ERP/Nelson Peñaherrera Castillo. Esta semana, la decana del Colegio de Obstetras del Perú - Filial Piura, Luzmila Carrillo, volvió a poner el reflector sobre un problema del que ya nos estábamos olvidando, el embarazo adolescente; y no porque hayan avances sino -a su juicio- todo lo contrario: por cada 18 gestantes en el departamento de Piura, una es menor de edad.
Para ponerlo en números redondos, en lo que va de 2017 unas 30 mil mujeres salieron en estado de gestación, y de ellas mil 700 (1700) son adolescentes; esto es poco más de cuatro colegios de nivel secundario, suponiendo que cada grado tiene dos secciones de 40 estudiantes.
Para los estándares de los grandes colegios de Sullana, es como si toda la población escolar de uno solo de ellos (varones incluídos) estuviera esperando un o una bebé.
En los últimos tres años, la proporción de adolescentes embarazadas en todo Piura se ha movido entre el 16% y el 18%, por encima de la media nacional que ha fluctuado entre el 13% y el 14%. En todos los casos estamos tomando datos del Ministerio de Salud, que es la fuente oficial.
Según la obstetra Carrillo, una adolescente embarazada tiene una gestación cuatro veces más riesgosa que una adulta, sin contar que trunca sus planes de vida -especialmente los profesionales-, y en la mayor parte de casos profundiza el círculo vicioso de la pobreza. No hablemos del suicidio, que es otro camino que algunas chicas, lastimosamente, toman.
Añadió que los valles del Alto y Bajo Piura (donde está la mayor concentración de los Centros de Formación y Desarrollo Integral del Adolescente, dicho sea de paso) tienen la mayor cantidad de casos, y el patrón se repite: chicas viviendo en condiciones de pobreza, sometidas a violencia sexual y no integradas afectivamente por sus familias; además, bajo el efecto del alcohol o las drogas.
Lo malo es que no sabemos mucho de los varones que las embarazan, porque, como supondrán, sin intervención masculina es virtualmente imposible un embarazo, excepto que cuando el problema es evidente, el compadre se hace humo.
Y este dato es relevante, muy relevante, por la solución que el Colegio de Obstetras está lanzando: concentrar sus esfuerzos de empoderamiento en las adolescentes, o sea en ellas, para que sepan el riesgo que corren y aprendan más (¿más?) sobre sexualidad.
La idea no deja de ser buena, pues todo esfuerzo que se haga sobre este particular, siempre que tenga perspectiva científica, siempre será útil. El problema, a mi juicio, es que pone toda la responsabilidad en las adolescentes, sin considerar que nosotros, sus pares varones, somos la mitad del asunto.
Fíjense que la obstetra Carrillo señala la inequidad de género como uno de los factores de riesgo para que una adolescente se embarace, por lo que si lo tomamos y lo llevamos a la realidad de nuestra (arcaica) idiosincrasia machista, coincidiremos (así se enronchen los machos piuranos) que es el varón quien impone su voluntad a la chica, llegando a jaquearla.
¿O acaso ya pasó de moda ese archiconocido bajo recurso de que "si me quieres, tienes que estar conmigo" o "si quieres que use condón es porque no confías en mí" o "solo las 'jugadorazas' usan forro"? Niéguenlo, machos piuranos. Nieguen que tienen maestría y doctorado suma-cum-laude en chantaje emocional.
¿Y cuando la chica concibe, qué? "No, mamita, es que tú te descuidaste". "Ese chibolo no es mío". "¿Con cuántos más habrás estado y me lo quieres chantar a mí?".
¡Ya, pues, gente! ¡Ya pues, Colegio de Obstetras! Extraernos a los varones en la ecuación que causa el problema equivale a bajar la fiebre con timolina sin considerar qué la causa, sin ir al fondo del asunto.
Cuando junto a Un Billón de Pie hicimos en 2015 un estudio con adolescentes en Sullana, notamos que por cada dos chicas dispuestas a tomar el control de sus vidas solo un varón tenía la intención de colaborar. ¿Y el otro? Pues le llegaba altamente.
Si queremos balancear el tema de género, homologuemos que por cada adolescente que toma el control de su vida sin violencia de ningún tipo, halla un varón a su costado (no arriba, no abajo) actuando como socio a partes iguales en el esfuerzo, si no, solo estaremos resolviendo la mitad del problema. ¿Ideas para la otra mitad?
Básicamente, que en esos esfuerzos de prevención, capacitación, fortalecimiento de capacidades o como quieran llamarle, se impongan como meta ésa, precisamente: por cada chica que previene un embarazo, hay un chico que lo hace del mismo modo.
En ese sentido, reflexionar también si es que es cierto que falta información. Revisando las investigaciones que ya se han hecho en Piura, algunas de ellas publicadas por El Regional de Piura o por FACTORTIERRA.NET, va quedando demostrado que los y las adolescentes necesitan adquirir conocimientos y mejorar sus actitudes a partes iguales. Porque, insisto, de nada sirve que sepan de todo cuando en la práctica terminarán haciendo todo lo contrario.
El modelo también debe incluir a docentes así como las familias, para que sea exitoso. Entiendo que ya hay una propuesta creada por la Dirección Sub Regional de Salud Luciano Castillo Colonna inspirada en su intervención en el distrito de Sapillica (Ayabaca) que logró parar las muertes maternas (busquen en Google "salvamos una mujer salvamos una comunidad" para más información).
Y, confiando en la capacidad profesional que tienen los y las obstetras para hablar de sexo con naturalidad y con rigor científico, desafiarles a poner el tema en agenda escolar exorcizando el prejuicio, el estereotipo, la discriminación, en fin, el miedo que seguimos sintiendo algunos adultos para hablar abiertamente sobre pene, vagina, coito, fecundación, anticonceptivo, planificación familiar, responsabilidad, respeto mutuo, planes de vida, relaciones no-tóxicas o decisiones inteligentes.
Personalmente, estoy muy convencido de que mi parte en la resolución del problema es usar los espacios que tengo en los medios donde me dan cabida para que el tema siga caliente y generar corrientes de opinión, al margen de lo que piense, diga o señale la puritanada doble moral piurana. Así que, asociémonos y pongámonos a chambear que tenemos índices que reducir, o desaparecer en el mejor de los escenarios.
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Foto: Internet.