ERP/Nelson Peñaherrera Castillo Ayer, mientras dábamos una entrevista por radio, nos enteramos que acaba de dar a luz una madre de 14 años en el hospital de Sullana. ¡14 años! El padre es un chico de 16. Sí, 16 años. ¿De qué manera esta pareja está lista para afrontar la paternidad y la maternidad cuando ni siquiera tienes claro qué harás con tu futuro, si es que acaso alguna vez te has sentado a pensar al respecto?
Me quedé perplejo y entendí la importancia del esfuerzo que realiza Un Billón de Pie en Perú, y en particular el que hicimos en Sullana, al trabajar con chicos y chicas adolescentes para hacerles entender entre otras cosas que no deben embarazarse antes de los 20 años porque no tienen ningún tipo de madurez cimentada.
Que una mujer sea madre demasiado antes de tiempo es un acto de violencia porque de un golpe se le frustra su futuro. Por supuesto, podemos suponer que la chica consintió tener relaciones y descuidarse lo suficiente como para quedar embarazada; pero, aunque esto fuera cierto, los sueños de ese chico y esa chica –si asumen la crianza responsablemente- se desvanecieron. Quizás para siempre.
No podemos prohibirles a adolescentes que exploren su sexualidad, pero lo que sí debemos repetirles es que ello no significa disponer inconsultamente sobre otra vida u otras vidas.
Como cualquier libertad, el ejercicio de la sexualidad debe hacerse responsablemente. Y por eso es importante educar para prevenir antes que educar para reprimir.
Prevenir es conocer todos los posibles escenarios que implican tomar una decisión antes de tomarla. Reprimir es aplicar un escarmiento que, en la práctica, retrasa apenas o transforma en clandestino algo que debiera expresarse abiertamente, porque los seres humanos no debemos ocultar nuestra humanidad.
Un Billón de Pie es educar para prevenir. Por lo menos en Perú esa fue la reorientación que se tomó hace más de un año, y que en el caso de Sullana ha sido una experiencia piloto exitosa, al punto que 2016 también significará trabajar en escuelas pero incorporando a padres, madres y docentes.
Que una chica trunque sus sueños no es algo que debemos celebrar hoy sino algo que nos debe hacer pensar qué estamos haciendo para ser parte de la solución, no del chisme; ser parte de la chamba, no del selfie; ser parte de la acción, no de la cháchara aburrida y reiterada.
En la medida en que no perdamos de vista la perspectiva de comunidad, y dejemos de lado el ego o el ‘mi grupito’, primero nos educaremos, luego educaremos, consecuentemente cambiaremos mentes y reduciremos los niveles de violencia. De ti depende que otro par de adolescentes no tronchen su futuro.
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