderos milagros, como también hay personas que con ciencia, conciencia y todo, son incapaces de mover un dedo para garantizar la vida del resto.

Hace unos días, el mismo reportero que cometió varias inexactitudes contándole al país y al mundo la historia del Canal Vía de Sullana y la contaminación que se produce por los desagües publicó otra historia made-in-Sullana harto conocida para el vecindario: la deplorable situación del hospital administrado por el Ministerio de Salud.

No quiero restarle méritos al chico éste ahora, pues me parece que mientras el tema se mantenga en actualidad, algo podría pasar, quién sabe, para revertir la situación; pero la verdad es que quien levantó el tema por primera vez, y se ganó el odio de los vigilantes de entonces, es mi colega Juan Manuel Reyes, quien ahora es un activo funcionario de la Municipalidad Provincial de Sullana.

Entonces Reyes trabajaba para una revista que se producía a cuatro o cinco cuadras de mi sala de trabajo, y me sorprendió cuando logró escabullirse al nosocomio y obtener lo mismo que obtuvo el reportero de la 'ley de la calle'. Y ése es el punto: ocho años después, nada ha cambiado para el hospital, aunque afuera sí.

Hace ocho años teníamos presidente regional, no gobernador regional como tenemos ahora, teníamos otro gerente de asuntos sociales, otro sub gerente de asuntos sociales, teníamos otras autoridades en la Dirección Regional de Salud, y salvo uno que otro chocolateo otras autoridades en la Dirección Subregional de Salud Luciano Castillo Colonna, que, en realidad, tiene el primer nivel de administración del hospital.

Recuerdo esta parte del organigrama en la administración regional porque gracias a eso que los piuranos y las piuranas reclamamos a voz en cuello llamado descentralización, el hospital MINSA de Sullana en realidad depende directamente de la administración regional actual. Como dije líneas arriba, ya van pasando tres administraciones regionales -bueno, no mencioné que fueran tres pero ponte hacer historia, tampoco vamos a ponernos quisquillosos-, tres grupos humanos que cambiaron; pero los problemas del hospital siguen siendo exactamente los mismos, y yo diría que siguen siendo los mismos de hace trece años cuando me volví más asiduo a sus instalaciones.

Otra cosa que cambió es el tamaño de la población. Somos más ahora, así que mientras demográficamente hemos crecido, el hospital logísticamente sigue tal cual, y quizás peor.

Dudo que los altos funcionarios de Salud, comenzando por la subregional, se atiendan en ese establecimiento; y si alguno lo hace, perdón, reconozco que lo ignoro y en todo caso me corrige. Pero, ¿en qué régimen está: afiliado al SIS, paga consulta, o mejor se va a un establecimiento privado?

Quizás el sistema privado de salud ofrezca mejor garantía en cuanto a condiciones de atención, de la propia salubridad en que se ofrecen los servicios, de la disponibilidad de personal competente y toda la logística y aprovisionamiento del caso. Quizás digo porque también en el sector privado hay matasanos y matasanas con talento para cometer los peores errores que fulminarían de un infarto a Hipócrates (espero que se los hayan presentado), y todo cargado a tu tarjeta de crédito para pagar en lindas interminables cuotas mensuales. Pero tranquilo: "todo va a estar bien".

Quizás esa lejanía de espacio, tiempo y nivel socioeconómico hace que la capacidad de empatizar con quienes padecen en el sistema público de salud sea nula. Quizás, quizás, quizás.

Quizás por eso, concursar a una plaza pagada por el dinero de contribuyentes no sea un desafío al mérito sino a la viveza. Quizás por eso son poquitísimos los y las profesionales que realmente están allí porque se conduelen por la vida de sus semejantes, lo que los hace débiles ante sus colegas con especialidad en malversación de fondos y ocultamiento de información que los tratan al mismo nivel que si inyectáramos a alguien de sus familias con una hipodérmica contaminada. Quizás por eso, cuando les pones al descubierto, te amenazan con una carta notarial. Quizás por eso le dicen a Perú y medio que la lactancia materna es importante hasta los dos años de edad, pero a su personal femenino les privan de ese derecho. Quizás por eso, profesionales con un excelente currículum prefieren abstenerse de postular porque, total, las plazas ya tienen dueño.

Quizás por eso seguirán apareciendo reportajes hasta en cadenas internacionales, pero esa gente que está bien pagada, bien gordita de paso, ve al derecho a la vida como un mero idealismo, como un discurso para hacer tiempo, como una verdadera estupidez por no poner huev**a. Quizás por eso el hospital está como está. Quizás por eso se bravuconean cuando alguien les llama la atención, así se llame ley de la calle, ley de la vida, ley del Talión o ley de Newton.
Quizás por eso el derecho a la vida sea el más devaluado en el y por el sistema público de salud en Piura. Quizás, quizás, quizás.

(Opina al autor. Síguelo en Twitter como @NelsonSullana)

 

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